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Algunas consideraciones:

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Así como el padre del mal se oculta y crea en torno a sí complicadas cábalas, engaños para disimularse; el Padre por el contrario no nos pide cosas complicadas u ocultas, antes al contrario: nos pide cosas tan sencillas como volvernos (como) niños; sacar al niño que todos llevamos dentro, que todos hemos sido; es decir, sacar, mostrar nuestra inocencia (inocente es no culpable). Esto es, serlo; no fingir serlo. Esto es, obrar sin maldad, sin ocultar nada (para engañar, para servirse del prójimo en lugar de servirlo), que no es lo mismo que ser tonto. 

 

A unque no soy amigo de rezos mecánicos (porque considero que más vale un minuto sintiendo lo que se piensa, que ene oraciones de carrerilla); ayer, fui cambiando de emisoras hasta pasar por Radio María (seguramente porque en esradio hablaba en ese momento, sacándome de quicio, algún masón “gueno” tipo Marhuenda, Pedro J, Rivera, Cifuentes o similar; y a la espera del turno de Federico) y, como no escuché los rezos automatizados de turno; seguí escuchando. Hablaba una madre enferma de cáncer que, presa de la desesperación, buscaba ayuda en su lucha contra el dolor y la duda; era el frecuente “por qué a mi”... si soy buena madre y cristiana. ¿En esta vida estamos solos? La salvación que prometió Jesús a algunos, la Vida que nos reveló, no es esta vida. Su reino, su poder, no debe ser sobre este mundo (y no porque no pueda, como contestó en su pasión). Quizás por eso, pedir beneficios, ventajas al Padre aquí, si no van acompañados en todo caso de beneficios allá, no funcionará; sería injusto. Siempre que el Padre obraba milagros en su predilecto; eran con un fin trascendente, más allá del beneficio mundano, material. Solo el Padre conoce cada detalle profundo y el por qué de las cosas. La salvación verdadera, la importante, está tras la muerte para quien persevere en la fe a pesar del dolor, de la injusticia, de la pena. Lo dijo así.

 

Pero si escribo esto, no es por esa buena mujer a la que deseo esa perseverancia hasta alcanzar la Vida, más allá de esta, caduca. Lo escribo más bien por la emoción que me produjo la siguiente llamada. Una voz rota, frágil de mujer; tan entrecortada y extraña que pareciera de burla por momentos o de ultratumba en otros. La mujer, de imprecisa edad, decía que empezaba a padecer alucinaciones; temía estar perdiendo la razón. Se daba cuenta de que su enfermedad avanzaba amenazando anularla. Ante la duda de la locutora, salió “al quite”, su acompañante, intentando salir rápido de ese atolladero, sin perder ni un minuto en reflexionar, tuvo inseguridad y miedo; respondiéndola lo primero que se le ocurrió: algo lógico ciertamente, pero que atañe al cuerpo y no al alma; es decir, que se pusiera en manos de médicos; cortándola con autoridad y sin disimulo cuanto antes. Demostró que antes que buen cristiano, es un periodista que evita el perder audiencia, y dejaba “en la estacada” a esa persona (algo lamentable en esa cadena en concreto); aunque, mejor no decir nada, que algo sin convicción.

Dice Juan que el grano que da fruto es el que muere; y para muestra Jesús. Si alguien vence el infortunio mediante el amor, es ejemplo para otros; y está, y padece, y muere en la Verdad, en el Padre. Y con que sea uno solo el beneficiado de ese ejemplo, ya es un fruto para el Padre. Es fácil decirlo. Pero el Padre sabe de cada uno de nosotros hasta el número de cabellos. Cuando se está en su Verdad, su espíritu habla en nosotros. El sufrimiento nos sensibiliza y, unos se tiran por el odio al mundo, a si mismos, etc; otros se agarran al amor, y entonces el Padre se acerca a ellos como nunca.

 

Se persevera hasta la muerte, o hasta el sueño cerebral (que puede tener despertares pasajeros o definitivos). Mientras seamos responsables de nuestro libre albedrío, conscientes de nuestros actos; pediremos al Padre estar bien para servirle, pero, si hemos de perder la conciencia, el control sobre nosotros mismos, y lo vemos venir; habría que pedirle, mientras podamos, que la entrada en ese sueño, en esa muerte en vida (mientras quede un ápice de mi yo); se produzca en el amor (o cuando menos en paz con...)  a EL, al prójimo y a uno mismo. La Vida que cuenta no es esta, por mucho que nos enganche: “El que encuentra su vida (esta), la perderá (la otra), y el que la pierde (esta) por Mí, la encontrará (la otra). ¿Cómo se pierde esta vida por Jesús... por el Padre? Siguiendo su ejemplo, sus palabras; aunque sea sirviéndole desde la soledad de la  pasión.

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A la paz de Dios” o, “quedad con Dios” o, “Dios os guarde”, “id con Dios” o “quedad con El”; son los saludos generalizados del pasado, que aún perduran hoy en algunos medios rurales entre personas de avanzada edad. Pero el ansia de abreviar, de la que el idioma inglés y las prisas asociadas a la economía son la mejor muestra; la falta de atención a lo que se dice, cuando solo es por costumbre, pero sin contenido ni sentimiento; el creciente olvido provocado del verdadero cristianismo, etcétera; son el motivo de que, por ejemplo, el “quedad con Dios”, pasase a, simplemente, “con Dios”; y ya en nuestros días, haya decaído en el triste adiós, en que, para más inri, se escribe con minúscula el nombre propio más importante, sin discusión y por una goleada infinita. Y con todo, hemos llegado al extremo de ir retirando hasta el adiós, no sea que los progres se disgusten. El plan agnóstico del Diablo, de su Elite Talmúdico Usurera Anglo Sionista (siempre con los Rothschild a la cabeza), de sus obedientes antítesis masonas e innumerables protestantismos (Vaticano actual incluido), de su sugestionable progresía, de su descarriada masa amorfa… el plan agnóstico del Diablo, explica por qué el Verbo nos habló de ciegos que guían a otros ciegos, y su resultado: “Serán muchos los llamados y pocos los elegidos” o “que estrecha es la puerta y angosto el camino, y que pocos son los que lo encuentran”.

 

Cuando se dice adiós, ya no se piensa lo que se dice. Y cuando se piensa, no se dice por no quedar mal, dado el ambiente creado. Cuando se dice adiós, es mejor no decirlo, porque, para no decir el nombre del Padre en vano, no solo hay que pensar en lo que se dice; hay que sentir lo que se está diciendo. Si en verdad hay algo santificable en el mundo infinitamente antes que los santos, la iglesia, el papa o cualquier otra consideración, es la memoria, el recuerdo del Padre. Pero en todo caso, pienso que no se debería mencionar el nombre del Padre, si no es exclusivamente para pensar en El. Por eso, trivializar su memoria, incluso con buena intención en los saludos, es un agravio a su memoria.

Me acabo de convencer a mi mismo, antes defensor del adiós (por oponerme al Nuevo Orden Anticristiano de la Elite Usurera) de que en adelante (si consigo acordarme) reservaré su memoria para mejor causa. Y, como el objetivo es la bondad, emplearé esta palabra: “Buenas”; que también es muy corriente.

Ultimamente, he decidido dejar de ver cualquier película o programa cuando se emplee el nombre de Dios en vano y, jamás pensé hasta que punto se emplea. De hecho, es difícil terminar de ver, por ejemplo, una película.

Pero sucede en cualquier tipo de programa… a todas horas se escucha “¡dios mío! esto, ¡dios mío! aquello, ¡oh dios mío!... por cualquier estupidez y bajo cualquier pretexto: … que casa tan bonita, que tipo tan feo, que joya tan cara. O en situaciones en que mejor harían nombrando al Diablo. Es que es tan evidente y tan escandaloso, que canta la traviata. Pero, sin embargo, hace unos cuantos años, yo mismo no le habría dado importancia.

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Así, no es de extrañar que, con semejante propaganda, y como ha venido sucediendo, todo el mundo termine adoptando esas costumbres. Toda la producción cinematográfica pasó, pasa y pasará por el tamiz de la Elite, y no es elucubrar, está probado. Sin ir más lejos, los cuatro difusores de medios más grandes del planeta en comunicación y ocio son de la Elite (Rothschild): Disney, Warner, Paramount y Viacom. Con infinidad de productoras cinematográficas, prensa, radio y televisión. Como dijo Henry Ford, tienen el monopolio, y su programa está recogido en los famosos Protocolos Anticristianos de esa Elite. El Nuevo Orden Masón solo es un paso intermedio.

 

Toda esta propaganda que sufrimos (la gran mayoría la disfruta “que son dos días”… lo más fácil suele ser el mal) proviene de esa Sinagoga de Satanás que considera que, los brutos goyim, no deben honrar a su dios exclusivo, racista y vengador; ya que este, solo debe reservarse a los descarriados hijos de Israel, ajenos aún a sus cábalas. Entre tanto habrán de ir embruteciendo a las bestias de carga, y que vayan dejando de pensar en el judío que oso tacharles a ellos, la Elite, de impostores. Entre tanto habrán de ir embruteciendo a las bestias de carga, para que dejen de pensar en Dios.

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Creo que el gran error de nosotros los cristianos en general y de los católicos en particular es (siendo agnosticismos financiados por la Elite Usurera todas las sectas resultantes de sustraer a los católicos del conjunto total de cristianos; y hoy en día también parte de estos,) haber ido olvidándonos del Padre. Lo cual es inexplicable e inexcusable, pues Jesús nuestro ejemplo; lo tenía presente continuamente. Lo decían los mandamientos de Moisés y lo dijo Jesús: hay que querer al Padre sobre todas las cosas; pero rezamos (nos acordamos) de todos menos de EL. Yo creo que Jesús está en el Padre y el Padre en Jesús (Jesús lo dijo), pero Jesús no es el Padre. Una cosa es estar, y otra, ser. Dijo Jesús: el Padre bueno, nos escucha en lo escondido (o sea cuando dejamos que esté en nosotros; que en algunos es más tiempo, en otros menos; en algunos apenas nada y en Jesús casi siempre).

Menos mal que Jesús nos enseñó el Padrenuestro, y aunque no seamos muy conscientes de ello, estamos rezando al Padre, como así rezaba el propio Jesús. Cuando rezamos (como el Hijo nos enseñó), el Padre nuestro; hay que pensar en ese SER del que emana toda vida y que tuvo a bien crearnos. Que ocupa toda la nada y no tiene principio ni fin. Podemos ponerle la cara de Jesús (como EL mismo quiso), pero no es Jesús (esta es solo una opinión). Toda esta complicación la solucionaron los primeros cristianos inventando la Santísima Trinidad. Dicha conjetura o apaño, no tendría mucha importancia de no ser porque, como dogma, pasó a ser causa de odios y muerte (que es lo que pasaba y pasa hoy con otras religiones, cuando se mezcla el cesar de turno y Dios). El agnosticismo interesado (siempre al servicio del poder, sea o no visible) atacaba por doquier y hubo de establecerse unas pautas fijas. Se consolidaron conjeturas que nunca salieron de la boca de Jesús, para que la división no terminara destruyendo la Iglesia institucional.

Nunca un verdadero cristiano debe odiar ni causar daño por nada, y menos por “defender” la doctrina de Jesús; pues cae en la contradicción. Pero lo que se defendía con sangre era la Iglesia institucional; había que hacerlo para defenderla de los innumerables ataques agnósticos que amenazaban disgregarla. Igual que Judas era necesario, fueron, son, necesarios otros errores. Gracias al inconsciente Judas todo se cumplió, y gracias a muchas equivocaciones la Iglesia institucional ha llegado a trancas y barrancas al siglo XXI. Tras esa frágil fachada de cartón piedra, se esconde la verdadera iglesia que sigue el evangelio. No se la puede atacar porque no es material, y prevalecerá.

 

Es difícil adorar y querer a algo que es infinitamente más que una persona, que no tiene forma, porque puede tener todas. Del que no sabemos apenas nada, salvo lo que nos contó el Hijo (o sea, el Padre a través suyo). Dijo el Hijo (el Padre), el que me ha visto, ha visto ha visto a mi Padre. EL está en mí, y yo estoy en EL. Mi conjetura es que el Padre está en el Hijo, y en muchos de nosotros a veces… en espíritu: El Espíritu Santo (del Padre); que es la única forma en que el Contenedor puede estar en una ínfima parte de su contenido. Con todo, Jesús es el elegido, el Hijo predilecto, el Unigénito de Dios. Está antes que Abraham. Y Juan el Bautista el más grande de entre los nacidos de mujer, el Elías, el ángel que le anunció… no era digno de atarle las sandalias. El Padre obraba, hablaba sentía a través de Jesús, porque su alma era pura como la de un niño. Y Jesús no dejó de dirigirnos al Padre: “Si yo me glorifico, nada vale; es mi Padre el que me glorifica, el que llamáis vuestro Dios. Pero no lo conocéis, yo en cambio lo conozco.”

Bueno en mi conjetura, está el Padre y el Hijo. En cierto sentido todo “es hijo” del Padre. Pero son muy pocos los que pueden hacerse merecedores de llamarse hijos suyos. Los que mejor le sirvan. Jesús, el mejor… en quien el Padre se complació; vino a servirle y a servirnos; porque servir a los demás es servir al Padre. El Espíritu Santo, creo en mi humilde conjetura, que es el Padre: Su espíritu. Pero podría no ser así. Y por supuesto nunca diré que es un dogma. Solo vale el evangelio. El odre viejo está lleno de trampas agnósticas y parte de los escritos tras Jesús.

 

En todo caso, creo que debería dejarse de adorar, de santificar tanto a personas, a personajes (que no está mal recordarlas de vez en cuando, como ejemplos a seguir; aunque, teniendo a Jesús, para que más ejemplos: “A nadie llaméis directores porque uno solo es vuestro director: Cristo” -el evangelio, su Palabra-) y acordarnos más del más importante, como no se cansó de decir Jesús: el Padre. Y mejor llamarlo Padre que Dios, porque si hemos de quererlo, podemos empezar por sentirlo así: “No llaméis a nadie padre vuestro en la Tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el celestial”. Seamos cariñosos con EL. Por eso cuando honremos a Jesús; el mejor hermano que nadie pueda tener; pensemos sobre todo en el Padre, pues quiso mostrarse y ser, entre nosotros, con nuestro aspecto, en nuestra forma; a través de Jesús.

 

Cuando se dijo que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, quizás podríamos pensar en Jesús, que estaba ya antes que Abraham, y en quien quizás el Padre se personificó, se humanizó. O quizás esa expresión obedece al espíritu antes que a la forma, pues solo el hombre, el ser humano por la gracia de Dios, goza de la capacidad de elección (como el Padre) que en un momento dado, le eleva sobre el mero instinto, llegándolo a dominar..

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Si el error de los cristianos ha sido haber ido olvidándonos del Padre, el gran error de muchos judíos talmudistas (empezando por los responsables de la muerte de Jesús), ha sido no reconocer al Hijo: “Yo me voy, y me buscaréis y moriréis en vuestro pecado si no creyereis que yo soy. Se que sois descendientes de Abraham y pretendéis matarme, porque mi palabra no cabe en vosotros.”

Después de milenios adaptándolo a sus necesidades del día a día, no reconocieron a su Dios (peligro que no cesa). Hacía mucho que erraron el camino. Hacía mucho que sustituyeron la justicia del Padre (la misericordia, servir al prójimo), por el odio del Malo; la selección natural de los más aptos para mandar: la raza elegida (pero no por el Padre): “El padre de quien vosotros procedéis es el diablo. No hay verdad en él, porque es el padre de la mentira.”

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Al empezar a leer el Apocalipsis (la revelación) según San Juan, me topo "de narices" con el mismo "tufillo" agnóstico, que experimenté al buscar en la Biblia (igual están en la Torá del anglo-sionIsmo "marrano"), para recordarlos, los Diez Mandamientos, donde, entre mandamiento y mandamiento, ese dios a la medida del poder terrenal "mete-miedo" de turno, dice:
"Yo soy el Señor Dios tuyo, el fuerte (¿?), el celoso (¡!), que castigo la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación (¡¿ ?!)… "
No me haría falta leer más. ¿Alguien que haya leído a Jesús, que amaba a los niños por su inocencia, va a creer que Dios castigaría a un niño por lo que hizo o dejó de hacer su tatarabuelo? No lo haría ni por las ofensas de su madre o su padre. ¿tercera o cuarta generación? ¿es una broma? Dios Padre todo poderoso, ¿un jactancioso?… ¿un celoso? El agnóstico que lo escribió, al dictado de Lucifer, puso en su dios inventado, los defectos más mundanos: piensa el ladrón que todos son de su condición.

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En los mandamientos de las tablas de la ley del Talmud y la Cábala, del Viejo Testamento no se mienta para nada la palabra amor, al contrario, parecen emanar odio. No así cuando Marcos nos relata como Jesús enumeró los Mandamientos que Dios dio a Moisés (odre viejo sin adulterar): "no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no dañarás, honra a tu padre y a tu madre". Y vaya si aparece la palabra amor cuando Jesús dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y primer mandamiento. Un segundo hay igual a el: Amarás a tu projimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas." (Mateo 22).

 

Yo creo en el mensaje de Jesús, y en mi simplicidad, entendería que el Padre me hablara así:
Soy vuestro creador, el único Dios; os crie por amor, porque, de que me vale ser todopoderoso en medio de la nada, o ante seres incapaces de comprender y amar a su vez. Por eso os cree con esas capacidades. La carne pasará, no quedará piedra sobre piedra, pero en algunos la voluntad de servir prevalecerá a la debilidad de a carne. Estos alcanzarán la trascendencia en MI. Si buscáis ese camino, la verdad y la vida eterna, no debéis adorar a falsos dioses; y por tanto, para evitar la tentación de llegar a idolatrar objetos o personas, mejor que no sacralicéis ninguno en mi memoria.pues a veces la simplicidad humana se queda en la apariencia, perdiendo el verdadero significado. Os envié a mi hijo predilecto en quien me complací, recordad sus palabras. Es vuestro ejemplo. Me gustaría que, ya que os cree con amor, no trivialicéis mi memoria, y que me recordéis con afecto, cuando os escucho en lo escondido. Debéis querer a vuestros padres; y así como yo soy padre de todos, el prójimo son vuestros hermanos. Los amaréis, y no querréis para ellos, lo que no queréis para vosotros.

En la Biblia y en la Torá, aparece un Dios déspota y vengador, que nada tiene que ver con la fe cristiana, culminación del mandato divino a Moisés. El agnosticismo humano, la perversión de la Palabra, al dictado de Lucifer en las almas impuras, deja su sello de una manera tan evidente, que resulta hasta cómico, que no se caiga en la cuenta. Jesús, no dejó de repetir a los sabios, escribas y sacerdotes (rabinos), y por eso le mataron; que el "odre viejo" estaba podrido. El Padre, no dijo tales cosas. Habían adulterado el mensaje al correr de los milenios a mayor "gloria" de Israel. Es una vieja piedra en la que seguimos y seguiremos tropezando, empezando por el clero de turno; y eso que el Hijo - el Padre- lo dejó bien claro: "misericordia quiero y no sacrificio".
De la misma manera que ocurrió con las Tablas de la Ley, (cuando cayeron en manos del poder y debilidad humana de turno), el agnosticismo puso palabras en boca de Jesús, poco después de que nos dejase. Cualquiera que haya leído con atención su mensaje en los evangelios, comprende que no pudo decirlas, en ningún Apocalipsis (sueño, revelación, forma habitual de promover agnosticismos) ni en ninguna parte. Ni presentarse de esa guisa. La Iglesia, incomprensiblemente, las acepta. No hace falta leer mucho, desde las primeras frases "canta la cosa": Los primeros tiempos de la Iglesia fueron turbulentos, como lo son ahora. Desaparecido el pastor, el agnosticismo no perdió un momento en añadir o quitar de aquí y de allá. Muchos escritos fueron apartados de la Iglesia, surgieron sectas y cismas. Yo solo puedo hablar por mí... es muy fácil caer en lo mismo que se critica: el agnosticismo, la invención cuando se da vuelta a cosas que se desconocen pero que nos parece entender por uno u otro detalle. Cuando damos por ciertas conjeturas, convenciendonos y convenciendo a otros, quizás bajo inconfesables intereses o presiones.

El mensaje de Jesús creo que debe buscarse solo en sus palabras a través de los evangelios, y cuando van por cuadruplicado mejor, sin intentar interpretar, imaginar (hacer cábalas) o inventar. Se sabe en esencia cual es el mensaje de amor a Dios, al prójimo y a uno mismo, que predicó sin concesiones ni interpretaciones, y todo cuando se oponga a este de una forma u otra, es agnosticismo (es echarle imaginación, interesada o no), adulteración posterior... "por sus obras les conoceréis", "quien no está conmigo, está contra mí", etc. Por eso, a mi entender, gran parte de las Antiguas Escrituras (el odre viejo): el Antiguo Testamento de la Biblia, el Talmúd... están adulteradas, asi como otros escritos del Nuevo Testamento como el Apocalipsis y otros escritos de Juan (estoy seguro que los añadidos no son obra de él). Siempre que aparece el odio, se sabe dónde se infiltró y conspiró el Malo (siempre oculto, siempre en la sombra). Así, es fácil comprobar como masones, protestantes y demás agnósticos siempre, para justificar sus actos (los medios necesarios para conseguir sus fines relativos), recurren a la biblia, el talmud, el islam, etc etc etc. al tiempo que huyen del Evangelio cuando les contradice: "Por sus obras les (re-) conoceréis".

Se dice que dijo Jesús en el Apocalipsis en sueños a  San Juan : " (...) Yo la voy a reducir a una cama a Jezabel (cargarla de dolores), y los que adulteran con ella se verán en grandísima aflicción si no hicieren penitencia de sus obras; y a sus hijos entregaré a la muerte (…) y a cada uno de vosotros le daré su merecido. Y al que hubiere vencido (…) yo le daré autoridad sobre las naciones... y luego empieza con las cábalas... ¡Venga ya jajaj !, así todo. ¿Como han podido admitir eso? Porque dicen que lo dijo San Juan. Y yo digo, que no lo dijo (como el Padre no pegó añadidos de odio
al 5º Mandamiento).

La forma de expresarse de Jesús en el Apocalipsis es muy distinta al Jesús vivo de los evangelios: al de Mateo, al de Lucas, al de Marcos. El Jesús agnostico del odre viejo amenaza con castigos y premios en este mundo, a este, a aquella Jezabel, particularizando; cosa que nunca hizo en (esta) vida Jesús, y además es contrario a lo que dijo. La justicia no se aplica en este mundo... sus ángeles, aunque podrían haberle salvado ante los que venían a prenderle, ante Pilatos, como dijo, no lo hicieron. Su reino no es de este mundo, Dios no aprueba o desaprueba aqui en esta vida; lo dejó bien claro. Aqui las penas mundanas vienen, salen del hombre, cuando se deja tentar. El premio o el castigo de cada cual vendra tras el Día del Juicio. Este mundo solo existe para diferenciar el trigo de la cizaña.

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En esos sueños, el supuesto Jesús agnóstico (ideado por algún iluminado) cita continuamente lugares, personas, hechos, cosas con una visión concreta muy mundana y zafiamente materialista; sin la altura y transcendencia que tenían las contadas ocasiones en que lo hizo entre nosotros. Enseguida se va al misticismo barato típico del Talmud y la Torá, con acertijos misteriosos, cifras (que si los siete sellos, que si las cuatro trompetas... ¡y los 25 petardos!) y cábalas misteriosas, estúpidas (para descubrir la cuadratura del círculo, o de como tener riqueza y poder sobre los vecinos, a costa suya y además siendo el bueno, el santo, el hijo predilecto, la raza elegida); cábalas que Jesús en ningún momento empleó en esta vida. ¡Resulta increíble!, ¡canta la traviata!. Pero el exabrupto, que se lleva la palma agnóstica, es la vuelta al dios vengativo, cruel, paranoico (desconfiado) etc etc de los pseudo-mosaicos marranos, que fastidiaron en su día los Mandamientos y media Biblia. Los del odre viejo. Los que hoy siguen erre que erre desde sus viejos tronos de oro imponiendo el Nuevo Orden Mundial Masón Anticristiano. El dios metemiedo, el del brujo de la tribu compadre del jefe, jao.

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