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XXVI

 

Sabéis que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado.

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Mi opinión:

Como no podía ser de otra manera, Jesús en pocas palabras predice, precisa su propia muerte: la traición de Judas, el tipo de muerte que sufrirá y el momento en que sucederá. Mateo, transmite con sobriedad la sobriedad que empleó Jesús; (daréis cuenta de vuestras palabras ociosas): Lo que no está en la Verdad es del Malo. Sin embargo, cuando el Mesías se dirige al pueblo llano, emplea las parábolas, en lugar de ir directamente al grano y con las palabras justas; puede parecer un contrasentido; sin embargo no lo es, porque el Padre sabe que la mayoría entiende mejor con ejemplos. Y estos ejemplos, sin duda, tienen igualmente medidas las palabras, para aquellos que presten oídos y le pongan ganas. Tras sucesivas traducciones y ante la duda, creo que siempre hay que interpretar la forma en que Jesús lo habría dicho de la manera más concisa, y al tiempo accesible. De ahí la desconfianza hacía algunos textos donde se nos presenta a un Jesús que contradice claramente la sobriedad que proclama (al más puro estilo de la cábala agnóstica pseudo mosaica), deshaciéndose en tortuosa retórica ocultista, plagada de simbolismos misteriosos a modo de acertijos; donde reaparece el dios déspota, humanista, vengativo de los cabalistas, para el que prima el sacrificio sobre la misericordia; esto es muy evidente en el polémico evangelio de Juan (no en todo el). Entonces, si hay citas de este tipo que no encajan, se ponen en cuarentena por el resto de esta vida.
Buscaba la mencionada cita de Mateo 12.36 (referida a las palabras ociosas que proceden del mal árbol que solo da frutos malos); y me ha sorprendido encontrar, recogidas por Mateo en 12.18; palabras impresionantes de Isaías (otra aguja, y de oro puro en este caso, en el pajar corrupto de odre viejo):
"He aquí mi siervo, a quien he escogido; mi predilecto, en quien se complace mi alma. Pondré en él mi espíritu y anunciará la justicia a las naciones. No disputará ni gritará. Nadie oirá su voz en las plazas. No romperá la caña cascada, ni apagará la mecha humeante. En su nombre esperarán las naciones".

 

Evidentemente es el Padre quien nos lo dice (en esta ocasión el espíritu santo del Padre obró por boca de Isaías): Jesús es mi siervo, a quien he escogido... (como repitió en la Transfiguración). Solo el Padre es señor de todas las cosas. El Hijo del hombre, como él mismo repitió, es siervo del Padre (y de todos nosotros en esta vida, para dar ejemplo; y es rey y señor de los elegidos en la Vida; pues así es el propio Padre el Rey de los elegidos, al obrar siempre en el Hijo su espíritu santo: nada está en el plano del Padre).
Isaías en estado de gracia: "en quien se complace mi alma..."; el Padre nos habla de su alma: el Creador, el Poder... tiene alma, espíritu... santo. Así que no es el accidente casual, apático, impersonal; origen de todo; el accidental Arquitecto del Universo ateo/masón. Un mero hecho físico, impersonal; y para más inri, eternamente repetitivo.
El mismo Padre (a través de Isaías) nos dice que pone su Espíritu Santo en el Mesías (es mi Padre el que obra). Si en el humano (a semejanza de su creador) el alma habita (cuando menos en esta vida) en su cuerpo. El espíritu del Padre habita en el todo (pues la nada no existe): solo el Padre ES. La cizaña no prevalecerá y se consumirá como este mundo, esta vida, este tamiz provisional. Solo EL es eterno y lo que EL desea que permanezca en EL.
 
Con esas palabras de Isaías podemos comprender el carácter y proceder de nuestro Señor Jesús en este mundo/vida: Ni disputó, ni gritó (pese a lo que se exagera, casi siempre interesadamente, con los mercaderes del Templo). No daba mítines cual charlatán demagogo, buscando multitudes "en las plazas" púbicas; sino que las masas sabían de él por el vecino y por el forastero; y le seguían por los caminos en busca de sus obras y palabras. Vino, no por los justos, sino por los pecadores... por las cañas cascadas y por las mechas humeantes, allí donde aún quedaba algo de fe (cuya pizca de luz está a punto de apagarse): aquellos desesperados que están a punto de abandonarse al mundo (a las distracciones de esta vida), al mal; camino de perderse. Vino como única y verdadera esperanza para "todas" las naciones: para todos los pueblos con independencia de razas, castas o clases (pues en su nombre esperarán las naciones; los invitados de los caminos): justo la antítesis del racismo patológico de las oligarquías Novus Ordo pseudo mosaicas (aquellos elegidos en quien se depositó la confianza, que defraudaron y defraudan) que nos conducen a la tribulación final (desde el principio y hasta el final: la soberbia); cuando esto ya casi sea una páramo ateo global. La que en atención a los elegidos, se abreviará.
 

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¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo, porque a los pobres siempre los tendréis entre vosotros, pero a Mí no me tendréis siempre, y, al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho para sepultarme (honrar mi sacrificio). En verdad os digo que donde se predique este Evangelio, en todo el mundo se dirá también lo que ella ha hecho, para memoria suya.

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Mi opinión:
Pese a ser quien es, no deja de sorprender la seguridad del Hijo al afirmar con contundencia la trascendencia de sus palabras, del Evangelio, de los deseos del Padre para con sus hijos (del Creador para con su creación); y dos milenios y pico lo van probando. Donde se predique este Evangelio... allá en las catacumbas terminará (con el fin de los tiempos; Daniel avanzó las fases y el Hijo matizó), del mismo modo donde comenzó: en lo profundo de las almas, del pensamiento. Y podemos estar seguros de que en todo momento se honrará a esta mujer (en aquel Evangelio acorralado de un futuro indeterminado, del que solo el Padre sabe cuando), como ella honró al Mesías; al enviado de Dios.

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No se debe dejar pasar ni una palabra de lo que nos dice el Padre: a los pobres siempre los tendréis entre vosotros... o sea, siempre tendremos un hermano necesitado, a quien honrar como si fuera el propio Mesías; y no uno, sino muchos; cada vez más. Lo que hagáis a estos, a los más pequeños (débiles, desfavorecidos, indefensos, necesitados, inocentes, a los más pequeños, etc.), a mi me lo hacéis. Porque tuve hambre y me disteis comida, sed y me disteis de beber, estuve enfermo y me cuidasteis, preso y me visitasteis; triste y me consolasteis, deprimido y me animasteis, equivocado y me orientasteis, etc. Hay que hacer el bien sin mirar a quien; hasta el punto de devolver, sin dudar, bien por mal, si de verdad queremos seguir los pasos del Cristo.

 

Creo que, al igual que sucede en las Antiguas Escrituras (o sea, en el Odre Viejo, que es la Antigua Alianza entre el Creador y sus criaturas privilegiadas) corrompidas, adulteradas por los labradores arrendatarios asesinos (que estaban encargados de guardarlas y hacerlas guardar); en el Evangelio o Nuevas Escrituras (o sea, en el Odre Nuevo de la Nueva Alianza; pacto, testamento, formalizado en la Ultima Cena, en la Eucaristía) se mezcla verdad y mentira, pues tanto las palabras de los profetas (con mácula) como las del Mesías (sin mácula), fueron escritas por humanos, y después transmitidas y tergiversadas durante siglos; por momentos (salvo en el Hijo), están inspiradas por el Padre en todo caso (por su espíritu santo), así que hay verdad en ellas; pero como aguja en un pajar. La intensidad y la cantidad de adulteración es proporcional al tiempo transcurrido; el necesario para irle dando la vuelta a todo. Así, el odre viejo rezuma odio, sacrificio, contradicción, "preceptos de hombres" (de humanos)… paja seca, acumulada generación tras generación por miles de años; y, aunque ha tenido tanto roce con la maldad de este mundo, esconde entre tanta iniquidad agujas de Verdad: de entre las cuales, como dijo Jesús mismo, la fundamental es el anuncio de su venida. Se conservan en el desgastado odre viejo momentos de inspiración de algunos humanos que el ESPIRITU eligió; momentos preservados en la memoria colectiva para que todo se cumpla; porque todo está escrito, ya que el tiempo pertenece al, y ha sido creado por, el ESPIRITU DEL PODER; por el que ES. El tiempo como el espacio, como todo, está en EL; pues nada es ajeno a EL.
Las Antiguas Escrituras; (en la Biblia y en la Tora igualmente), están llenas de contradicciones humanas, de mentiras y de medias verdades; de soberbia, envidia, odio, etc. El bien se mezcla con el mal, la misericordia con el sacrificio y todo ello en proporciones muy desiguales a favor del mal. El Odre Nuevo, por reciente y por importante, ha sufrido menos corrupción (y por parte del elegido; el Hijo del Propietario de la huerta; ninguna por supuesto), aunque por culpa de los avances tecnológicos, los labradores arrendatarios de turno han conseguido una rapidez y difusión del mal, de la adulteración de conceptos, inimaginable antaño. El Odre Nuevo, la LUZ verdadera que "el Mundo" rechaza (en su mayor parte y en su conclusión), está integro aún en la teoría (que no en la práctica). A cada minuto que pasa, el Malo (si el Cristo dijo que existe: existe; y desde el principio), el padre de la mentira; procura enmascarar, adulterar el mensaje, confundiendo, relativizando, dándole la vuelta a la misericordia con palabrería sin fin; flagrantes engaños bien financiados, con todos los medios modernos de ingeniería social. Así, en el modelo chino a imitar para el resto de la escoria Disraeli-Rothschild en el Novus Ordo Global, la pseudo Iglesia pseudo “cristiana” está al servicio del cesar de turno, y resulta una herramienta más, y no poco eficaz, del poder ateo (ciegos que siguen a otros ciegos): del Malo... Vacía de contenido y llena de verborrea buenista (que diría Jovellanos), “maquilla sin disimulo” el sacrificio anticristiano, haciéndolo pasar por misericordia cristiana. Los que no solo esclavizan el cuerpo, también el alma se pierde, como advirtió Jesús. Ahí es a donde se dirige la humanidad entera a velocidad de vértigo; es esta generación ciega. La Verdad (sus elegidos) cada vez más arrinconada; fugitiva y escondida, solo espera ya la Gran Tribulación; el final. El fin de la película lo adelantó Daniel y después el propio Jesús. Por muchas batallas que se ganen, la guerra se perderá en este mundo-tamiz. La perderemos: "Y esta es la condenación, que la luz vino al mundo y este (casi en su totalidad) eligió las tinieblas" (el oro de los labradores, la lechuza "atea", masona y el instinto desatado de la escoria Disraeli-Rothschild); la mayoría renunciando a trascender por elegir el instinto primario de los seres inferiores.

 

Los cuatro evangelios han estado muchísimo menos tiempo a disposición del agnosticismo adulterador del Príncipe de este mundo (como no podía ser de otra manera, para que llegue la esencia intacta hasta el final a los últimos elegidos; a pesar del veneno, de las costras; el mensaje completo del Mesías; "para quien tenga oídos", para los viajeros de los caminos). Pero de entre los cuatro, el texto de Juan estuvo más tiempo a disposición de las malas influencias humanas (incluida probablemente la del propio Juan, pues la primera adulteración del elegido, salvo en el Hijo, está en el propio enviado, elegido, profeta; con sus miedos, sus manías y problemas cotidianos). Es quizás lo que pasa cuando no se escriben las cosas a tiempo, en su momento. Sin embargo, también hay detalles que hacen pensar en la autenticidad de una parte de dicho Evangelio; creo que no todo en él es paja; que hay verdades en bastantes afirmaciones; pero también mucha paja añadida mal intencionadamente, por lo que me parece muy aconsejable medir a Juan, sobre todo, con Mateo (testigo directo y "madrugador"), para ver lo que cuadra y lo que sobra (por añadido corruptor); y sobre todo, medirlo con la esencia del conjunto de los otros evangelistas.
Es difícil encontrar concordancias entre Juan y los otros tres (incluso en los propios hechos); pues Juan casi siempre va "por libre"; con olvidos escandalosamente inaceptables de todo punto (como que no mencione la Transfiguración de la que fue testigo..., básicamente, la prueba del algodón de que algo no cuadra nada con este autor); o mencionando hechos que los otros "inexplicablemente olvidaron" (entiéndase la ironía). No obstante, existe un fragmento de Juan que, no solo coincide con el de Marcos y Mateo, sino que los matiza bastante; aunque quizás cabe decir "demasiado". Y precisamente, es aquel fragmento del que Jesús dijo que sería recordado en memoria de aquella mujer que le honró. Curiosamente, es Lucas (Pablo) el que no recoge este momento “memorable” por hipótesis, en su evangelio, contradiciendo a Jesús; aunque creo que Jesús se refiere al Evangelio como conjunto de enseñanzas; es decir, la verdad, la esencia encerrada sin contradicciones entre los tres evangelios (y en parte, apurando y con muchos matices, en los cuatro).

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Mateo, como Marcos, se refiere a una mujer sin especificar, en casa de Simón el leproso, en Betania. Pero Marcos (Pedro), como de costumbre, es menos conciso; y además de concretar en cuanto al frasco de alabastro, especifica el tipo de perfume: nardo legítimo “de mucho precio”. Concreta como la mujer rompe el frasco, vertiendo su contenido sobre la cabeza de Jesús; especificando además su valor: más de trescientos denarios.
Pero "Juan" es aún más descriptivo, hasta el punto de que cuesta creer que nuevamente, dados los actores de este suceso, los otros evangelistas pasaran por alto sus identidades en sus evangelios; eso para empezar. Aquí, de nuevo, resulta sorprendente... y sospechosa la “soledad descriptiva de Juan”. Así, lo primero que concreta después de tantos años de haberlo vivido, es que sucede seis días antes de la Pascua; para continuar afirmando que, en la cena, Jesús está junto a su amigo Lázaro, a quien resucitó. Marta, la hermana de Lázaro, sirve la cena, y María, la otra hermana, es la mujer del perfume (que casualidad): una libra “de nardo legítimo de gran precio”. Siendo así, seguramente Jesús estaba en Betania precisamente para visitar a su amigo Lázaro (que parece ser, era ese atípico tipo de rico; una excepción similar a "pasar un camello por el ojo de la aguja"). Todo esto encajaría bien en la casa de Lázaro y sus hermanas, pero no en la de Simón el leproso. Y para que no falte de "na" en el relato de Juan, fue precisamente Judas el que recriminó a María el derroche: que casualidad. Por lo visto Judas no solo era traidor, sino avaro, ladrón, calumniador, etc. como en las películas; el malo, muy malo (para poder colgarle cualquier cosa). Así que de paso, aprovechó "ese Juan" para adivinar las intenciones y catadura de Judas, plasmándolas en su evangelio: Judas recriminó a María porque era ladrón, y por eso tenía la bolsa (administraba al grupo), robando lo que podía. Juan; un apóstol... ¿detective, adivino, y... acusador / calumniador (con razón o sin ella; con pruebas o sin ellas)?: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra"; si... Jesús acusó a Judas en la Ultima Cena, pero él es el Cristo (sin pecado), y el Padre habla por su boca. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, "Juanito".
No parece que sea este Juan el mismo que escribe otras cosas memorables. Todo cuadra tanto que suena a guion de cine (¿y que es el cine sino una ficción, una mentira?), pero, no encaja con un evangelista (un evangelista que convivió con el Cristo no tira la primera piedra) que siempre perdona; ni cuadra este proceder con los otros tres, ni siquiera, aunque sucedieran así los hechos. Este fragmento me hace recordar el famoso refrán: piensa el ladrón que todos son de su condición; y no lo digo por Juan sino, probablemente, por aquel que metió la pezuña en su evangelio, adulterándolo; como ya hicieron otros antes en el odre viejo.
Por lo visto "ese" Juan también era corto de vista, pues donde otros vieron la cabeza de Jesús, él vio sus pies, y para darle más dramatismo al asunto, María secó (según él) los pies, frotándolos con sus cabellos ¿por qué los secaría si se trataba de extender el perfume, no de sustraerlo con el pelo, quitarlo en fin de la piel. Si se quiere extender, mejor las manos, que no restan el carísimo fluido. Pero eso sí, queda muy dramáticamente peliculera la escena del pelo; son los genes que levantaron Hollywood; el templo de la mentira.

Jesús dice según "el autor": ¿Déjala que lo guarde para el día de mi sepultura?: ¿Cómo lo va a guardar si lo acaba de gastar?; esto quizás si podría pasar por una mala traducción. Más bien sería: déjala que es para honrar mi (futuro) enterramiento, funeral (para honrar mi sacrificio).
 

Por fin Juan termina con otra afirmación sospechosa por demás: según él, la muchedumbre no había ido por Jesús, sino más bien y sobre todo (viene a decir como quien no quiere la cosa), para ver al resucitado (o sea, el espectáculo "mediático" del momento). Parece la típica agresión sensacionalista de la élite de turno mediante sus lacayos masones de la Sexta o similar; sutil propaganda anticristiana; esto es: pastorear, conducir el pensamiento colectivo e inducir en él una creencia falsa mediante una media verdad que va ocultando lo otra media; la Verdad. Para ello, ese Juanito, continúa insistiendo en restar importancia a Jesús; y lo que es más importante, a su mensaje (que es el del Padre), para dársela al hecho sensacionalista del “resucitado”; afirmando (de nuevo en solitario), que la Elite, el cesar de turno "también iba a por" (a cargarse a) Lázaro; cuando en realidad Lázaro servía a la elite de turno para, como es el caso (evangelio de Juan), distraer la atención del pueblo judío de la Verdad. Ir dejando en la memoria colectiva, en el subconsciente del pueblo, que la resurrección de Lázaro era el motivo por el que seguían a Jesús las masas y no por sus enseñanzas, por sus implacables palabras; por ese Mensaje tan rupturista con los poderosos labradores asesinos: la doctrina que negaba el sacrificio; la lapidación, los preceptos de hombres… sus adulteradas tradiciones milenarias, los sacrificios institucionales, negando la misericordia. La doctrina que abolía la adulterada Torá, como reconoce sin tapujos el élite Maimónides (el pensamiento de la élite de turno, de los labradores arrendatarios asesinos, permanece porque es tradición, como denunció el Hijo precisamente por "boca" del verdadero Juan); yo hago lo que dice mi Padre, vosotros lo que dicen vuestros padres...  aquellos que mataron a los profetas, a los otros enviados del Propietario.
 

Confundiendo sutilmente, como siempre con medias verdades: resulta que para el pseudo Juan, era el espectáculo el motivo por el que seguían a Jesús, por el que le persiguieron, torturaron y mataron. Pero en realidad, la Elite de turno no soportó que el Mesías (el Hijo del Dueño de la finca) les desautorizase en el Templo (les prohibiese por encargo del Propietario cultivar más con cizaña los terrenos arrendados), ante el pueblo y ante su propia podrida conciencia (cosa que no soportaron), llamándoles a la cara renteros homicidas que, tras matar a los enviados del Padre, iban a matarle también a él, su hijo (predilecto). Que se les quitaba su autoridad (espiritual, intelectual... y total, por estar macladas todas ayer como hoy) sobre los verdaderos elegidos (tras su sacrificio, tras su propia muerte; como adelantó Daniel... ya no será más suyo el pueblo): se invitaría al convite a los caminantes en los cruces de caminos... de otras "naciones". Esa es la causa de la muerte del Cristo y no el “circo” (que promovía ese juan y su pandilla) de sus milagros; como pretende y consigue hacer creer el agnóstico de turno, por boca de un falso Juan evangelista. En fin, que me sigo quedando con el evangelio de Mateo; y a Juan, con todo respeto (a las partes de su verdadero evangelio), lo dejo en cuarentena y sujeto a la prueba del algodón; de él solo algunos fragmentos memorables que no entran en conflicto con la Palabra. Porque por las palabras de más seréis juzgados:
Y a propósito, por lo que me toca (y mucho), lo siento y perdón.

 

Jesús había predicado públicamente su próxima muerte para que todo se cumpliera. Esa mujer, quien quiera que fuese, creía firmemente en el Cristo; de ahí su actitud.

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Id a la ciudad, a un hombre, y decidle: El Maestro dice "Mí tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos".

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Mi opinión:

Mateo se refiere a “un hombre” sin más; pero, ¿cómo le reconocerían?. Quizás Mateo no conocía los pormenores de este encuentro o no le dio mayor importancia.

En Marcos-14, se concreta más, describiendo lo que Pedro recordaba: “Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo, y donde entre, le diréis al dueño de la casa que el Maestro dice: ¿dónde está mi sala para comer la Pascua con mis discípulos?; él os enseñará arriba una sala grande alfombrada y preparada. Hacednos allí los preparativos.”

Lucas, discípulo de Pablo (ninguno de los dos conoció en vida al Cristo; por lo que Lucas lo relata al menos "de tercera mano") confirma los mismos detalles casi al pie de la letra: “Id y preparadnos para comer la Pascua. Mirad, al entrad vosotros en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidlo hasta la casa en que entre, y diréis al dueño de la casa: el Maestro te dice que "¿Dónde está la sala para comer la Pascua con mis discípulos?". Y él os enseñará arriba una sala grande y alfombrada; preparadla allí” (la Pascua).

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Según los relatos, parece que estos discípulos, aun siéndolo, sabían más bien poco de estas dos personas (el hombre que les sale al encuentro y el dueño de la casa). Da la impresión, por las precisas palabras del Cristo, que aquel hombre del cántaro les estaba esperando; él si les conocía y sale a su encuentro. Suena misterioso, la reunión parece haber sido acordada entre Jesús y el dueño de la sala previa y discretamente. Ese acto debía celebrarse, y tras la acusación del templo, los labradores asesinos ya estaban tras los pasos del Mesías. Sabemos que el Padre, a través de Jesús desautoriza lo que se hace en secreto, conspirando; lo que no se hace a la vista de todos y de EL mismo. Pero el fin de esta reunión secreta era para el Bien; el Bien absoluto, que es el del Padre (el de los humanos, cuando no se ciñe a la Palabra, es relativo); y debía ser secreta a esa Elite “de turno”, para que todo se cumpliera. Debía constituirse en esa reunión el único precepto divino que nos ha sido dado de primera mano por el Creador, a través del Cristo anunciado por Daniel: el de la Comunión, la Eucaristía, el pacto o alianza de la Ultima Cena; la Nueva Alianza con un pueblo que de buenos frutos: los invitados de los caminos... (de todas las naciones); con la única ofrenda al Padre de nuestro Señor Jesús; el Predilecto; que se ofrece a sí mismo con su propio sacrificio, para hacernos llegar la Palabra de Dios; mostrándonos el camino. Por eso, la ceremonia a preparar resultaría crucial para el futuro de los elegidos; (a falta de los adulterados preceptos basados en el Odre Viejo de la Elite corruptora) hasta el Día del Juicio.

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Los preceptos de humanos, basados en el sacrificio, saturan las viejas escrituras y están adulterando las nuevas desde el primer momento, y en progresión geométrica por causa de los avances técnicos. Nuevos sacrificios más sutiles y masificados; nuevos disfraces para el mal, pero siempre con el mismo fondo; nacen de las malas conciencias que, incapaces de dominar el instinto propio, dejan de escuchar los deseos del Padre, que nos habla en lo escondido a través de nuestra propia conciencia. Todo sacrificio, que en origen es propio y al poco pasa a ser ajeno, pues el mal se multiplica.
Mediante el Cristo, el Padre nos encomienda celebrar una sola ceremonia en común: la Comunión; donde rememoramos aquella cena entre hermanos que manifiestan su unión, en esa Nueva Alianza con el Padre, basada en la misericordia y no en el sacrificio. Unidad de los invitados de los caminos; de todas las naciones. Solo se puede trascender en el Poder, porque solo EL es atemporal, y Bueno. Así como el Hijo es uno con el Padre, también lo serán aquellos que trasciendan a la Vida. Lo importante no es el acto, la ceremonia; ni lo que dura, ni lo que se dice, ni quien lo oficia, ni donde, ni cuando; lo importante es sentir esa unidad con el cristiano que tienes al lado, porque sabes que entre él y tu esta el Predilecto, y en él, siempre está el Padre. Lo importante es sentir el porque se "firmó" y se firma ese pacto: para obrar según la Palabra: venga a nosotros su reino de misericordia (y no de sacrificio), para que se haga su voluntad aquí en la Tierra como en la Vida.

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En verdad os digo que uno de vosotros me entregará.
El que mete conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, conforme a lo que está escrito de él; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Más le valiera no haber nacido.
 
Tú lo has dicho.

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Mi opinión:

No sé si Judas fue el criminal sin escrúpulos, sin empatía ni conciencia, que describe el, por momentos, dudoso evangelio de Juan; o sea, un ladrón que administraba en su beneficio el capital del grupo y que vendió sin más al Cristo por dinero. Esas simplificaciones son típicas como estrategia para reescribir la historia por parte de los labradores asesinos "de turno"; a partir de mentiras y medias verdades (más mentiras). O si, quizás, en un primer momento, Judas se sintió fascinado, e incluso convencido ante "la llamada" como sus compañeros; pero después, como muchos otros que escucharon la Palabra, fue incapaz de asumir de antemano la búsqueda de la perfección que se esperaba de él. O tal vez quedó decepcionado, como tantos otros, por un Salvador que iba contra muchas de las tradiciones ancestrales de su pueblo, tan veneradas por la superstición judía; preceptos de hombres (el fruto de siglos de errores) basados en el sacrificio y no en la misericordia (la lapidación, por ejemplo), a los que el Cristo denominó el gastado "odre viejo". Un Salvador que, no solo no lo era en esta vida, sino que lo era de otra indemostrable, y a costa precisamente de los triunfos de esta; terrenal y palpable. Un salvador que se ponía del lado de los perdedores, de los necesitados, de los débiles; en lugar del superman que todos esperaban (y esperan); que triunfaría en esta vida a costa del sacrificio de, imponiéndose a, los "menos aptos": la supremacía natural genética animal del más fuerte. Que hiciera valer su poder para imponerse a los invasores romanos para empezar, y a los demás pueblos después (tal como en su opinión han terminado por hacer, pero desde el odre viejo); elevando a Israel a pasadas glorias; definitivamente. El triunfo que prometía (que promete) el Maestro no era para este mundo, para ese momento (ni para ningún otro momento aquí); y lo que es aún más intolerable para los hijos del soberbio: un salvador... ¿de todos...? ¿y no solo de la/s raza/s elegida/s... para dominar a las otras?. Quizás Judas tardó en traicionar al Cristo lo que tardó en comprender; o quizás Judas solo veía en el Maestro a alguien capaz de arrastrar a las masas, de cambiar las cosas; pero en vez de dejarse llevar por él, buscaba arrastrarle a su terreno, controlando ese poder para sus intereses (como Natán de Gaza respecto a Zebí; como hacen los labradores asesinos utilizando la genialidad humana para sus intereses; como el Malo les utiliza a todos ellos); quizás pensó que podía controlar a Jesús, manipularlo e incluso cambiarlo; quizás sin entender nada ni pretenderlo. Quien sabe si llego a comprender; o lo hizo ya demasiado tarde. Quizás, quizás, quizás... sabremos algún día la verdad. En todo caso, la acusación de Jesús (del Padre) induce a pensar que fue consciente de su traición al Cristo, y a sabiendas de que estaba en la Verdad, traicionando así a su propia conciencia.

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Creo que Judas, llegó a conocer el mensaje de Jesús y a entenderlo (ya no había excusa por desconocimiento). Estuvo demasiado cerca de la Verdad como para no comprenderla, e incluso sentirla. Pero como le sucede a la mayor parte de la humanidad, Judas se vio incapaz de aceptar la Doctrina que antepone la misericordia a la fuerza del que la tiene. Incapaz de renunciar al sacrificio del otro en beneficio propio (la ancestral, instintiva, visceral, genética ley natural de la selección natural... terrenal); incapaz de asumir la traición de sus padres espirituales (las élites de turno) a la Verdad; incapaz de renunciar a triunfar en esta vida cumpliendo sus ilusiones, deseos, obsesiones y pasiones; tan arraigados en muchos. Comprendió que no tenía fuerza de voluntad para renunciar a las servidumbres de esta vida para alcanzar la Vida, la Verdad (un clásico; Zebi, Lutero...): "La Verdad os hará libres" (de servidumbres, lazos, complejos, concupiscencias, vicios, pasiones, etc.; "dulces" cadenas que nos atan a esta vida caduca donde reina la polilla y la herrumbre).
Que Judas eligiera la cómoda mentira a la ingrata Verdad, a sabiendas de su delito, es su mayor crimen. Traicionaba la Verdad absoluta, única: entregaba al Cristo y a su Palabra (al Padre); no a un conocido ni a un amigo: No hay pecado mayor. Pero, y el resto ¿cuántas veces nos traicionamos así?, ¿cuántas veces traicionamos al Cristo a diario los llamados cristianos?. Judas lo era por hipótesis (cristiano, seguidor del Cristo), y de los primerísimos.
La rabia, la decepción, la frustración que hubiera podido sentir Judas respecto a sus expectativas (y las de su pueblo), no son atenuantes, sino agravantes; porque todo lo que somos o sabemos nos ha sido dado (los talentos), como le recordó el Cristo a Pilatos; y a Judas se le dio un enorme privilegio (el conocimiento, la fe, la certeza) que pago con la traición al propio Padre que habita, que está, siempre en su Predilecto. Cuanto más  conocemos y sentimos la Verdad, más culpables somos de traicionarla.

Quien ha recibido muchos talentos y solo devuelve deudas, es el peor pagador. Quizás muy pocos (o ningún otro) hayan recibido tantos talentos como Judas; y seguramente ninguno habrá dejado una deuda tal. Por el contrario Pablo, al conocer la Verdad en el fondo de su corazón, parece que no dudó en renunciar a sus arraigadas creencias y a las tradiciones de sus padres; pasando de perseguidor a perseguido. Parece que se trata de dos reacciones humanas, muy contrarias al conocer la Verdad. Uno se decepcionó al comprender; se nubló su horizonte; para el otro se abrió, y de que manera.

 

El mesías, el cristo que siguen esperando en vano muchos judíos, sigue siendo el mismo que esperaba Judas, el que esperaba aquella élite pseudo mosaica; la élite de turno que nos lleva al sacrificio global. Su Dios y sus mesías mundanos se corresponden con la falsa imagen forjada durante siglos por las elites de turno, antes y después de Abraham; por las malas influencias de los pueblos crueles que beben del instinto primigenio; buena muestra es Moisés y la orgía del becerro de oro; confundiendo intereses propios con divinos. Relativizando el bien, es decir, adulterándolo; o lo que es lo mismo, enmascarando el mal, el sacrificio, para aparentar bondad. Mezclamos misericordia con el sacrificio en muy desigual proporción. Proporción que podemos alterar cuando, eligiendo libremente en cada decisión de esta vida, en cada pensamiento cotidiano, decidimos seguir al Cristo, a la humanitaria misericordia; al Padre; o por el contrario, nos dejamos influir por el instinto humanista, animal; del Malo. Nosotros elegimos en cada respiración; en dada parpadeo: es íntimo y sencillo, casi inconsciente; en el silencio de nuestro pensamiento (cuando renunciamos al ruido incesante que nos rodea y nos confunde, impidiendo meditar nuestros propios pensamientos); en todos, en cada instante, en cada decisión, por pequeña que sea: Es mucho mas trascendental de lo que imaginamos; porque, por acumulación, nos marcan una pauta en la conducta que condiciona nuestra trayectoria; pauta o inercia difícil de modificar puntualmente. Como un surco guía al otro, paralelos.

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​Un brote de humanidad pugnó por abrirse paso entre las tinieblas evolutivas, y puso el suficiente entendimiento en algunos individuos que, a través de la misericordia, (novedosa, incomprendida y odiada de inmediato por muchos) entraron en relación con su Creador (y otros, en conflicto consciente con EL). Esa rara costumbre de unos pocos, enseguida fue rechazada por la inapelable competición por la supremacía que rige, implacable, esta existencia; pero esa pequeña brasa de humanidad (misericordia entre humanos) ya nunca más se apagó sobre este mundo, por pequeña que fuese; y alcanzó su cenit tras la visita del Salvador, como adelantó Daniel mucho antes.
Inventarse dioses basados en el sacrificio es un clásico ancestral que vino, que viene a ser, ni más ni menos que la sumisión al Príncipe encargado de este Mundo (hablaba el Padre cuando se dijo: quien no está conmigo, es decir, con la misericordia humana; está contra mí; es decir con el sacrificio bestial entre humanos); el Malo..., el Lucifer de los "iluminados" (iluminados por las tinieblas de la lechuza) masones, para que todo encaje.

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Jesús, sin ningún ánimo de venganza, le dijo a Judas lo que le dijo; sencillamente porque lo sabía; porque era la cruda verdad. Pues no le entregaba solo a él; entregaba, traicionaba, al que hablaba por su boca y actuaba con sus actos... al que le había enviado; y Judas lo sabía; y con todo, lo realizó premeditadamente; traicionó a su conciencia; se traicionó. Creo que Traicionó al Poder por pura frustración; lo sabía y lo hizo. De ahí las duras palabras de Jesús.
El que no tiene fe verdadera, está engañado y al traicionar esa fe, no se traiciona; no traiciona su conciencia; pues vive en la mentira; e incluso quizás sabe que vive así. Pero el que tiene fe verdadera y la traiciona, (aunque no haya estado tan cerca del Cristo, del Padre) es un judas que derrocha muchos talentos; ¿cuántos judas de pacotilla más habrá habido, hay y habrá?.

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Tomad, comed. Este es el cuerpo mío. Bebed todos de él porque ésta es la sangre mía, de la alianza, la que va a ser derramada por muchos, para remisión de pecados. Os digo que ya no beberé de este fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beba de nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

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Mi opinión:
-Juan (esto es lo único que tiene Juan a aquella última cena): "En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará. Aquel a quien diere el bocado que voy a mojar. Lo que vas a hacer, hazlo pronto". Parece que solo "recuerda" y le preocupa el tema del traidor. "Inexplicablemente" no hace ni mención a la Nueva Alianza con el Creador; que el Cristo deseaba "ardientemente" celebrar con sus discípulos: sobran las palabras respecto a este Juan desmemoriado hasta la saciedad.
-Lucas: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la comeré hasta que se cumpla en el reino de Dios. Tomadla y repartidla entre vosotros. Pues os digo que no beberé ya del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios. Este es el cuerpo mío, el que será entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. El cáliz este, es la nueva alianza (ofrecida) con mi sangre, la que será derramada por vosotros."
-Marcos: "Tomad, éste es el cuerpo mío. Esta es la sangre mía, de la alianza, la que va ser derramada por muchos. En verdad os digo que no beberé ya el fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beba nuevo en el reino de Dios."

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El Padre no quiere sacrificio sino misericordia. El Hijo se sacrifica voluntariamente para establecer un pacto con el Padre; que es justo: esa es la bondad. La maldad de los más justos se perdonará, en justa compensación por su sangre (su esfuerzo), si siguen el ejemplo del Maestro. No es igual sacrificar "al otro", que sacrificarse uno mismo; solo así el sacrificio, por una vez, tiene sentido; pues no se busca, pero se ofrece para mantener al mundo, al prójimo (y a uno mismo), en la Verdad única; en la misericordia; en el Padre. Gracias al Predilecto (creado por el Padre a tal fin: es decir, gracias al Padre) muchos de los llamados se salvarán, pero no en este mundo/vida, sino para la Vida eterna en el Creador; ganarán la Vida a costa de esta vida. La sangre que beben los justos (invitados de los caminos, tras el asesinato del Predilecto) simbólicamente, es la del Hijo, para afirmarse en la Nueva Alianza; y será derramada también por los justos que siguen los pasos del Maestro. Y aunque el Mundo nunca ha ido bien, no irá a mejor (como adelantó Daniel y el Cristo), sino que se hundirá cada vez más (y parece que aceleradamente) hasta llegar a la Gran Tribulación. Todo indica que al final será más o menos como al principio: una carnicería. Los mártires nunca han dejado de existir, pero en la cristiandad, durante un tiempo escasearon; no así en el resto del globo. Los labradores asesinos revertirán la situación (ya en fase avanzada), para que en ningún lugar encuentren cobijo los que han de entregar su sangre.
 

Lucas, discípulo de Pablo; al igual que Pablo, tampoco conoció a Jesús mientras estuvo entre nosotros. Y, sin embargo, recoge una frase en la que Jesús pide que se recuerde esa cena en su memoria: "haced esto en memoria mía". Nada dicen de ello Marcos (discípulo de Pedro y que tampoco conoció al Cristo); ni Mateo (que si le conoció y escribió pronto su evangelio); ni por supuesto Juan, que ni siquiera parece dar importancia en su evangelio a la reunión: ¡a la Nueva Alianza!; salvo para acusar a Judas. Lucas, para no haber estado Pablo en la Cena, adorna la escena con ese “ardientemente”; lo que choca un tanto con la parquedad de palabras de Marcos-Pedro y de Mateo; y con el propio mensaje del Cristo en cuanto a la economía de palabras. Salvo este hecho, y el tema de la conmemoración (y ya son dos…) el resto es semejante en los tres, con matices. De hecho los tres mencionan la Alianza, que por hipótesis, es nueva.
Queda claro que Jesús no volverá a comer la Pascua hasta que llegué "el reino de Dios". El Reino de los Cielos es la venida del Cristo con el mensaje del Padre; pero, aún no es ese el Reino de Dios como podemos comprobar a diario. Lo será para “muchos” (poquísimos, en comparación con el total) cuando se auto elimine la cizaña... necesariamente, como resultado de nuestro libre albedrío. Solo ES con el Padre quien desea SER.

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Lucas (Pablo), Marcos (Pedro) y Mateo mencionan la palabra clave; la Alianza (pacto) resultante de aquel acto. Pablo (Lucas), ya la califica como “Nueva Alianza” (con el Padre); porque precisamente Pablo, persiguió en un principio a los cristianos por atacar a su “querida” Antigua Alianza; la de sus mayores (el pueblo judío siempre da gran importancia a su tradición sin cuestionarla, como interminable cúmulo de añadidos dispares; y en gran parte, la iglesia cristiana de cartón piedra peca de lo mismo, añadiendo al odre viejo, la adulteración del nuevo). Pablo, "Vió" al ser “derribado del caballo” la diferencia entre el sacrificio (normalmente racista) de la Antigua Alianza (adulterada de sus mayores) y la misericordia de la verdadera alianza del Padre con todos sus hijos; y quiso que Lucas lo escribiera así: nueva; ya que el odre viejo del sacrificio… contra el prójimo distinto, inferior; contra el “otro”; estaba podrido y débil; hasta el punto de ser contrario al verdadero original mosaico, y al verdadero… nuevo odre; el de la misericordia entre iguales. Muchos, como Maimónides, como las élites de turno: los labradores arrendatarios asesinos, siguen atados al odre viejo; arrastrando con ellos en su ceguera a la humanidad, casi en su totalidad; mientras esperan sus altos círculos endogámicos a un nuevo cristo, a su mesías de turno: racista, vengador; materialista (de hecho, ya han encontrado varios… Luria, Zeví, Herzl, Rothschild; a cuál más falso y mundano); siempre persiguiendo el poder y la gloria. Su verdadero dios es su ego, sediento de poder. En el fondo de su negra conciencia son ateos, como sus lacayos masones, sembradores de escoria atea Disreali Rothschild.

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Alianza significa pacto; en este caso, entre el Creador y una ínfima parte de su creación, que le reconoce como tal y acepta ese pacto. Ese pacto con Dios se siente desde “lo escondido” de nuestra conciencia; que dificil es darle credito cuando todo al rededor invita a lo contrario; sin embargo, en algunos momentos de silencio y soledad, sentimos la certeza de la Verdad. Pero también recoge otra definición de alianza la RAE; es la "unión para un mismo fin"; que en este caso es la comunión, simbolo de la aceptación compartida de la Alianza. El deseo, compartido por los llamados, de intentar seguir los pasos del Modelo; la voluntad de vivir ese pacto. La sangre que se menciona no es solo la del Cristo (la del ejemplo a seguir); también es la de los mismos asistentes que están (en teoría) dispuestos a seguir sus pasos. Así se llega a formar parte de la voluntad del Padre y se puede trascender en EL. El Cristo ya es uno con el Padre; los que "derramen su sangre" en esta vida, cual fruto de la vid, trascenderán igualmente en la Verdad.
La naturaleza del Padre es la bondad (la bondad del Padre es la justicia; y a la inversa): el nexo integrador entre las partes. Por el contrario, el mal es excluyente, selectivo, secesionista, separatista, disgregador, rompedor, discriminador; racista; cainita; supremacista; egoísta: busca el sacrificio egoísta "del otro"; de otros: le es ajeno al Poder Creador (que es justo lo contrario del egoísmo) y no permanece en el EL; sin embargo es la ley de este "mundo tamiz", grabada en lo más profundo de todos sus moradores (los genes donde está escrita la programación de la carne); quien no renucia a la carne, a este mundo: a su ley; es desechado y quemado como cizaña; porque todo reino dividido contra sí, no prospera. "El Malo" dice pretender también la unidad integradora, pero por la fuerza, por del sacrificio disgregador, selectivo: Mentira: es una contradicción, porque el fin último del filtro selectivo lleva al sacrificio generalizado, hasta llegar supuestamente al más apto: ¿dónde parar?. Si realmente se busca la perfección desde ese punto de vista, se llega a la propia extinción de la especie humana como tal; cayendo en el espíritu humanísta de rebaño aborregado y acrítico; antesala de la bestialidad feroz y desalmada; desandando el camino. Así el comunismo global al que nos aboca el nazismo patológico de la elite de turno; de los labradores arrendatarios asesinos "de turno" (que desembocará en la Gran Tribulación, tras el fin del Tiempo de las Naciones). Sus seguidores buscan la eliminación de la mayoría, en cuanto pueda estar en sus manos conseguirlo. E igualmente buscan entre tanto, situar en un plano de inferioridad a todos cuantos les sea posible, anulando su espíritu critico para doblegar su alma. Otra subespecie para el parque zoológico temático.

Por el contrario, la unidad perdurable se consigue con el amor verdadero; la misericordia entre hermanos en el Padre. La Nueva Alianza es el Reino de los Cielos traído por el Cristo; pero, en sus palabras: el mundo (tras su mensaje… la luz, la Verdad) eligió (elige y elegirá) las tinieblas: este mundo y su inexorable ley de selección del más apto (así la iglesia de cartón piedra, buena muestra de esas tinieblas de las que habló; hoy más que nunca adulterada por Bergoglio y sus lacayos masones, al servicio de la élite, de los labradores asesinos). Jesús no expresa un deseo, ni una posibilidad; está relatando el futuro… el presente. Gracias a Daniel, y al mismo Cristo que profetizó; sabemos que pasó, que pasa y que va a pasar indefectiblemente (aunque solo el día lo conoce el Padre). Está escrito; la Verdad revelada, no es relativa; es clara y sencilla para quienes vean desde lo escondido; desde el corazón; los que tengan oídos, y voluntad. Por nuestra voluntad expresamos un deseo: "Venga a nosotros su reino... de misericordia, que es la verdadera justicia" (venga a nosotros su reino de justicia); ya que, por deseo del Poder, está en la mano de cada uno que así sea en su entorno; que así lo exprese (piense) y que así lo cumpla. Para que (por lo que a cada uno respecta) se haga su voluntad aquí en la tierra (en esta vida) como se hace en el cielo (en la Vida eterna).
Algunos viven con esa convicción y, a su manera, por encima de unos y otros, buscan traer ese reino en torno a si (como algunos misioneros); que buscan complacer a su creador; al Creador; para cumplir su parte en el pacto del odre nuevo, en la nueva alianza que nos trajo el Mesías (o intentarlo). Es el pequeño rebaño que el Padre concede al Hijo; los que ahora caminan por el sendero difícil y tortuoso (su sangre será derramada, serán humillados y perseguidos): la puerta estrecha; los que se llevan todas las tortas. Eligen la misericordia en lugar del sacrificio; la fortaleza de la fe y la voluntad de seguirla. Son los fuertes de espíritu que vencen su instintiva debilidad humana: los instintos básicos heredados, escritos en nuestros genes, siempre subyacentes; la tentación continua de las cadenas de la carne; el materialismo que nos ata a este mundo y sus pequeñeces; que son la mayor motivación de la mayoría (mayoría que sin embargo, paradójicamente, los perciben como débiles, e incapaces de triunfar aquí). Los placeres y el buen vivir, hoy de la mano del consumismo moderno, nos vuelven egoístas contra todo pronóstico (pues la abundancia debería dar pie a la solidaridad, pero es al contrario) acercándonos al sacrificio y alejándonos de la misericordia. Materialismo que no es nuevo, pues en mayor o menor medida nos acompaña desde siempre, y como muestra, Sodoma y Gomorra. Hoy no se trata solo de algunas ciudades, es global. El consumismo pseudo liberal que nos conduce al comunismo nazi por arte de birli birloque; paso necesario para la anulación intelectual de las masas. Antes o después, el auge de la carne materialista; y la decadencia del espíritu; inevitablemente ligados al sacrificio de los menos “aptos”; de los más débiles y vulnerables: del hermano desconocido.

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Hoy corre de boca en boca el "carpe diem..." o sea: "vive el momento… que son dos días"; y a disfrutarlos. O sea, hoy casi la totalidad de la humanidad, en mayor o menor medida, ha pensado y piensa que es así, que es "mejor pájaro en mano que ciento volando"; que es preferible disfrutar aquí y ser servido; que ayudar y servir en esta vida como el más pequeño, pringado, como el que más; es decir, sirviendo a todos. E incluso la mayoría, no solo se valdrá de alguien, sino que abusará de alguno o de todos los que pueda. Pero no es "carpe diem", ese vivir el momento (en el sentido que se suele utilizar), lo que desea el Padre para sus criaturas superiores dotadas de libre albedrío (dándonos así la oportunidad de elegir o no, el espíritu integrador, anteponiéndolo al egoista instinto animal subyacente en cada uno). El "carpe diem" pone de manifiesto que, en realidad, no se cree (o no se cree lo suficiente que, a mi entender; realmente es no creer y engañarse), porque si se cree, se debería aplicar gustosamente la incómoda misericordia a todo el prójimo, y cada dos por tres. Sentir misericordia por los que más la necesitan no debe entenderse como un sacrificio, sino como una oportunidad de satisfacer al Creador; y así percibida, si se disfruta, se vive ese momento de unión con todos nuestros hermanos; y sobre todo, con el Padre.
Pero, sentir misericordia por el hermano malvado no es aceptar el mal; el mal se combate siempre por mucho que le contraríe al hermano malvado: al Malo (nunca con la espada, dijo claramente el Cristo; pues nos pondríamos a su nivel; es decir, de su parte; aunque hayamos de ser humillados; perder o morir aquí, para Vivir allá). Emplear el mal para vencer al mal es cambiar de bando; es ponerse de parte del Malo, guste o no; y de nada sirve ganar aquí si perdemos la Vida alejándonos de la Verdad, del Padre.
Encontrar el disfrute, la felicidad; siendo fieles a la Alianza, es como volver a nacer; es recuperar la inocencia del niño que llevamos dentro. Complacer al Padre sin que suponga un sacrificio, sin importar el “qué dirán los vividores” del carpe diem. Pocos alcanzarán tal perfección dijo el Cristo. Por contra, los del carpe diem relativizan las situaciones, adaptándolas convenientemente a las circunstancias, a lo que más convenga coyunturalmente o a lo que apetezca; pasando por encima del compromiso de la Alianza; es, vivir en la mentira; vivir una mentira; por muy cristianos que digamos ser; y va ligado más o menos; nos guste o no; de alguna manera… al sacrificio de algún hermano desfavorecido. El modelo es "servir, y no ser servidos, servirnos de...".

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La sangre derramada por muchos (derramada por vosotros escribe Lucas-Pablo), la de los que se comprometen; Abel y el Cristo incluidos; para la remisión (el perdón) de los pecados (las ofensas al Padre). Los pecados de los comprometidos con el Reino de los Cielos en la tierra (comunión en esta vida): sus deudas; debilidades, errores, flaquezas...; tantos cada cual como estrellas en el cielo; y eso hablando de los “justos”. La cizaña; no paga sus faltas con su sangre (sufrimiento, persecución, sinsabores, etc.) en esta vida; con independencia del sufrimiento y muerte que pueda depararles su destino. El Cristo también habló de su futuro. Ellos son los que dictan su sentencia, pues su sangre (esfuerzo) no lavará (limpiará) su maldad.
Nadie está libre de pecado; antes al contrario; se cuentan por millones; pues millones son el número de pensamientos por persona y día. La salida fácil del adulterador de turno; gnóstico de toda la vida; como pueda serlo un protestante del lacayo masón Bergoglio (sin fe verdadera), es rendirse a su debilidad; la excusa para dividir y seleccionar, responder al mal con el mal llamándolo bien, tirar la primera piedra, levantar la espada para defenderse... etc; y cavilan: si no podemos dejar de pecar, pequemos cuanto nos plazca... e inventémonos, convenzámonos de que, basta la fe: creer en un ser superior y tener la convicción de que, por el mero hecho de tener tal fe, somos los elegidos por este. Si no podemos “vencernos” (vencer el instinto animal de prevalecer, de dominar y de ser servidos como superiores); o sea, si no somos capaces de dejar de errar… de pecar; será porque es imposible; y si lo es, es porque dios, ese arquitecto del universo ("que sabe que los elegidos creemos en él aunque nos dejemos llevar") no condena que erremos… porque es imposible dejar de hacerlo (piensa el ladrón...); no le parece mal, pues "somos mejores que el resto" por tener la fe. Así más o menos, son las divagaciones de los mesías del odre viejo como Zebí, o de sus excrecencias masonas pseudo ateas tipo Lutero, y en general de toda la cultura anglo sionista; que "se pasa la vida" justificando el sacrificio por esto, por aquello o por lo de más allá. De hecho, incluso en las trasnochadas películas anglosionistas de “buenos y malos”, ya tan denostadas hoy por la progresía masona (que impone el ambiguo “relativismo que toca”); siempre se termina justificando el mal (al que llaman bien) del "bueno de la película" para terminar con el malo de turno, o para irse con la esposa de algún malvado depravado. Justificación templaría y germen de adulteración continuo; aceptado por la Iglesia católica y cristiana en general, desde el mismo momento en que tuvo algún poder terrenal de imposición; ya en los albores. Eso por no hablar del resto de religiones (sectas); de las que ni merece la pena hablar; pues la perversión es la misma y aumentada.
Tras cada caída debe existir la plena convicción de que será la última; propósito de enmienda no es tal si no se siente como tal... cada vez, cada segundo; esa es la diferencia: no basta con la fe. Es evidente que con esa mentalidad de prescindir de las obras; de la bondad; se justifica el sacrificio (típico anglosionista) y se menosprecia la misericordia verdadera. El propósito de enmienda; el arrepentimiento total es fundamental. Hay que estar convencido de que cada caída es la última; lo que obliga a vigilarse continuamente, porque continuamente pecamos de pensamiento. Hay que luchar tras cada caída y no entregarse nunca; jamás aceptar el mal; si la sociedad que nos han ido preparando nos lo presenta como inevitable, habitual y hasta guay (el mal en papel de regalo); hay que percatarse del engaño y reaccionar en el sentido opuesto siempre que seamos conscientes del engaño. Si no se tiene esa actitud se termina por banalizar, por relativizar el mal, confundiéndolo con el bien; lo que lleva a dejarse llevar: todo da igual, todo es relativo... solo cuenta el pájaro en mano. Una cosa lleva a la otra. Hoy esas películas malvadas con apariencia de bondad, han dejado paso a una maldad más evidente y feroz también relativizada: el malo es el bueno: descarada perversión; el reino de la confusión, de la mentira, del mal; del Malo. Solo son una sucesión de fases cada vez más acentuadas hacia el abismo.

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El Cristo beberá con los elegidos, el fruto de la vid, ya en la Vida, el día aquel que está por venir. Entre tanto, nos pidió (según Lucas-Pablo) rememorar ese rito del pan y el vino en su Ultima Cena; ya que nada menos que se celebró la Nueva Alianza con el Poder; sin trompetas celestiales, sin terremotos, ni prodigios; nada de alardes, tan habituales en las Antiguas Escrituras; no es necesario ni conveniente, sería como las palabras de más, del Malo. No recuerdo que nos pidiera, a parte de este, celebrar ningún otro rito; y este, remite solamente a dos discípulos que no le llegaron a conocer: ni Pablo, ni su discípulo Lucas, autor de este testimonio. Raro me parece que Pedro (Marcos) y Mateo no hicieran referencia a tal petición. Los ritos tienen mucho que ver con los "preceptos de hombres": "obras son amores y no buenas razones" (lo contrario del gnosticismo protestante y atávico). Sin embargo, si algún rito tiene razón de ser es el que rubrica la Nueva Alianza, y celebrado precisamente en la tradicional Pascua judía (sin suprimir, perfeccionar); fortaleciendo la unión de voluntades junto al Maestro, unión de certezas, de fe en la Verdad; con la esperanza de vivirla en el Padre. Parece que solo Pablo entendió la verdadera magnitud de esa cena celebración. No es mucho pedir, una sola celebración periódica; las demás, están de más.
No dijo que fuera todos los domingos, ni cada mes o cada día. La Ultima Cena celebraba la Pascua; conmemoraban la liberación de Egipto y el éxodo por el desierto; y antes, los cambios estacionales relacionados con la primavera y las cosechas; se supone que para dar gracias al Padre. Pero, el Hijo de Israel que celebró esa, y antes otras pascuas judías; era, es; el Hijo predilecto del Poder; cuyo espíritu habla en su pensamiento, por su boca; y por estar siempre en él, es él (por su gusto se personificó para acercarse a nosotros): el Hijo es la elección del Padre: es el Padre (cuyo espíritu no ocupa lugar) quien obró (obra y obrará) y por tanto, las celebraciones primitivas de la pascua, pasan a ser insignificantes, y vinculadas al odre viejo de la antigua alianza mosaica (con fragmentos verdaderos, pero grandes cantidades de adulteración, de maldad acumulada); mientras que la nueva fiesta pascual celebra la venida del Reino de los Cielos (el deseo, el pacto del Poder) con el Hijo; ¡la venida del Poder, del Creador! (el Todo estuvo entre nosotros porque El puede ser el Hijo, pero el Hijo no puede ser el Padre). Se materializó la Verdad prometida y revelada al fin a una especie que, viniendo del barro, puede alcanzar (negándose a si misma), un lugar más allá de la imaginación, gracias a esa alianza, a ese pacto. En la nueva pascua no se sacrifica un cordero, sino que se ofrendan los propios elegidos, siguiendo el ejemplo del Maestro. Así, en realidad, si es un sacrificio humano, el de los propios celebrantes; los llamados: elegidos cuando llevan hasta las últimas consecuencias la certeza de su fe.
Son los propios asistentes los que se ofrecen al Padre; ofrecen sus vidas: esta vida, para traer en torno a sí (se comprometen) el Reino de los Cielos (el reino de la misericordia/justicia), el del Padre en su ausencia (voluntaria). Tendrán que bregar con el mal, con el Caín de turno; para traer el bien. Así reza el Padre nuestro.


La Nueva Alianza, la Eucaristía, bien podría celebrarse una vez al año, evitando caer en la rutina semanal. No dijo Pablo que hubiera que repetir como cotorras frases desgastadas y vacías por la rutina... "como los gentiles: palabrería al peso”, sin sentimiento y como mero sacrificio al dios déspota que anida en el subconsciente de la mayoría de cristianos, influidos todos (aunque unos más que otros) por el Odre Viejo (Antiguo Testamento), jamás desterrado; con sus contradicciones latentes, evidentes y escandalosas; viejo odre enquistado también en la iglesia de cartón piedra (de partida, y empeorando); con la continua protestantización; hoy ya descaradamente sincrética, masónica, de Bergoglio y su logia; lacayos serviles de los labradores asesinos. La sucesivas Biblias, además del gastado por corrompido pacto; afortunadamente recogen también el Evangelio, el Odre Nuevo; para desmentir al viejo (en el mismísimo libro) ante quienes sepan ver y oír. Son los rituales, procedimientos, tradiciones que el Cristo condenó en el Templo; y que hoy volvería a condenar para con el odre nuevo mal interpretado (casi de partida), pues son igualmente nuevos preceptos de hombres ligados al sacrificio: el mal pastor ancestral.
La Comunión y la oración no deben sentirse como un sacrificio, sino como una oportunidad que debe brotar nueva tras cada caída. Y al llegar ese momento de compartir la fuerza de la comunión, sentir el deseo de una sola voluntad; sentir la Fuerza verdadera de todo lo que nos rodea; de la pequeña parte que vemos y de la que no sabemos nada: la voluntad de muchos (que es la del Padre o Poder; cuyo espíritu descansa en los elegido); la fe, que es necesidad; nacida de creer y de sentirlo. Que difícil hoy (cada vez más, hasta llegar al achinado y comunista fin de Tiempo de las Naciones), cuando es casi imposible encontrar un sacerdote, un buen pastor de verdad; no influido por la intensa y creciente adulteración gnóstico-sincrética; la tormenta perfecta de Bergoglio, camino de "la religión del Partido". La regla para medir al buen pastor es la esencia del Evangelio (el verdadero; que será cada vez más perseguido): por sus obras los conoceréis. No cesarán en el intento de darle la vuelta, y sus falsas versiones desorientarán a muchos. Jamás se adaptará la Palabra a ningún Cesar, y ningún Cesar la aceptará jamás fielmente. Interesa guardar un ejemplar antiguo e ir comparándolo con las sucesivas versiones; y nunca perder la esencia de base.

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Es la propia Eucaristía en las postrimerías de cada Misa, compartida con verdaderos fieles (que siempre habrá alguno; pues no ha de ser perfecto, pero si perseverante en el intento), la que rememora aun, públicamente, esa cena, ese acto de Comunión que nuestro Rey (como dijo el rey David; pero más bien Rey para los que merezcan ser llamados a su reino; rey por la gracia del Padre) nos pidió recordar: La Alianza con nuestro Señor de todas las cosas.

Nada dijo el Cristo con relación al resto del acto, salvo sus palabras y obras. Ni que se repartiera una “forma” sustituyendo al pan; ni que se dejara de tomar el vino: ¿Por que no pan y vino de verdad?, ¿por qué cada domingo?; la pascua que celebraban no era semanal. 

 Evidentemente se trata de rememorar el acto y sentir su significado; lo demás es accesorio. No está demás recordar pasajes del Evangelio, pero ¿por qué insistir en las contradicciones del Viejo Odre?; ¿por qué no usarlo, en todo caso, como ejemplo de lo que no debe ser?. Casi cualquier referencia al odre viejo justifica el sacrificio; ejemplo de la continua adulteración humana. No se si importa que sea pan o no; que no haya vino; que sea domingo o que sea cada semana o cada año; creo que lo más importante es confesarse al Padre en lo escondido, y eso si; con mucha frecuencia (y en especial cada noche y cada vez que caigamos) y siempre, siempre; con sincero propósito de enmienda. Lo más importante es hacer/servir por/a cualquier humano (hermano), pero no para ser visto por ellos, sino por el Padre en lo escondido de nuestra conciencia. Del mismo modo que no importa que el confesor (más en los tiempos que corren) sea un impostor, pues uno se confiesa ante el Padre (sea quien sea el que está tras la cortinilla)...ante su espíritu santo que puede ser llamado a lo escondido del pensamiento; del mismo modo en la Eucaristía (la unión en Cristo: comunión); no importa si el oficiante no cree realmente y, o, si actúa con maldad : ese, además de escandalizar, se engaña antes a sí mismo. Si importa que tu hermano, a tu lado, sienta como tú; y entonces, entre ambos, esta Jesús, ofrendándose al Padre contigo: lo prometió; y el Espíritu Santo del Padre siempre está donde esté él, pues su pensamiento siempre está limpio. Lo importante en la celebración no es el oficiante, sea o no honesto; es la comUnión de los fieles. Porque ninguno es más que otro. Solo hay un Maestro y un solo Padre común. Como trascendente y santo es el recuerdo del Padre, al pensarlo y al nombrarlo (si se hace conscientemente, alabándolo); así es la Eucaristía: un momento santo, porque en el Cristo está, con toda seguridad presente, el Espíritu Santo del Padre. Y no creo que exista ninguna otra cosa santa más en este mundo; ya que UNO solo, es el bueno: el santo; y tan solo lo relacionado con EL es santo: perfecto. Nuestra mayor grandeza es esa; la que el Poder nos ha dado con su sola mención consentida, con su solo recuerdo en lo escondido de nuestro pensamiento. Es la única perfección santa que podemos alcanzar y disfrutar aquí; pensar en el Padre y compartir su Alianza. De ahí el deber, absolutamente olvidado y pisoteado (gracias a la adulteración continua de nada menos que, el Segundo Mandamiento) de no mencionar al Padre en vano; con falta de respeto, veneración y agradecimiento (sea buena, mala o ninguna la intención) porque, como mínimo, se banaliza su memoria. Solo al mencionar (sintiéndolo) al Padre, alcanzaremos a rozar cierta santidad.

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En la comunión "de los invitados de los caminos", se renueva el compromiso con la Nueva Alianza; con el Creador; con el Poder. Jesús anunció (pidiendo a sus discípulos que anunciaran) la Nueva Alianza, la llegada del Reino de los Cielos: El mensaje claro del Padre, comprendido entre las palabras y obras del Hijo predilecto; en quien se complació, pues era/es el Poder quien obraba y obra: Su deseo concreto; la Verdad, atemporal y absoluta; la vara de medir todo: nada es relativo; existen infinitos puntos de aproximación, pero una sola solución real. Ese es el Reino de los Cielos; la simiente en medio de un inmenso campo atestado de cizaña. Todavía no es el reino del Padre por su propio deseo, pues en el Padre no transciende el mal (aunque exista en este mundo frontera para justificar nuestra elección mediante el libre albedrio humano); se elimina. La justicia del Padre es el bien: la misericordia. El Padre no condena; sino que ha dado a cada cual la posibilidad de salvarse o la elección de condenarse a si mismo. Tras el Cristo, nadie puede llamarse a engaño. "Venga a nosotros su reino...", es el deseo que expresa el buen cristiano que lo siente de veras. Lo hace suyo para intentar que venga en su entorno, por lo que le toca, en la medida de sus “talentos”; posibilidades: "para que se haga su voluntad aquí en la tierra como se hace en el Cielo"; que se haga en esta vida como en la Vida; en este mundo como en lo escondido... a nuestros sentidos, a nuestro conocimiento. Porque por SU voluntad, es la nuestra la que cuenta aquí para bien o para mal. Depende de cada uno que se haga aquí la voluntad del Padre; esa es la voluntad del Padre. Pidámosle ayuda para conseguir ese profundo deseo; para que podemos llegar a ser un ejemplo para otros, siguiendo sus pasos cuando estuvo aquí.
Para el Poder ya todo está escrito, porque el tiempo solo existe para nosotros; por eso, para cada uno, la hoja está por escribir. Nada está en el mismo plano que el Poder; ni siguiera el Hijo predilecto; aunque por deseo del Padre, el Hijo si le conoce y cumple su palabra... pues albergó su voluntad, dotándose de presencia humana. Evidentemente el Hijo no es solo humano; es mucho más, supongo que nada le es comparable en el resto de la Creación. Es el modelo perfecto del artista; el predilecto del Padre es (cómo dijo David) el Rey, el Señor, de los elegidos. El Cristo ya es uno con el padre...  de nuevo. Cuando habla el Hijo, es el Padre el que habla. Cuando sonríe el Hijo es el Padre el que sonríe. Cuando se enfada, es el Padre el que se enfada. Cuando el Hijo obra, es el Padre quien obra. Tal es el deseo del Padre, y el Hijo lo sabe. Y aunque el Hijo, tan solo en las tinieblas de la muerte humana dude, el Padre está con él. El Hijo, es el Padre; pero el Padre no es (solo) el Hijo; es infinitamente más, porque el Padre puede ser lo que quiera, pero el Hijo no; tan solo hace la voluntad que le guía; y siendo dos voluntades, es la misma. El que ha visto al Hijo, ha visto al Padre; pues el Padre eligió y elegirá ese aspecto (para mostrarse a los elegidos). Lógicamente ningún humano más serviría porque solo el Hijo fue creado sin tacha al efecto.

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Desde la perspectiva humana, el Reino del Padre; tras este mundo caduco; tras esta vida caduca; es aquel en que el Cristo volverá a beber el fruto de la vid con los elegidos. El Reino de los Cielos en este mundo, no es material; no abarca una extensión ni dura un tiempo; el Reino de los Cielos es el de las almas, de las voluntades de quienes están más cerca del Creador; porque lo intentan a diario y nunca se rinden a pesar de las caídas, de los fracasos: los que perseveren se salvarán. Es la suma de los elegidos; la suma de su fe: la comunión de "los santos", su comunión.
"Los reyes de los gentiles los dominan, y sus príncipes (gobernantes) se llaman bienhechores. No así vosotros, sino que el mayor sea como el menor, y el que manda, como el que sirve. Porque ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es verdad que el que está a la mesa? Yo estoy entre vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas. Como mi Padre me ha dado el reino, así os lo doy a vosotros, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos y juzguéis a las doce tribus de Israel.": Son palabras atemporales.

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Todos vosotros os escandalizaréis de Mí en esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersaran las ovejas del rebaño. Pero, después que resucite, iré delante de vosotros a Galilea.
 
En verdad te digo que esta noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.

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Mi opinión:
Os escandalizaréis de mí (me negaréis) esta noche: lo que hizo Pedro por tres veces, lo hicieron todos ellos aquella noche; escurrieron el bulto. Cuando la persecución arrecia, raro es el que se mantiene firme, al menos desde el primer momento. No solo es el temor a la violencia y el dolor; es también la presión del entorno, de las masas, adoctrinadas en el odio, teledirigidas por quienes saben manejarlas; adiestradas en el materialismo, imbuidas de la cultura atea que nos rodea por culpa, ayer como hoy, de los labradores arrendatarios asesinos; el egoísmo (que degenera en odio) inoculado, antepone el bienestar propio (que llegará a degenerar en la simple supervivencia) a cualquier otra consideración; incluido el dios “a medida” de los pseudo creyentes. Así, el Cristo en su momento, y los cristianos de verdad, han sido expresa e interesadamente marcados como lastre para el progreso material; pensamiento sembrado hoy desde las logias vasallas; deliberadamente excluyente (evitando términos medios), desde el poder financiador de turno; siempre vinculado a la selección natural de las especies y, más concretamente, "de la especie": al sacrificio; considerando a la humana malintencionadamente como una más; pues el racismo patológico de los labradores asesinos "que ni viven ni dejan vivir", está empeñado en considerar a los invitados de los caminos (a los demás pueblos), como seres de una especie inferior, pero incluso "a exterminar", al contrario que las otras especies. Materialismo anticristiano, que es el mismo precristiano: anti – mosaico (adulterado); así, los mandamientos auténticos enumerados por Cristo difieren notablemente de los arrastrados por el odre viejo anglo sionista: materialismo voraz (la "carne") arrastrado desde la noche de los tiempos por toda criatura con vida (la autopista necesaria para la evolución, pero que continúa directa a la desintegración, ajena al sendero escondido que se bifurca hacia la misericordia verdadera, hacia la Verdad trascendente); que Abraham, escuchando al Padre desde lo escondido de su interior, evitó: encontrando al verdadero Dios y su razón de ser; motivo por el que de su simiente vendría la salvación para los que le entendieron y siguieron; hasta que finalmente le defraudaron (y de que manera).
Hoy como ayer, salvando las distancias; las masas son adiestradas en el sentimiento de repulsión y de odio contra quienes no comparten la conducta e ideas con que les van programado a base de talonario, mentiras y paciencia; el producto del esfuerzo continuado del poder en la sombra por imponer durante generaciones el pensamiento que llama y despierta a instintos básicos subyacentes individuales; infiltrándose en la intimidad de los hogares; en el lecho conyugal y en la mesa; en las aulas y en los juegos.

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La financiada e incansable siembra de escoria Disraeli (odio en el subconsciente colectivo); es consecuencia desde hace tiempo de una implacable persecución mediática y social sobre los que se resisten públicamente a esconder su fe, su convicción en la integridad del Mensaje; estos, con su fe constante (mientras su entorno y la sociedad misma va siendo aceleradamente cambiada) están cada vez más alejados de la propaganda progre-masona agnóstica sincrética; relativa al interés coyuntural de los amos; y su conducta va chocando cada vez más con su entorno cercano y lejano, poniéndose en evidencia de forma llamativa y peligrosa. Llama al odio de Caín, convenientemente atizado (financiado), desde tiempo inmemorial, por los labradores arrendatarios asesinos de turno.
Actualmente existe, salvando las distancias, una situación similar a aquella descrita aquí (entonces regía un adulterado odre viejo); con sus humanas imperfecciones la iglesia (católica/cristiana) “oficial” de cartón piedra (de las otras mejor ni hablar), aunque renqueante bajo la bota del poder de turno; perseveró mucho tiempo en las palabras y obras del Cristo: en el Odre Nuevo (a pesar de mantener el Viejo), en el Reino de los Cielos; primando el Nuevo sobre el Viejo, a pesar de incluir este, esta contradicción evidente, con calzador. Así, tras una primera expansión espontánea y vertiginosa boca a boca, hecho a hecho, todavía ajena a los poderes terrenales, la entonces dispersa iglesia de Pedro, la de los mártires; no tenía suelo ni muros; solo fe, convicción en el Mensaje; en el Evangelio: la nueva alianza arroyó a la cultura pagana y a la corrupta de los labradores asesinos en un primer momento (como predijo Daniel), pero desde que “tocó” poder, y la iglesia se hizo la "oficial" (del poder), del estado, del cesar de turno, volvió a tropezar en la misma piedra; alejándose cada vez más de la sencillez del Mensaje, de su esencia; quedándose cada vez más en "preceptos de hombres"; las viejas hipócritas tra(d)iciones con nuevas apariencias (como sucedió tantas veces en el pasado), o sea, las relatividades, conveniencias, apaños con el cesar de turno, defendiendo lo indefendible. Preceptos que invierten el Mensaje; complicados, correosos, absurdos; cada vez más distantes del Evangelio; de la verdadera Palabra de Dios; de la misericordia entre hermanos. Hoy ya, con un enorme poder de propaganda, se defiende y consigue que se acepten como normales los intereses diabólicos de los labradores asesinos; más que nunca en acelerada progresión anticristiana desde el Cristo. El desproporcionado poder del Encargado/príncipe de esta vida/mundo, encarnado hoy en la Elite Talmúdico Usurera Anglo Sionista nazi (los amos, racistas hasta el tuétano), sus lacayos de sus antítesis masonas (los ateos Disraeli Rothschild), y su escoria (progre, revolucionaria) sembrada por doquier; abducida y carente, sin darse cuenta, de criterio y voluntad; carne de sacrificio y esclavitud; "más útil antes que las bombas".
Jesús, el Padre; eligió a un humano sencillo, testarudo, terco; un cabezota parecido a Sancho Panza. Cimiento que habría de perdurar… “a pesar de todo…” (lo que erraría); dando ya en la parrilla de salida tres buenas muestras de lo que se podía esperar para el futuro: ¡si estos eran los cimientos... que podríamos esperar del resto!. Pero a pesar de los fallos, de las debilidades, de los altibajos, las vueltas y los atajos; a pesar de los Bergoglios de turno; con todo, sabemos con seguridad que existe ese pequeño rebaño que el Padre concedió al Hijo; lo que demuestra que no es imposible; que hay quienes lo consiguen, perseverando en la intención contra viento y marea, con fuerza voluntad y convicción (fe). Convicción de saberse en la Verdad absoluta, ajena a la verdad relativa sembrada por doquier: Mientras haya dos hermanos tales en este mundo, hay Iglesia de Pedro; y el Padre creador (siempre) en el Maestro, estará entre/con ellos.

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Tras el agnóstico Concilio Vaticano Segundo, un cardenal denunció la conspiración de lacayos masones infiltrados en el Vaticano, y como querían ir secuestrar los seminarios para implantar su ateísmo masón (adulterando), y fue excomulgado por la abominación de la desolación que ocupa San Pedro. Se publicó una lista (que circula por ahí como si nada), de altos cargos del Vaticano masones: y se ejecutó (certificando su veracidad) al periodista autor; haciéndose el silencio (típica actitud de los lacayos masones y de sus amos) a la espera del olvido; y "aquí no ha pasado nada". Se envenenó a un papa, que igualmente denunció públicamente la infiltración masona (y mafiosa, dos caras de la misma moneda dijo), nada más salir elegido: duró "dos días". Se atentó contra el siguiente; cuando ya había concluido su utilidad para destruir al peligroso, por incontrolable, monstruo/experimento soviético (a la espera de transmutarlo de la antítesis roja en verdeRT-Putin, con la que "salvar" a la Europa islamizada cortacuellos Paneuropa Calergi; mejor manera de reconducir las pseudo democracias marioneta a las eficientes dictaduras sin que se note). Y al fin, otro Papa es encarcelado bajo chantaje o similar; so pretexto de un inexplicable e inaudito retiro por cansancio, nunca visto. Y en esta tenebrosa y surrealista secuencia de demasiados hechos que nadie quiere relacionar, encontramos como por casualidad, he te me aquí y como conclusión; a un lacayo masón de la antítesis revolucionaria irregular al frente del rebaño (¿hasta dónde puede llegar la ceguera colectiva…?). A un anticristo... a un sembrador de escoria comunista esclavista Novus Ordo Disraeli Rothschild; un ateo implantador de odio, del sacrificio entre hermanos: no por sus falsas palabras... "por sus obras los conoceréis". Un vómito del racismo congénito, patológico de sus amos. Si esta no es la abominación de la desolación… "donde no debería estar"; que poco le debe faltar. El rebaño vuelve a ser dispersado (y sin saberlo); sin pastor que, mal que bien, le dirija y sirva de referencia (pues es el lobo quien se ocupa de las ovejas). Quedando a expensas del sincretismo ateo anticristiano, de las mentiras con que adoctrinan sutilmente a todas horas, incluso y sobre todo, desde las cadenas de televisión "amigas" y desde los púlpitos (y para que hablar de los pupitres); sin que, por su falta de atención, de conocimientos, y por el lamentable estado de relajación a que ha sido conducido dicho rebaño; se de cuenta la inmensa inmensa mayoría. En realidad y en general, ya antes de esta perversión, apenas sabía ya el rebaño de Pedro "de que va el cristianismo", de Verdad; pero, aun así, permanecía y permanece (cada vez menos) vagamente en las creencias de sus mayores: la esencia del Mensaje se conservaba aún en el semi consciente de muchos. El Evangelio “más o menos entendido”; que permanece aún en nuestra cultura pseudo cristiana infectada de materialismo (y del odre viejo casi de partida), con posos de verdad. Aún quedaban, quedan… y quedará alguno para el final, como sabemos por el Maestro; quizás con apenas unas brasas, posibilidades; como aquellos fariseos pecadores que el Cristo criticaba a menudo, removiendo conciencias; avivando brasas en pecadores testarudos como en Pedro, que se resisten a ser apagadas por la estirpe de Caín, por el entorno social creado por los labradores arrendatarios asesinos: la Elite racista, enemiga de la verdadera misericordia/justicia, enemiga humanista de la humanidad; heredera del sacrificio original, que inmortalizaron en secreto los prenazis clásicos y que revivieron tras la exaltación gótica, los humanistas neoclásicos: el egocentrismo humano como rey de las bestias y en su delirio, de la creación; élite pseudo mosaica de turno de los labradores de la parábola. El Cristo criticaba la relajación de aquellos fariseos que abrigaban brasas, como criticaría hoy a los pseudo cristianos; por tener aún alguna posibilidad de salvación.

 

Como innumerables veces se ha hecho, el príncipe de la mentira y sus sembradores de cizaña no dejan de manipular las palabras, vaciándolas de su significando, dándoles después, más pronto que tarde, el significado contrario; sobre todo mediante sus financiados y serviles medios de comunicación. Y para quienes se resistan a los medios, generalmente personas mayores con otra formación, a la que no renuncian pese al entorno; ahí está el lacayo masón Bergoglio alias papa Francisco y sus mariachis, en los púlpitos cada domingo... El Mal, gnóstico, está en sustraer las auténticas palabras del Cristo mediante un juego de prestidigitación; en dar el cambiazo sin que resulte advertido (como de costumbre); cambiando los significados; tergiversando las ideas, las oraciones, las intenciones… retorciéndolas tantas veces como haga falta para dar a entender exactamente lo contrario de lo que sencillamente dicen; presentan sus manejos como de costumbre con cara amable y sonrisa: "en aras del entendimiento" (siempre el falso buenismo humanista) con otras culturas, con sus dioses y creencias, basadas más o menos soterradamente en el sacrificio, en la selección y el predominio. Y por supuesto, ajenas al verdadero Padre creador. Para tan difícil (o fácil, según se mire) tarea, cuentan con todos los medios materiales de este mundo/vida, con la política de marionetas. Hay que disolver el Mensaje cristiano en una ensalada sincrética de creencias contradictorias; una religión relativa, herramienta utilizable por el poder como la mejor arma arrojadiza sobre la “insolidaria” resistencia: fachas, carcas, machistas, beatos, atrasados, reaccionarios, casposos, cristianos (y demás consignas propagandísticas con que se alimenta a la escoria Disraeli Rothschild, para que no tengan que pensar: solo disparar y ya); una religión global atea (Novus Ordo Seclorum), estatal (las marionetas de turno), vacía de contenido trascendente; muy fácil de pastorear de acuerdo a los intereses coyunturales de las clases dominantes (que diría el lacayo masón Marx). Una herramienta o arma de sometimiento; es decir, justo lo contrario de lo que significa el cristianismo. Una religión de autómatas elois, que al sonar de la señal se lanzarán a la autodestrucción, empezando por la del vecino. El verdadero Evangelio, en absoluto materialista; está ya, y estará cada vez menos a disposición de todos; pero, contra todo pronóstico, por las palabras del Hijo sabemos que permanecerá (aunque sea para unos pocos afortunados, que se labran su propia fortuna) hasta el fin. Con un abismo cada vez más grande de por medio, entre el y la inmensa mayoría.

 

Si bien hubo papas y papados anticristianos, desde el exabrupto escandaloso hasta la sutil mentira (pasando por el uso y el abuso de la espada); escandalizando por sus obras y sus vicios; bien sujetos al poder terrenal y la carne, en lo personal y lo político; y tan lejos del Mensaje; con todo, el Evangelio (el Odre Nuevo), permanecía como referente en la Iglesia Católica (Cristiana) para quienes saben ver y oír. Hoy se quiere, y se está consiguiendo, adulterar para la inmensa mayoría, el propio Evangelio; el mensaje del Padre; como se hizo falseando el Viejo Testamento, las Antiguas "sagradas" Escrituras: la herencia de Abraham, de Moisés y de tantos profetas sacrificados (enviados del propietario); por la élite de turno (que siempre deja su falsa versión). Cambiando en las conciencias el amor, la misericordia; por odio encubierto, conveniente, remunerado; por el sacrificio (envuelto hoy en papel de regalo) que, como vía de escape a los problemas diarios, el "gran público" consume continuamente con adicción. Se irá anulando la capacidad de elección de casi todos; y será el “fin de la partida” cuando ya no haya “apenas” más jugadores con posibilidades; cuando al correr de las generaciones (no muchas, creo) se apaguen definitivamente los últimos restos de memoria cristiana auténtica en inmensa mayoría; y prácticamente solo queden apenas algún llamado con brasas de esperanza en su interior: "en atención a los elegidos, se abreviará" el trágico final de esta tragicomedia.
El ataque brutal y continuo contra la Verdad, contra la vara de medir absoluta que es el Evangelio: las palabras del Creador (que son exclusivamente las del Cristo; no las complementarias de los evangelistas), hoy no se debe al desvío de de algún papa, como tantas veces en el pasado; ni a la sola voluntad de someter las masas, sino que la conspiración es global como argumentó JFK, y persigue también y sobre todo el sometimiento del espíritu, de las almas, de todas y cada una de las voluntades (lo que nos lleva al deseo del Príncipe encargado de esta vida, su fin original). La protegida y financiada China, tras el experimento soviético, marcará la pauta a seguir como un brutal, enorme tamiz; la aplastante apisonadora ideológico moral sobre las almas. Con un cebo consumista de vivos colores y una obediente iglesia laica al frente: todo es del cesar, del "Sr. pueblo democrático": el disfraz de los labradores asesinos, como apuntó su lacayo masón Marx.

 

No es anecdótico que la piedra sobre la que se sustenta "la iglesia del Cristo", fallara de forma tan estrepitosa, por tres veces consecutivas, tras estar avisada, y en la misma noche; en esta lección, como ninguna, se pone de manifiesto de la volubilidad del alma humana, su imperfección: Si así falló el cimiento (por la voluntad del Destino, del Padre), que se afirme por parte de la iglesia "de cartón piedra", que un Papa es infalible, debería ser una broma de mal gusto (en sintonía con la aceptación del odre viejo): lo único que es infalible son las palabras del Mesías en el Evangelio, porque es del Maestro, es decir, del Poder; pero no su totalidad; tan solo las palabras recogidas por los evangelistas que el Hijo pronunció (el Padre). Ni siquiera las de los propios apóstoles que las recogieron en ese mismo documento, son parte de esa medida absoluta (pues incluso a veces ni comprendían la trascendencia de sus palabras). Exclusivamente las palabras del Cristo son la vara de medir. No son relativas de ningún modo, no caducan, no se adaptan a ningún tiempo o lugar; ni a ningún cesar; a nada. Todo debe adaptarse al Padre (Poder), que por suerte para la creación, es como es. Absolutamente nada es de ningún cesar, ni siquiera el cesar.
Como nunca tras el Cristo; clamorosamente falso y anticristiano, Bergoglio; da buena muestra del ciego conductor de ciegos que es; ni siguiera es un Papa; como no lo fueron muchos en el pasado; aunque más bien a título individual, y no como parte hoy de la Conspiración de conspiraciones. El auténtico Papa actual (con todos sus defectos y virtudes) o está vivo; preso bajo chantaje u otro tipo de presión; o es un doble que oculta esa muerte. Ha sido apartado o eliminado (como parte de un acoso y derribo final del sucesor de Pedro, que Lefebvre denunció), para extender el sincretismo religioso anticristiano-masón Novus Ordo Seclorum de los ateos lacayos Disraeli Rothschild Protocolos; la apisonadora para destruir, como dijo el élite británico anglosionista (marraneando en cuanto a sus “creencias” y a su condición de masón), al odiado cristianismo. Odiado por los que odian, y siembran el odio del Padre de la mentira, fabricando escoria revolucionaria entre las almas: atea. El odio que ciega a esta cizaña perdida para el Padre, les hace, les han hecho creer verlo en los que persiguen. Son el polo opuesto a la Luz verdadera: son las sombras, las tinieblas, las sobras: la raza de Caín; lo que no perdura en el Padre; y se pierde, se condena a la desintegración por su propia voluntad.

 

Lo que Pedro hizo (o dejó de hacer) esa noche, nos "habla" de la imperfección humana; pero si cuenta, y cuenta, lo que sucedió después; el resumen de su vida aquí, nos habla de la perfección que, por la gracia (deseo) del Creador, puede llegar a alcanzar una de sus especies si es capaz de subordinar sus instintos selectivos genéticos aún a costa del éxito y/o la supervivencia en esta vida, con tal de aceptar y traer la Verdad absoluta, el reino, la voluntad del Poder creador a esta vida tamiz. Como Pedro, el Hijo del hombre también tuvo que vencer sus instintos genéticos, pero sin ser nunca derrotado (Destino "de fábrica", pero esfuerzo propio): venciéndose a sí mismo; a sus miedos y al dolor extremo; con convicción plena (en su caso) de estar en la Verdad (estando la Verdad en él); tope máximo que puede alcanzar alma humana; porque aprovechó todos los talentos que le fueron concedidos. Renunció a su egoísmo (no quiso esconderlos en el pañuelo), para servir (siendo el Maestro), como el más pequeño; el más humilde e insignificante: siendo así Modelo a imitar. Pedro erró muchas veces, pero lo de esa noche le sirvió y nos sirve de lección (por ejemplo para dudar de la infalibilidad del Papa ni de nadie: "solo uno es vuestro Padre, solo uno es vuestro Maestro"; sus palabras); y sin embargo, el resto de su vida y su muerte ponen en valor el alma humana; la voluntad mantenida de un pequeño ser humano, sencillo, tozudo; "nacido" del barro y destinado a volver a él; pero en su caso, es para renacer como el ave fénix gracias al amor de su Creador. Así, gracias a las sombras del mal, cuando son vencidas, el bien puede destacar, brillar con luz propia; darse a valer; sumar y prevalecer en EL QUE ES, más allá del barro y de las miserias de este mundo; porque el primero que aprendió la lección esa noche fue Pedro.

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Se dice que los fariseos son los judíos que estaban más próximos a la doctrina del Cristo; y se dice que resulta paradójico, pues este les criticaba precisamente más a ellos que a otros; pero la crítica era constructiva, porque sabía que aún había en algunos brasas ardientes (como predijo el profeta), y buscaban la verdad a pesar del entorno, costumbres y tradiciones: los "preceptos de hombres"; Jesús les enfrentaba a ellos haciéndoles ver muchos errores dados por normales. Como la mies es mucha y los obreros pocos, habría que salvar a los que estaban más cerca de salvarse, porque debe conseguirlo la mayor cantidad posible. Cuando los judíos negaron al Cristo (y ya no fue más suyo el pueblo, como predijo Daniel), ese pueblo dejó de ser el elegido, pasando a ser gentil; y hubo que buscar los invitados en los cruces de caminos: entre todos los pueblos; que, al cristianizarse, dejaban de ser gentiles; porque para el Padre están los llamados a trascender (judíos o no), y los gentiles, ajenos a la salvación; alejados o ausentes del Mensaje del Padre, inmersos aún en sus instintos, en el sacrificio ancestral y/o en el desconocimiento del verdadero Dios; lejos de la Verdad.
En algunos fariseos brillaba brasas de esperanza; de ahí que tras la muerte del Cristo hubiese fariseos entre sus seguidores. Pero entre los gentiles, saduceos u otros judíos no brillaba ningún atisbo de fe verdadera; victimas de siglos de adulteración o desconocimiento. Si no hay una guía, no se permanece en el camino de la Verdad; aunque en algún momento se esté en el lado correcto. Tras el Maestro, y su Evangelio (su enseñanza); deberíamos procurar seguir su ejemplo; eligiendo como el lo haría en todo momento. Aplicando la Palabra es fácil saber que está bien (y que mal), aunque no sea tan sencillo llevarlo a efecto.
Las bestias no pueden elegir libremente, pues su instinto les condiciona demasiado. Un humano si puede, y entonces se preguntará, por qué ha de hacerlo si me va mejor siguiendo mi instinto, sin remordimientos ni condicionantes: pero si conoce el Mensaje y lo comprende, no tendrá la excusa. Aunque no estamos libres de las cadenas del instinto genético, tenemos la gran suerte (regalo) de poder vencerlo y mantenernos en el lado del bien, ayudados por la convicción de estar en la Verdad; siguiendo el modelo, la guía que el propio Poder creador nos muestra.

El instinto semi consciente, la motivación materialista, la carne. ¿No bastaría con la misericordia filantrópica atea? no, para nada, porque si es interesada, no es misericordia, no es auténtica fraternidad, espíritu de servicio para con "con todos", "hasta los más pequeños": es un sentimiento más que un razonamiento. Así, la fraternidad masónica no es más que una reminiscencia del racismo interesado de sus amos financiadores, lo sepan o no; formas encubiertas del sacrificio humano. El concepto mismo de la masonería moderna, es el mismo de los que la crearon y financiaron: Un profundo racismo y egocentrismo selectivo. Todos están cortados por el mismo Patrón (protestantismos incluidos, empezando por el de Bergoglio y sus mariachis). Darle las sobras a otro (y generalmente con otro fin), no es lo mismo que servir a cualquiera como "el menor" (de los hermanos en el Padre). Muy pocos dan todo recibiendo voluntariamente las sobras.

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Ni Abraham ni Moisés conocieron al Cristo ni a su Mensaje, pero encontraron al Padre. Sin embargo, un gentil o un ateo que practicara la misericordia sirviendo a todos como el menor, no encontraría al Padre; no se si su esfuerzo carecería de sentido, pero para encontrarse con el Padre, creo que ha de creerse en EL, lo que representa.
La samaritana misericordiosa del pozo fue instruida directamente al respecto. Y una vez conocido el Mensaje, se ha de tomar partido para estar en la Vida, porque: "la salvación viene por los judíos": no por ser distintos o superiores a los otros pueblos, sino por haber encontrado primero el camino al Padre; gracias a la misericordia de Abraham; el futuro Cristo, "que está antes que Abraham", sería el premio, (que despreciaron). Tras acumular muchas tra(d)iciones, renunciaron definitivamente a esta herencia sacrificando al propio Cristo; la encarnación del Padre.
Cada tiempo tiene su razón de ser. Abraham y Moisés buscaron al Padre en su interior y encontraron al verdadero y único Dios (por deseo del propio Destino: Dios). Como dijo el Hijo, el Padre; "patrón de la huerta"; mandó antes a otros enviados, cuando el pueblo elegido por culpa de sus guías, fue degenerando en lo mismo en lo que los demás pueblos nunca habían dejado de estar. Saduceos de entonces; los gentiles, incluso ateos, de hoy, podrían llegar a estar puntualmente cerca del buen camino, pero tras el Mensaje, si no se cree en esa guía; si no se tiene la certeza de que dice verdad; la fe en la verdad (aunque no tengo ni idea de cómo se juzgará a cada cual), entonces el Cristo, el Padre, dijo claramente: yo soy el camino, la verdad y la Vida. El rebaño es el suyo por deseo del Padre; él será rey de los elegidos (los únicos que trascienden a esta vida), porque su reino está en la Vida; no es de este mundo; el Poder le concedió ese rebaño a su Predilecto. Y el que no está con EL Cristo (el Padre está en EL), está en su contra; en contra de Dios (con permiso, por nombrarlo, y tantas veces). Abraham, renunciando a un tradicional y generalizado sacrificio a dioses falsos, encontró al verdadero, y a su razón de ser, a la vez: la misericordia; el servicio; la verdadera fraternidad entre hermanos iguales. Quizás por primera vez desde la noche de los tiempos, al menos como pueblo, se dio la espalda al sacrificio ritual, ancestral, instintivo; rompiendo con una costumbre equivocada; con un error del tamaño de un abismo entre el humano y la bestia. La simiente de Abraham fue de entre todas, la que determinó la elección del modelo; aunque ya estaba elegido antes de Abraham; pues todo está escrito para el Poder.

Yo estoy antes que Abraham dijo el Cristo (pero no en este mundo, sino con el Padre: Jesús fue creado antes que Abraham). Antes del Mensaje, gracias a Abraham, algunos judíos, siguiendo su ejemplo, encontraron al Padre sin necesidad del Mesías anunciado, que nacería de su sangre: el Creador, encarnado por su gusto, nació de la sangre de aquel pueblo, en principio elegido (esa y no otra fue la razón de llamarse elegido), para tal fin. ¿Cómo es que sin conocer el Mensaje estuvieran en el buen camino? porque creían en el verdadero Dios (por deseo de este). Tras el Mesías, muchos (según Daniel) gentiles invitados (llamados), dejaron de serlo pero, se pide etiqueta al convite (limpieza interior); siendo muchos menos los elegidos que los invitados llamados. Los gentiles, de ayer y de hoy, no son de un pueblo u otro, son los que no están en el camino de la salvación, de la Verdad. Gentiles, somos los ciegos guiados por ciegos, por los labradores arrendatarios asesinos; los tentados que vivimos en la mentira materialista; incapaces de sustraernos a su corrupción.

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Otras palabras trascendentes que no hay que dejar pasar y que vuelven a venir como un guante en estos tiempos: "heriré al pastor y se dispersarán las ovejas". Hoy como ayer, pero si antes dio pie a una gran siembra y fortalecimiento de la Palabra; hoy, por las palabras del Cristo (y por el mero análisis de los acontecimientos) sabemos, que todo irá a menos, a peor; y a nivel global. Se protestantizarán las ovejas. Ya lo están: es como decir que se las comerá el lobo, y no trascenderemos.

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Quedaos aquí mientras voy a orar.
 
Mi alma siente tristeza de muerte. Velad conmigo.
Padre mío, si es posible, pase de mi este cáliz; pero no se haga como yo quiero, sino como tú.
 
¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no estéis en tentación. El espíritu es pronto; pero la carne, débil.
 
Padre mío, si esto no puede pasar sin que lo beba, que se haga tu voluntad.
Padre mío, si esto no puede pasar sin que lo beba, que se haga tu voluntad.
¡Dormid ya y descansad! Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.
 
¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad que está cerca el que me entrega.

 

Mi opinión:
"Padre, santificado sea su pensamiento; venga su reino para que se haga su voluntad aquí como en la Vida. Por favor deme el sustento de hoy; perdóneme y ayúdeme para poder perdonar a mis hermanos; no me deje caer en la tentación y líbreme del mal..." ...pero si es preciso afrontarlo y sufrirlo para que venga su reino, por lo  que me toca, hágase su voluntad antes que mi deseo. El Padre Nuestro se puede personalizar, añadirle nuestras preocupaciones, grandes o pequeñas, y las del prójimo; pero siempre guardando celosamente el original.

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“Todos os escandalizareis de mi esta noche”… no solo el voluntarioso Pedro, aunque este por presumir, lo haría por tres veces. Caerán de todas formas en la tentación rápidamente en Getsemaní, porque está escrito y Jesús lo sabe; como sabe que toda esta generación concluirá como el Rosario de la aurora. Parece que Jesús sabe cosas, pero algunas no las sabe, como él mismo reconoce cuando se refiere a ese día fatídico de la Gran Tribulación y Juicio Final; Jesús solo sabe lo que el Padre dispone. Todos le negarán ya de pensamiento en esos momentos previos al desastre, aun llevándolos con él para alejarlos de la tentación mientras están a su lado. Sin embargo, ninguno resiste al sueño a pesar del anuncio de lo que se avecina. Y hasta el propio Cristo, que estaba preocupado por ellos, por su debilidad; también es tentado al sentirse solo: la angustia se apoderó de él. Ese sentimiento, esa Emoción tan humana, visceral, instintiva; se enfrentaba sin ninguna posibilidad una vez más a aquel hijo "del hombre" (de humanos), al Maestro, al hijo predilecto.

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El miedo nubla el entendimiento, tanto más cuanto más extremo. Así como el Hijo del hombre sintió tristeza de muerte (¿angustia?), ante la perspectiva de lo que iba a pasar; ¿debilidad? (tentación). Un reo, ante la posibilidad de ser torturado hasta la muerte, guarda siquiera una pequeña esperanza de salvación; no sería así para el Hijo del hombre conocedor de su destino y tortura. A pesar de saberse el Salvador, tendría que resistir el terrible, injusto y humillante calvario (humillándole a él, humillaban al Padre) como otro hijo de vecino; buscó entonces el consuelo del Padre mediante la oración; buscándole en su pensamiento para vencer el miedo visceral que se quería apoderar de su ánimo, de su voluntad. Porque eso es, o debería ser orar; hablar con el Padre, contarle nuestras angustias, miedos y anhelos, pues nos escucha en lo escondido; lo dijo el que no miente. El Creador también habla, como lo hace el Malo mediante el instinto, en el propio pensamiento de cada uno, siempre que se lo abramos; que lo elijamos así. Jesús se enfrentaba a la inminente certeza de su misión; y como nadie, era consciente de la soledad que todos los humanos sentimos tarde o temprano frente a la muerte; que no es tal, pues el Padre siempre está con los justos. Sabía... sabe; que el Padre siempre le acompaña. El Malo se volvía a tropezar con el Elegido. Jesús tan solo se sintió abandonado por el Padre durante un instante antes de expirar, pero "no era él", pues su cerebro (la carne) ya colapsaba; y el Padre, probablemente (Juan) quiso que en el último instante volviera en sí, antes de abandonar esta vida tamiz: (Padre), todo se ha cumplido. Juan estaba con María al pie de la cruz escuchándole. Mateo y Pedro (Marcos) no, y escribieron lo que muchos escucharon lo que dijo "con gran voz: Padre, por que me has abandonado", agonizaba.
Cuando un miedo "cerval" se apodera de nosotros, es muy difícil guardar la serenidad, porque el instinto de conservación (de esta vida) nos "habla" desde lo escondido; toda vida fue diseñada así para abrirse camino; está escrito, programado; genéticamente. El miedo al dolor extremo y a la muerte; resulta irresistible para la mayoría, la carne es débil. Una vez más hay que vencer al Malo; pero no solo con la fe (con la convicción de estar en lo cierto); sino que también hace falta una gran fuerza de voluntad; de auto control. En todo caso, siempre se producirá una gran batalla interior. Todo estaba escrito ya en la "memoria" del Padre, y la suerte de cada uno está echada desde antes de nacer, "desde siempre"; pues el tiempo y el espacio se ciñen a este mundo. Todo lo que hacemos tiene un sentido; nuestra vida es un vector que se ciñe a una trayectoria. Estas palabras quizás no las lea nadie, pero en todo caso, de ser leídas, lo serán por aquel al que estén destinadas.


En el huerto de Getsemaní seguramente se mezclaba en Jesús, un sentimiento de alegría por la proximidad de volver al Padre, y un sentimiento de angustia extrema debido al inminente trámite" final; el primero le daba fortaleza, el segundo no era racional, es automático. La desesperación que produce el instinto de conservación de esta vida ante la evidencia de perderla nos hace dudar de la fe (la convicción que nos ha llevado hasta ese límite); nos aleja del Padre; de la Vida eterna en EL. El Cristo no dudó de que el Poder estaba con él en Getsemaní, pero por sus palabras parece que estuvo en el límite de dudar y por eso oró; para poder resistir sin desfallecer el ánimo. 
Seguramente la duda se hará pesada como la muerte, al ir nublándose los sentidos y fallando la carne; y quizás los justos, como Jesús, encuentren su momento de lucidez al expirar: "(Padre), todo se ha cumplido" (Juan); "Padre en sus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas/Pablo); ese momento ha sido (siempre) deseo del Padre.

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Jesús, pidió a sus discípulos que orasen para no caer en la tentación; pero se durmieron. Padre, bendito su nombre; no me deje caer en la tentación y líbreme del mal; pero hágase su voluntad para que sirva de ejemplo, de salvación para muchos.
Más allá del "Padre nuestro"; orar es hablarle de todas nuestras cosas, dudas y problemas; y tarde o temprano, de la desesperación, como es el caso. Tenemos "hasta los cabellos contados"; pretender engañarle al orar, es engañarnos. Nunca de carrerilla, con palabrería "al peso", y me atrevo a decir que, salvo el Padrenuestro, ninguna oración debería ser de memoria (salvo quizás en alguna celebración compartida, como afirmación de unidad de fe. Además, casi siempre nos acordamos de orar solo cuando tenemos necesidad, desesperación. Cuando sentimos el miedo "en el estómago", y entonces, si queda algo de fe, le buscamos como última salida; para acto seguido, pasada la tribulación, volver a ignorarle, incluso a banalizarle, arrastrados por el torbellino materialista reinante, negándole al poco, día si, día también; banalizando su nombre, su recuerdo; pese a estar muy advertidos (nada menos que el segundo mandamiento). Aunque es más triste no poder siquiera recurrir a SU consuelo, por carecer de toda huella de su presencia (aunque no se si será peor); estando ya vacíos de fe; o habiendo carecido de ella siempre. Si solo hay "carne" cuando llega la tribulación todo el cachivache mundano, de pronto, no vale nada; ni tiene sentido ya; más vale echarse a dormir.
Si buscando en lo escondido por los rincones, y tras todas las dudas le encontramos; entonces, quizás, comprendamos que si es posible, tal como se nos pide (el primero de los mandamientos), quererle de verdad sobre todas las cosas. EL, con una infinita paciencia a pesar de nuestros continuos desprecios, fracasos, decepciones; siempre espera lo mejor de cada uno porque, en el fondo, es evidente que quiere querernos. Es, ni más ni menos la parábola del "hijo pródigo"; tal cual. Cuando llega el miedo, unos se alejan o permanecen en la soledad del mundo rodeados de gente y palabras vacías: verdaderamente solos; y otros le encuentran; encuentran el sentido del primer mandamiento en su propio pensamiento, donde EL nos aguarda y nos escucha: amaras al Señor tu Dios sobre todas las cosas. Porque amar; es decir, querer de verdad; no es solo una palabra vacía; es un sentimiento emocionante (reconocible). Hablarle "de corazón" como al mejor amigo (y nunca mejor dicho) es amarle (se sabe cuando sucede).

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Existe el sentimiento de atracción sexual, que es un instinto fisiológico genético, y se le llama popularmente "hacer el amor"; por culpa del machaqueo continuo de los medios de adoctrinamiento en manos de los labradores arrendatarios asesinos, en continuo empeño consciente e inconsciente, por desviar la voluntad hacia los instintos. No es amor, sino la atracción instintiva, genética; que por si sola es justo lo contrario del amor "verdadero" racional que se da cuando se domina, encauza y controla ese sentimiento emocional instintivo, hacia la convivencia y la procreación familiar; dando lugar al respeto, a la confianza, a la amistad: al verdadero amor nacido en la familia cristiana ideal (que sigue el evangelio, que no a los preceptos de hombres). El mero instinto es compartido con otras especies: le llaman hacer el amor y es tan solo un mecanismo programado para multiplicarnos; tal es el mandato del Padre que, el Malo, a través de sus hijos, pretende y consigue revertir a marchas forzadas; por culpa de la maldad racial exacerbada de los labradores arrendatarios asesinos "de turno" y de su excrecencia en forma de racimo piramidal invertido (anticristianos ateos que pretenden y consiguen aplicar la eugenesia y eutanasia con mil máscaras a los humanos que consideran inferiores). Creen ser "labradores por mandato divino", de su (adulterado) dios (conveniente), que no es otro que el Malo, pues el auténtico dejó de serlo formalmente hace más de dos milenios.
Estamos programados por el Director, por el Padre, para multiplicarnos. El Malo, es un actor principal necesario, que por necesidades del guion, no traga a los humanos (la humanidad integradora de elegidos mediante el mutuo servicio), y pretende desviar al mayor número de vuelta al sacrificio (disgregación y resta), instintivo de las bestias (germen del humanismo clásico griego y del gnosticismo "de toda la vida"; lacayos masones incluidos y abriendo brecha). O bien borrarnos de la faz de la Tierra (mediante la soberbia y el racismo de las élites dominantes); que al tiempo, es fin último del primer punto, hasta conseguir la involución de la humanidad. El instinto genético que nos ha llevado a liderar a todas las criaturas de este mundo, resulta ser un lastre cuando es aplicado entre nuestra especie, abocándola tarde o temprano a la extinción. Sin el poso cristiano que aún nos sujeta sin percibirlo, hace tiempo que habríamos terminado con las otras y con gran parte de la población humana; de hecho está sucediendo "a pesar de todo" (a pesar del Mesías) a medida que, aceleradamente, luchamos contra ese poso de misericordia divina. Y con gran desfachatez, se crea una nube de humo que pretende afirmar justo lo contrario de lo que hacen (no en vano está detrás la sabiduría del Príncipe encargado de esta vida tamiz): proteger el planeta (sus especies) y a la humanidad; son sus hijos; los hijos de la mentira. El instinto al que venció siempre el Maestro, es aquel del que no pueden sustraerse los labradores arrendatarios asesinos, sus lacayos masones y la escoria progre (atea conscientemente o no de serlo) Disraeli Rothschild.
El fruto de la procreación humana, es un mandato del Poder, y creo que da lugar a las criaturas más gratas al Padre: hay que volver a ser niño para entrar en el Reino; todos llevamos el niño que fuimos dentro; unos a flor de piel, otros perdido en la profundidad del subconsciente; basta buscar y sacar la inocencia pues. Para unos muy fácil, para otros muy difícil; en todo caso, creo que los conceptos que manejamos son muy simplistas (pues en realidad somos como verdaderos niños para el Padre), pero aceptables para entender el fondo de la cuestión. También habló de la dificultad de entenderlo el Cristo, cuando alguien le preguntó sobre los misterios del más allá; pues si no entendemos lo que nos rodea, huelga dar por cierto lo que suponemos sin pruebas. Baste la explicación, simplificada o no, del Maestro; el que nunca miente.

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Existe la amistad verdadera cuando existe un sentimiento empático (afecto, complicidad) entre dos seres humanos. Mediando de por medio el instinto sexual, cuando se da entre hombre y mujer (ciñéndose al plano cristiano, es decir, verdadero). Los sentimientos, las emociones deben ser controladas por la razón; si sucede al contrario, y es lo que no le paso al Cristo en el huerto (pero si a sus discípulos); entonces habremos caído en la tentación del Instinto. Si se da pues, entre el hombre y la mujer esa complicidad emocional, entonces hay que controlar dos sentimientos en lugar de uno; lo que resulta más complicado, y a la vez, más gratificante cuando se consigue.
Y por mencionarlo; de exceso, de error se puede catalogar el amor apasionado, desmedido: egoísta; que incluso lleva al crimen o al suicidio; ajeno a la procreación y a la buena crianza de los hijos (que tenerlos, con serlo, es lo menos importante); y vinculado semi conscientemente al sacrificio, a las fantasías sexuales irracionales (apasionamiento, vicio y pérdida de control); adornadas cuanto sea menester con toda la parafernalia romántica, más o menos "barroca"; humanista, carpe diem que toque. Por mucho que se adorne el romanticismo obsesivo, es materialismo carnal idealizado; aunque no exista contacto físico, se crea, se vive una ilusión; la fantasía de lo que se imagina, de lo que podría ser. Siempre del lado del sacrificio, ya sea propio, del otro o de otros: víctimas colaterales; el fin que justifica cualquier medio. El marketing, capaz de vender cualquier cosa (pero ante todo las cosas que se venden bien), produce víctimas, sujetas a verdaderas obsesiones (cadenas) patológicas que se escapan al control mental del, o de los sujetos del drama (por su propio deseo); y que llenan infinidad de cuartillas y guiones (se presenta como arte, precisamente para propagarlo): cuentos chinos (más allá del placer) elevados a la vana gloria mundana por los intereses creados. Este tipo de "amor" es contrario, se mire por donde se mire y con independencia de las circunstancias, al Mensaje: Los hijos son el tesoro a preservar para el Padre: son el verdadero sentido de la pareja, de su función; su forma de servir y servirle. Como en cualquier otro asunto; hay que vencer el instinto, no para destruirlo (pues nos destruiríamos) sino para ponerlo al servicio del Padre; al servicio del resto; empezando por los propios hijos y continuando con la huella que por su educación puedan dejar en la sociedad.
El placer que motiva la atracción sexual, es un mecanismo natural (mundano); un engaño de la "madre naturaleza"; del Malo; necesario para el propósito: procrear hijos de Dios (que merezcan llamarse así) en esta vida tamiz, de cara a la Vida. Todo lo que exceda su necesario cometido (placer sin más) es del Malo. Como las palabras de más (con perdón): sobra para la Vida.

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Estamos solos en medio del mundo, por muy acompañados que estemos; por muy cercanos, física o empáticamente, de otros. Incluso quienes perciben dentro de si la Verdad: la certeza del Padre, dudan; y sienten mucho o poco, antes o después, la soledad de esa duda. Las personas que nos rodean; las que nos quieren o nos odian; las que nos son indiferentes, están al otro lado de nuestra piel; están "fuera de nosotros"; sin embargo, el espíritu (santo) del Padre está si lo deseamos, dentro de nosotros, en lo escondido del pensamiento de cada cual: es, entonces, nuestro pensamiento. Pero, mejor no creerse lo que imaginamos (en todo caso ponerlo en cuarentena "sine díe"), sino solo lo que dice el Hijo y encaja con el resto del mensaje; por aquello de la adulteración; voluntaria e involuntaria (como es el caso), si no se sabe y; nadie lo sabe: solo el Maestro (y no todo); que ya conocía al Padre, y vino para hacer su voluntad. No así el resto de humanos (papas incluidos); pero tenemos la inmensa suerte de conocer la voluntad del Creador, del Poder; a través del Cristo; de sus palabras. Algo que no estaba al alcance de los que le precedieron; teniendo que conformarse con profetas enviados por el patrón a los labradores arrendatarios asesinos de turno; cuyas críticas: testimonios y mensajes fueron adulterados; y ellos sacrificados.
Todos estamos, todo está en el Padre; porque solo el Padre es, y nada es ajeno al Padre; ni siquiera la nada. Así como estamos en él, EL esta en nosotros; ¿cuanto? eso depende de cada uno. Pero todo lo que no dejó dicho el Hijo (el Padre) son conjeturas.

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El miedo llama al Instinto (que también está en lo escondido) y nos aleja de la Verdad; pero a veces, si existe alguna brasa de fe, de convicción; algunas raíces aún; entonces quizás, cabe buscar la forma de llenar el vacío que se forma "en el estómago" con lo aprendido; donde podría aún quedar simiente bajo tanta chatarra. Pero si dejamos la partida tras habernos fallado por enésima vez en un solo día; si nos dormimos dejándonos llevar por la corriente; dejando que las cosas se sucedan sin tomar parte en nuestro propio destino; entonces nos ponemos voluntariamente al otro lado de la línea, en brazos del Príncipe de esta vida. Volviéndonos entonces en la cizaña que siembra cizaña, herramientas del Malo.
Mejor volver al Padre humildemente, como el hijo prodigo; reconociendo "cada vez" un nuevo error; afirmando cada vez nuestra convicción, nuestra fe; y tomando siempre partido por la misericordia; por el bien (que es la justicia del Padre); el servicio al resto como el más pequeño. Para encontrarle: entonces empecemos por hablarle; y que el mundo nos llame locos. Porque hablarle es empezar a aceptarle, a comprenderle como EL nos comprende; a quererle de verdad; amándole como se nos pide, sobre todo y todos; compensando un poco lo que EL nos ama. Si tantas veces como caigamos, nos levantamos; por muchas que sean, cada vez estaremos más cerca de EL; no erraremos el camino que nos devuelve a su seno. Y si alguna vez ganamos: huelga pensar que está todo hecho; más bien que estamos más cerca de volver a defraudarle y a defraudarnos, ya que en cada pensamiento tendemos a engañamos conscientemente o no. Por deseo de Dios somos juez y parte de nuestra propia existencia. Una condición necesaria es que cada vez deseemos no haber fallado; si siempre pasamos al siguiente error sin desear cambiar, entonces estamos en fuera de juego hasta que queramos; lo malo es que la inercia es cada vez mayor y el cambio al sendero tortuoso de la Verdad, cada vez más difícil.

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El miedo es un mecanismo instintivo que, en general, nos pone en alerta y a la defensiva: hay que conservar la vida (esta) a toda costa. Y cuando es mucho, nos retrae y paraliza. Pedro lo tuvo por tres veces en esa noche tan especial; pero tras levantarse de esas caídas, y de muchas más, supo perseverar hasta el final. El Cristo no debía fallar (ni podía, por diseño) una sola vez; llevaba más de treinta años aquí y no le era ajeno el miedo y el dolor al Hijo de humano. La debilidad de la carne le tentó, pero de inmediato, buscando al Padre en sí, afirmó su determinación. Venció en su batalla interior el deseo de agradar al Padre, de estar del lado de la Verdad. Pero la oración son palabras vacias si no se tiene la certeza de estar en el lado bueno, la fe no es tal si no se está convencido de la Verdad "verdadera". Con miedo, nos sentimos solos; pero si queremos y tenemos raíces (como el Maestro), no lo estaremos; basta desearlo y sentirlo; basta encontrar al Padre en nosotros mismos. Si tan solo andamos dándole vueltas al miedo, entonces solo encontraremos la cegadora soledad irracional, instintiva. Es muy fácil decirlo, pero muy difícil conseguirlo, aún con fe. Aquel mal trago nos muestra en Jesús su condición más humana, y como, en esa lucha interior se mantuvo firme y perseveró. Consciente de su responsabilidad, no podía fallarle, no podía fallarnos. El Padre estaba viviendo lo que él vivía, y hablando por su boca, viviendo en su persona; el Hijo del hombre lo sabía. ¿Aún no me conoces, Felipe?... (es el Padre el que habla por mi boca).

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No llaméis a nadie padre, pues uno solo es vuestro Padre; lo que podría aplicarse a propósito de los papas de la iglesia de cartón piedra a los que se les llama "Santo Padre" (dos incongruencias, santo y padre); no a la inmaterial iglesia de Pedro, donde nadie es mayor que otro, todos somos hijos del mismo Padre y el Maestro sirve al sirviente. Ni llaméis a nadie Maestro, pues uno solo es vuestro Maestro (también podría decirse de tanto iluminado adoctrinador; hoy más que nunca, con la masonería de Bergoglio; y el Vaticano; no ya medio confundido como de costumbre; sino premeditadamente corrompido hasta el tuétano; y me temo que ya hasta el final, de mal en peor. El Maestro transmitió el Mensaje, el deseo del Padre en cada una de sus palabras recogidas en el Evangelio; puso en sus palabras, las del Padre. Las palabras del Hijo del hombre son la voluntad del Padre Creador; por suerte, inmejorable: Santo. En las antípodas del dios cruel del sacrificio: fanfarrón, humanista, buenista, vengativo e injusto del viejo Novus Ordo ateo o racista pseudo mosaico.
El Maestro que hablaba al Padre en Getsemaní, nos enseñó a hablar al Padre: orad conmigo al Padre que está en mí (no a mí), para alejar el miedo sin control instintivo natural heredado genéticamente: la egoísta selección: el sacrificio "del otro" (en este caso hubiera sido el sacrificio para la Vida de todos los elegidos salvados por el Salvador gracias a su ejemplo, a su sacrificio verdaderamente útil por una vez, para el bien) que lleva a la supervivencia "de los más aptos"; la propia en fin: ahí mezcló el Malo el trigo y la cizaña; a donde no llegan los microscopios, ni la filosofía. Era necesario el libre albedrio y la Palabra para tamizar, separar voluntades y conseguir otra selección (ajena a esta vida); extraña, sublime; y contraria a la de este mundo de transición. Selección, donde son los propios seleccionados los que eligen serlo; los que se auto seleccionan, o no. Pero hay que volver a recalcar algo importante y que pasa desapercibido: cuando oramos frente a la imagen del Maestro, hay que ser conscientes de que a quien estamos rezando es al Padre que siempre está en Jesús, no a Jesús; aunque podamos también dirigirnos a él. Podemos orar al Padre con los ojos cerrados, mirando al firmamento o mirando al Hijo; pero el Hijo no es el Padre, aunque el Padre sea (también) el Hijo; una de sus criaturas.

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Amigo, ¿para qué has venido?
 
Pon tu espada en su sitio, porque todos los que usan espada, morirán por la espada. ¿Crees tú que no puedo invocar a mi Padre y me enviaría enseguida más de doce legiones de ángeles? ¿Cómo entonces se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?
 
Como a un ladrón habéis salido a prenderme, con espadas y palos. Diariamente enseñaba sentado en el templo y no me prendisteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.

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Mi opinión:
"¿Crees tú que no puedo invocar a mi Padre y me enviaría enseguida más de doce legiones de ángeles? ¿Cómo entonces se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?"... ¿Cree alguien que si el Padre quisiera no evitaría que el mal triunfe como suele, casi siempre? ¿Hemos de corregir nosotros (por la fuerza), lo que el Padre no corrige por la fuerza?; se supone que estamos de su parte ¿vamos a hacer nosotros lo que El no quiere hacer? o ¿Vamos a combatir el mal con el mal, para tener alguna posibilidad de éxito? ¿No ya para salvarnos o salvar a otros, sino para salvar al cristianismo?... No; así no se debe salvar el cristianismo, ni nada; si no, lo haría el Padre; si se trata de que cada uno se retrate, el Padre no intervendrá normalmente. Al leer a Jesús, no hay que ser ningún lumbreras para darse cuenta de que lo que se pretende, es combatir el mal con el bien; pero ... ¡SIEMPRE!: sin medias tintas. El fin, para un cristiano (en general), no justifica los medios (ninguno). No hay medios, ni fines; todo medio es un fin en sí mismo, por pequeño que sea; omisiones incluidas, pasando por las palabras, ¡e incluso, y sobre todo, pensamientos!; porque el primero que sabe de nuestras intenciones es EL; no ya en nuestro propio pensamiento, sino desde siempre. Todo debe ser de acuerdo al Cristo, al modelo, al ejemplo que nos da el Padre; al bien. Ni razas superiores, ni lastres en la especie (como dice el prenazi Nietzsche o sus fuentes clásicas); no somos bestias sometidas a la ley de la selección natural si no queremos serlo; esa es la diferencia con el resto de especies; tal es nuestra ventaja sobre ellas; un abismo nos separa. Nada de selectivo humanismo racional maquillado con filantrópico buenismo (irracional diría yo); sino bondadosa y humilde humanidad cristiana (de la de Verdadera), del Padre (palabras y obras obrando en el Hijo).

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¿Crees tú que no puedo invocar a mi Padre y me enviaría enseguida más de doce legiones de ángeles? Parece un poco infantil la respuesta de Jesús; pero no porque él lo fuera; sino porque la mayor parte de los que recibiríamos esa frase lo somos; de hecho, a veces nos compara con niños malcriados. El Cristo habla de los Cielos, de los Angeles, del Infierno; habla en parábolas; simplificaciones, abstracciones para ser entendido por todos y en todos los tiempos. Aunque en ocasiones va más allá : “el que lea, que entienda”. Algún “entendido” le pidió explicaciones, pero tampoco estaban a su alcance : Pretendéis que os hable del más allá, si no comprendéis lo de aquí: esta vida. Lo importante para un cristiano no es hacer cábalas sobre conceptos abstractos indemostrables (imponerlos, es escandalizar); lo importante son las palabras que definen un comportamiento ante el Padre : Querrás, al Señor tu creador sobre todo; y al prójimo como a ti mismo: la sencillez del Mensaje es abrumadora. Un perro no es prójimo (es una criatura del Padre a respetar), pero el ser humano más despreciable del mundo (Caín), sí es mi prójimo. Hoy los hijos del Malo pretenden dar derechos humanos a los animales, mientras ejecutan a millones de humanos, los más débiles e indefensos; y los desprecian. Se está imponiendo, imparable y creciendo como una bola de nieve. 
Al tiempo que elucubramos sobre conceptos abstractos que nos adelantó el Cristo en el Odre Nuevo (y terminamos por creernos lo inventado); obviamos lo que dijo clara y reiteradamente (es de Perogrullo su interpretación); lo soslayamos; interpretamos y lo reinterpretamos lo que no tiene vuelta de hoja (guarda la espada); lo retorcemos hasta darle la vuelta. Al mal solo hay que combatirle ¡siempre! con el bien; con la otra mejilla : No hay fines o medios; solo hay fines. El malvado se lo sabe bien; ve en ello una debilidad, y lo es (así se expresa en los ultra censurados, por mal atribuidos, Protocolos de la Elite de labradores arrendatarios asesinos de turno); es bien grande esta desventaja (motivo por el que casi siempre gana aquí el mal, maquillado o no, excepto a titulo personal); siempre se aprovecharán de ello y es motivo de mofa. No creen o no les interesa creer, allá ellos. Pero el que de verdad crea debe ser consecuente. Si has de querer a tu enemigo ("¿querer a un "ser querido" qué merito tiene?"); ¿qué sentido tiene desearle algún mal?; si incluso la indiferencia no sirve en el Reino de los Cielos. Para quitarnos esa venda de los ojos, hemos de sustraernos de los condicionantes, a las presiones de este mundo : el orgullo, la venganza, la soberbia, el dolor, la envidia, el predominio, etc.; el instinto de sobrevivir, de prevalecer. Por mucho que nos lo propongamos y nos mentalicemos al respecto, la experiencia nos demuestra que no basta con desear cumplir en un momento dado si estamos atados a tanto lastre mundano; hay que soltar lastre para tener alguna posibilidad de éxito.

Devolver el golpe, quizás fue la primera piedra en la que tropezó la iglesia “formal” cristiana (de cartón piedra) cuando hubo "tocado" poder terrenal; la misma piedra en la que sigue y seguirá tropezando hasta el Día del juicio: es el fracaso anunciado por Daniel (no será más suyo el pueblo tras sacrificar al Cristo) y por el propio Cristo; la misma en que tropezó tantas veces antes el que fuera pueblo elegido; y donde fracasan los demás "pueblos" como tales. En algunos llamados a extinguir, donde aún agonizan brasas, siguen goteando elegidos, pero estos solo encontrarán la Vida ¡a título personal!; son "los invitados de los caminos": tan solo se puede imitar al Maestro desde el interior de cada cual (cada día es más evidente pues terminará por ser una necesidad ocultar la fe; como ya sucede en China y en muchos otros sitios).
Un "pueblo" cristiano: una sociedad, nación o cultura así; no prevalecerá porque, aunque la mayoría de las manzanas estén sanas, las podridas harán su labor dentro de la cesta más pronto que tarde; y afuera, en las relaciones entre pueblos, tan solo prosperarán los que, por el método que sea, se impongan al resto; a los más débiles (ahí empezó la adulteración del Odre Viejo). Sin ninguna concesión al cristianismo verdadero, esta ciencia clásica llamada política, pretende racionalizar la gestión natural de la selección; valiéndose del engaño y la fuerza, ocultas al pueblo (lo dicen abiertamente en sus escritos los clásicos griegos). La política es por tanto lo opuesto al cristianismo (donde el ser humano renuncia a aplicar la ley natural de selección entre sus semejantes) y por eso es perseguido con saña. La política siempre desemboca en lo mismo: "lo del cesar" y "los preceptos de hombres"; el dios de turno, termina por convertirse en una herramienta relativa del cesar de turno.

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Existe una pirámide jerárquica donde prima siempre la fuerza, sea del tipo que sea: bruta humana, con las armas, del engaño, de la avaricia, de astucia o inteligencia; del dinero, del poder alcanzado, de la envidia, del odio, de la soberbia racista; del instinto; de cualquier ventaja puesta al servicio del mal. Desde su cúspide se impone jerárquicamente una voluntad dominante sobre individuos y pueblos. Así, el anglosionismo, basado en el humanismo racista de la polis; ha ido comiéndole terreno con todas sus armas, ocultas o no, al cristianismo (como estaba anunciado); que tras la oleada inicial (que barrió lo que ahora emerge) se va retirando mar adentro. 
Si algo de positivo tiene la situación, es la nitidez que va cobrando paulatinamente la línea que separa el bien del mal para quien realmente desee ver en la Palabra. La fuerza del buen cristiano es la misericordia; que es la justicia del Padre; y siempre va de frente, con la luz. Esa fuerza no va a volver a imponerse de nuevo tras el Cristo; lo sabemos por sus propias palabras: "y esta es la condenación, que luz vino al mundo y este eligió las tinieblas"; "hasta la tribulación final"; es decir, que esto será un largo descenso al averno para una mayoría cada vez más abultada. Los labradores asesinos (del Malo) se multiplicarán; y la inmensa mayoría de la mies se perderá. Las predicciones del Cristo y de Daniel cada vez se comprueban con mayor claridad. La fuerza que doblegó al imperio del cesar y a sus ideales clásicos: la misericordia; no volverá a vencer colectivamente y se irá apagando su luz, en la medida en que el mal va difuminando aquí el espíritu que el Padre nos legó.
 
La misericordia es, para quienes la odian una debilidad aprovechable para imponerse. No se equivocan y lo saben muy bien: "quien gane esta vida (ley racista natural de selección), la perderá (la Vida eterna en el Padre); y quien la pierda (esta vida...; por defender la fe en el Mensaje de misericordia entre hermanos), la ganará (la Vida eterna). El bien integra, aglutina, perdura; la Verdad permanece. El mal, disgrega, muta, segrega, desintegra; la mentira se reduce a la nada.

Lo que está nítido, es que, si sigues al Cristo, pero sacas la espada para defender el Reino de los Cielos: lo adulteras; lo pierdes; dejas de "seguirle", y empiezas a perseguirle. Y si no sacas la espada, te "crucificaran". Es la historia de Caín y Abel la de este mundo; la de esta "generación".
El que pierda la vida por Mi (causa); la ganará (la Vida). La causa es el Reino de los Cielos: el deseo del Padre; los que la hacen suya, ganan el derecho a llamarse hijos suyos, y no meras criaturas sujetas a la ley de este mundo, del cual el Malo es príncipe; que no rey. Un encargado "necesario" (como Judas); el del tamiz. Esta causa es nuestra verdadera razón de existir; y es de libre elección solo para el animal humano de este mundo; más allá del instinto genético, que es de fábrica. Esta causa es el talante de servicio, la predisposición a la misericordia de quienes se consideran hermanos; hijos de un mismo Padre. Servidores de todos, sin servirse de nadie.

Los medios son fines. El Cristo, dejó bien claro que el fin jamás justifica los medios si contradicen la esencia del Mensaje del Padre; si se basan de alguna manera en el sacrificio. Judas era necesario para que todo se cumpliera (cómo Pilatos, Hitler, Stalin; como los Rothschild, los labradores arrendatarios asesinos o cómo el mismo Malo), pero que tengan que existir no les disculpa: hay de aquel que entrega al Elegido; que niega al Cristo: a su Creador; para que brille la luz de la Verdad, hacen falta las tinieblas. Pero es muy fácil pasarse al otro lado sin siquiera percatarse: Hay de aquellos que dicen defender al Predilecto con la espada, con las armas (le niegan igual) causando mal a "cualquier prójimo"; punto. La misericordia y el servicio ¡nunca! se defienden con su antítesis; con el uso de la fuerza (cualquier método de imposición); ni siquiera en defensa propia o de un ser querido, como enseñó y mostró "el Ejemplo" a seguir (quien desenvainó la espada por defender al Cristo seguro que le quería). Pero los que retuercen sus palabras no pueden retorcer su ejemplo, está ahí para los que tienen ojos y oídos. Jesús dejó claro lo que significa ponerse en manos de los que nos odian como cristianos; de los que nos persiguen y torturan. Esos sacrificios que aún están por venir no servirán como antaño para ganar terreno al mal en este mundo (como adelantó Daniel), pero si para ganar la Vida de muchos. Seguirán surgiendo falsos profetas y personajes que dirán ser el cristo (como Mahoma quinientos años después); no les creáis, aunque engañen a muchos: por sus obras los conoceréis (o sea, el sacrificio en lugar de la misericordia sin distinciones). Tras el Cristo, tenemos la gran suerte de conocer el modo de obrar, y sobre todo, el modo de no obrar; disponemos de la vara de medir: sus palabras; la Palabra. En el islam el sacrificio se cae por su propio peso; y en la religión atea masona ecoprogre, basada en la mentira generalizada, también.


Podría defenderle el Padre si se lo pidiera: pero no se lo pidió. ¿Y por qué no se lo pidió? Porque debían cumplirse las profecías; ya que él mismo sería el Ejemplo a seguir: no hay que oponer resistencia a Caín, al Malo, sino seguir al Ejemplo. Se puede y se debe intentar evitar el mal, el daño propio o ajeno, pero nunca a costa de causarlo. Es así de difícil y así de claro; lo que nos quema por dentro: la venganza, el instinto de devolver el golpe; entonces ante la disyuntiva, retorcemos el Ejemplo por no digerirlo; y casi siempre terminamos por hacer lo que nos pide "el cuerpo" (al menos de pensamiento) incluso el 99,99% de los que nos hacemos llamar “cristianos”; nos engañamos; maquillamos el mal para acallar la conciencia, negando al Hijo, al Padre. Igualmente, desde el principio la iglesia formal fue incapaz de anteponer el ejemplo del Maestro a la dura realidad que la presionaba, perpetuando así el mal ejemplo de origen. Y digo formal, porque la de Pedro no fue, no es, esa; Pedro tenía claro que había que imitar al Cristo a cualquier precio; y comprendió que su ejemplo pacífico era el Camino; el del Cristo, su maestro, como él, tuvo que "vencer" su instinto. La iglesia de Pedro no falló; la verdadera (sin muros ni techo) y dio muchos frutos; fallaron otros después, apegados a este Mundo. La iglesia de Pedro, vivirá hasta el fin; porque, como adelantó el Cristo; el evangelio verdadero permanecerá, aunque sea escondido para unos pocos, entre multitud de adulteraciones más o menos evidentes. La Iglesia de Pedro no tiene muros ni tejado, ni patria ni cobijo; porque sus fieles están dispersos por los caminos; ya sea dentro o fuera de los templos. Quizás lo más parecido a "un pueblo cristiano" tras el éxito de los mártires del comienzo, fue la evangelización española, que también y con sus taras, dio muchos frutos, y de ella parten muchos que comprenden lo importante, que saben ver y oír. La misión de muchos (muy pocos en comparación con el resto) fue extender la Verdad (como siempre más o menos adulterada; pero incluida entre la paja: muchos la comprenden, la mayoría no), para dejarla al alcance de todos; al margen de los cesares, sacerdotes y modas. Así, la iglesia de Pedro está compuesta de una pequeña minoría dispersa, bajo el dintel de la formal cada vez más irreconocible.

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El sacrificio podrá ir pareciendo cada vez más estéril por solitario y anónimo, pero todo sucede por algún motivo, y aunque lejos de cambiar el mundo, a sus pueblos; quizás aproveche a alguien; y en todo caso al sacrificado; todo está escrito en la memoria del Padre. Aunque muchos son los llamados que se hacen llamar cristianos; muy pocos son los elegidos: los verdaderos cristianos. Pero allí donde hubo fuego, quedarán brasas: en nuestra maltratada cultura cristiana, heredera de los primeros mártires; con un poso de la Verdad que todavía subyace en la memoria colectiva. La cultura cristiana de muchos de los llamados, no es lo mismo que la fe cristiana de algunos elegidos; pero conserva retazos del Evangelio; pocas, sencillas y claras palabras, fáciles de recordar por todos. Siempre hay alguien en la cultura cristiana que encuentra el camino; quien aviva las brasas pese al asfixiante Novus Ordo Seclorum impuesto por doquier desde las tinieblas; borrando a su paso, todo rastro del verdadero del Evangelio; del Reino de los Cielos, del Padre verdadero. Aunque es intento vano erradicarlo, la mayoría sucumbirán a sus adulteraciones.

Para los elegidos, no basta con dar la cara cuando han de mantener su convicción o negarla; se les pide perseverar hasta el final frente a la espera de lo inevitable, al dolor del suplicio y a la impotencia de la injusticia, porque: "al que me niegue, yo le negaré ante el Padre". Se nos pide claramente que sigamos al Ejemplo, y que lo demos hasta el final: con la convicción, la fe, de hacer lo correcto; esa debe ser nuestra arma y no otra; y si no hay nadie para recibir ese ejemplo, debemos darlo ante nosotros mismos y ante el Padre. Pocos serán los que lo apliquen correctamente: no resistir al Malo y no negar al Bueno. Vencer en los infinitos pensamientos que contiene un minuto al instinto de conservación, de la selección natural, que nos tienta; nos habla "también", desde lo escondido de nuestro propio ser; y nos empuja a rendirnos para salvar esta vida a costa de negar al Creador, de negar la Verdad que nos mueve y nos motiva. Hay que vencer las continuas tentaciones del Malo hasta el último aliento: ¡difícil!; los que perseveren hasta el final, se salvarán (pero no aquí, eso está claro). No se trata de vencer, de salir ganando; sino convencer con nuestro convencimiento, si no se tiene con la perspectiva de quien ya se siente fuera de este mundo, será muy difícil soportar el tormento. A pesar de esa dificultad para aceptar la injusticia, el dolor y/o la muerte; a pesar de todas las pequeñas o grandes equivocaciones de una vida; cuantos mártires; cuanta fe: ¿Quién sabe cuáles de entre ellos lo conseguirán? Solo el Padre tiene la balanza. Aquellos primeros cristianos dieron ejemplo, dando esta vida por el resto, por el Padre, por la Vida; un gran ejemplo; cristianismo puro, del bueno; diluido hoy en cien mil estupideces hasta darle la vuelta a todo: que si hoy son otros tiempos; que si todo ha cambiado ya; que no hay que llevar las cosas tan lejos; hay que vivir el momento porque hoy las cosas son de otra forma; aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid; porque es más fácil, porque me conviene, porque más vale pájaro en mano. ¿Cristiano?, ¿de qué?, ¿aplicamos el ejemplo del Cristo?; y aún tenemos la caradura de hacernos llamar cristianos.
 
Evidentemente no todos los que usan espada (las armas), en esta vida; mueren por la espada (las armas) en ella. Evidentemente no se refiere Jesús a la muerte de aquí, ya que Jesús nunca miente, y esa sería una mentira evidente, pues hay muchos (probablemente la mayoría) que han usado las armas; o sea, han matado o dañado aquí, y no han sido dañados o muertos por la espada (las armas) aquí; sino por cualquier otra circunstancia. Necesariamente para que su frase tenga sentido, Jesús ha de referirse a "otra muerte": usar la espada impide la Salvación. Sin importar el modo en que seremos desechados; quizás como se quema la paja: ¿Cielo?, ¿Infierno?; baste saber que existe algo parecido a lo imaginado. Causar daño aquí conduce a la muerte definitiva, la desintegración que impide la Vida eterna en el Padre; la integración en EL.

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En la frase Jesús se refiere a "todos" los que agreden (los que usan la espada); a todos sin excepción. No es bueno (cristiano) combatir al mal con sus "armas"; con el mal. Oponer las armas contra el prójimo; imponernos contra su voluntad es malo. No hay que oponer al Malo otra fuerza que no sea la del bien (por inútil y absurdo que nos parezca y les parezca en este mundo): no resistir al Malo dijo... más claro: el agua; y lo firmó con su propio ejemplo. No resistirse por la espada, no imponerse: hay que tener cuidado con el lenguaje, porque en realidad, ¡si resistimos al mal, pero con el bien!; no hay que resistirse con la espada, causando mal. Es de cajón. En el contexto la resistencia es por la fuerza (del tipo que sea).

Para "todos" los que obran así, es el final de la partida; morirán a la Vida. Cuando habla de poner la otra mejilla, o de dar esta vida por la Vida; está "machacando" sobre el mismo clavo, a sabiendas de que es quizás el punto más "flaco" de la humanidad, aquel por el que se hace más fácilmente oídos sordos, y el motivo por el que la mayoría de los "cristianos" y de los "mosaicos" en realidad no lo somos (y que, "lo llevamos claro"). Ni vemos ni oímos; no hay peor ciego o sordo que el que no quiere ver ni oír.
La espada, las armas; son un tipo de fuerza de imposición, pero también se ejerce la fuerza de imposición desde distintas situaciones o profesiones que nos ponen en la situación de ejercer cierto poder de imposición sobre el prójimo: Quien tire la primera piedra (más le vale) que esté libre de pecado: el juez, el abogado, el fiscal, el político; los maestros (las ruedas de molino), periodistas, clérigos, etc. etc. ¿Cuántos habrá que no hayan causado daño en el abuso de su actividad? Tienen un poder, una responsabilidad social ante el cesar; y si son cristianos de verdad, han de anteponer la Vida a esta vida; Dios al cesar de turno; al qué dirán, al salario, al honor, a la venganza, a la honra, a la presión social o familiar; Dios se antepone a todo sin dudarlo un milisegundo. Se ha de servir al prójimo como un sirviente, sea cuales sea.

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Dijo Jesús a Pilatos que cuanto somos y tenemos se lo debemos al Padre; talentos por los que se nos pedirán cuentas si los empleamos mal o los guardamos. Cada cual en su medio, su entorno, su profesión, tiene la posibilidad de servir al otro y la tentación de servirse del otro; imponiendo otro tipo de fuerzas distintas a la de las armas, pero que pueden ser igual de letales cuando por ejemplo, producen el mismo resultado. Lo que no ha dejado nunca de suceder, con el rápido avance del Novus Ordo anticristiano de los labradores asesinos esta ya hasta en la sopa y avanzando imparable; más le valiera a muchos no disponer de ese poder de imposición (riqueza, gloria y fama), que puede ser un lastre tan pesado como la riqueza de cara a la Vida. 
Las armas; la espada; un ejemplo temprano lo tenemos en las cruzadas, en las ordenes militares como la de los templarios; o en los ejércitos papales. Que si bien eran aparentemente necesarios para que el cristianismo no desapareciese; también lo era Judas, para que todo se cumpliera; unos y otro negaban al Padre. Es falta de fe en que el Padre proveerá para que el cristianismo llegue a donde tenga que llegar, sin necesidad de faltar a la Palabra. Lo mismo que cuando dijo que no nos preocupáramos de que comeríamos o que vestiríamos, refiriéndose a aquellos tan especiales que sin nada, siguen al Maestro; como la fe, la convicción de algunos misioneros de que lo importante es confiar en Dios; que no necesita ni quiere, que nadie alce la espada para defenderle, para defender la Verdad. No desea que Abel pelee con Caín, solo EL pone orden y juzga; para que solo prevalezca el Bien.

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Al tener que elegir se produce una la lucha interior en lo "escondido de cada uno"; entre el instinto natural del Malo que nos habla con nuestros propios sentimientos y emociones; y la Verdad: la Palabra del Hijo, que es la del Padre, y que subyace en nuestra conciencia; "hablándonos" con nuestros propios pensamientos: "Cuando os lleven para entregaros no os preocupéis de lo que habéis de decir sino que diréis lo que en aquel momento se os comunique, pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo" (del Padre). Querer al que te odia, o no usar las armas cuando peligra tu vida, la de los tuyos, las de inocentes o simplemente, las de otros; es un abismo insalvable para la inmensa mayoría; pero no para tantísimos mártires que murieron como el Cristo, como Pedro; sin causar, ¡ni desear causar aún de pensamiento!, daño alguno a sus verdugos; es más, pidiendo por su conversión, por su bien. Consiguen querer a Caín que los odia. Siguen fielmente al Maestro lo mejor que saben (como dijo Daniel; muchos fueron los frutos del Cristo), su ejemplo está presente por los siglos de los siglos, pese a los continuos ataques del Malo y sus lacayos que, como adelantó Daniel y ratificó el Cristo, terminarán por ahogar la fe verdadera para la inmensa mayoría. Los elegidos a falta de espada, dejan hablar al Padre por su boca.
 
El ejemplo de Abraham ya venía diluyéndose en preceptos mundanos, como denunció el Cristo; pero no tiene "un pase", que se volviera a repetir la adulteración tras su venida: la Luz vino al mundo, pero este eligió las tinieblas. Fueron aquellos preceptos, convertidos en tradiciones veneradas durante generaciones, los que impidieron a algunos dar crédito a lo que presentían verdadero, pero prefirieron escuchar al Otro; la inercia era demasiado fuerte y con ella les iba bien aquí a ellos y a sus representados. Seguir el otro camino conducía al desastre político (pseudo)religioso. Prefirieron, prefieren salvarse y salvar a sus representados en esta vida, ante la posibilidad de que la otra salvación prometida no fuera, no sea, cierta: o sea, falta de fe, ateísmo. No son dos caminos divergentes, son dos caminos opuestos. Este proceder no es exclusivo judío, sino de todo gentil; judío o no, ajeno al verdadero Mensaje. Los del carpe diem, los del pájaro en mano, nos siguen llevando a la Gran Tribulación de cabeza y sin remedio, pues está anunciado, ¡y por quién!; y además resultar evidente la deriva anti cristiana; la involución galopante. Al referirse a las tinieblas, el Cristo fue el colmo de la precisión, ya que los ciegos lacayos masones que guían al rebaño hoy, dicen buscar la sabiduría al abrigo de la penumbra de “la lechuza”; donde mora "la sabiduría oculta" solo accesible a elegidos (de pacotilla) del Príncipe de las tinieblas: Sin comentarios. Y piensan: "¡sí!, somos malos; porque nosotros lo valemos…!". Más bien tontos; pusilánimes, egoístas, soberbios egocéntricos, listillos botarates que no ven más allá de un palmo de su propio interés y se creen destinados y obligados a guiar al resto.

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Los recientes medios masivos de manipulación social están colmando el vaso. Es inútil explicar a los que dicen odiar a las oligarquías fascistas, que son estas las que les pastorean y les utilizan (más útiles antes que las bombas); las que producen todo cuanto les gusta ver y oír; fijándoles, sin que lo perciban, las ideas en las que creen; alistándoles en antítesis para enfrentarles con otras. Incluso los que se consideran filmes buenistas ultra conservadores y "cristianos", sirven (además de para convertir los excrementos de la historia en oro, y el oro bañado en sangre en excremento) para justificar siempre el uso de la violencia contra el mal por parte del "bueno" de turno, una y otra vez; primero por esto o por aquello, después por mera venganza y finalmente con ensañamiento de un tiempo a esta parte. O sea, justifican el uso "de la espada" sin cortarse un pelo; y se burlan de quienes pretenden ser cristianos renunciando a usarla o a blandirla; les llaman locos y cobardes; la siembra anglosionista suele dirigirse despectivamente contra los evangelizados por España en particular, con aire de superioridad, haciéndose llamar cristianos con una espada en la mano, revolver o talonario, en arrogante ceguera. Los sembradores de cizaña atacan con todo el poder de este mundo día y noche, hasta en la silenciosa intimidad del hogar, hasta la saciedad; resultado: van borrando todo rastro del verdadero cristianismo. Apelan a emociones, a la empatía de casos particulares, a actores con don de gentes que se convierten en ejemplos a seguir, manipulan el lenguaje, fuerzan las situaciones para inducirnos a obrar y pensar cómo quieren que lo hagamos; aceptando y tolerando que otros vayan haciendo; incluso en alguna película donde pareciera que prima el bien, finalmente se las arreglan para dejar el otro sentimiento contrario. Así introdujeron y alimentaron la división y destrucción de la familia tradicional cristiana, así se llegó a aceptar el asesinato masivo de bebes en el vientre materno, y otro tanto con el exterminio de los ancianos y desvalidos; mirando para otro lado ante el abuso de los inocentes. Van preparando el terreno y marginando a los disconformes cristianos de verdad, en cuanto cuentan con un mínimo de exaltados a su servicio.
Forzaron a la sociedad a obrar como lo haría "el bueno de la película" antes que como lo haría el Cristo, ¡y se hacen llamar cristianos!: son maestros del engaño; hoy fuerzan a la sociedad a obrar como lo haría el malo de la película directamente, pues los roles han cambiado, y entonces ya podemos admitir la venganza sádica también. Así justifican también sus propios actos; e imponen esa actitud al mundo entero. Otra vez el lobo disfrazado de oveja; enésima y perfeccionadísima máscara tecnológica del agnosticismo ateo clásico; de los protestantismos, las antítesis masonas y demás desvíos agnósticos. Siendo el más destacado y pintoresco el del Vaticano, con el lacayo masón Bergoglio al frente; el último "fichaje", al gusto, imagen y semejanza de quienes les financian. Inútil explicar a la odiadora escoria Disraeli, más útil cuanto más ignorante y necesitada, que son esas oligarquías que controlan la opinión pública y el sentido común; las que manejan todos los muñecos del guiñol y a ellos mismos, en primer lugar: la escoria. Que son quienes mandan y también las oposiciones. Por encima de todos estos engaños, está el verdadero cristianismo, siempre en lo escondido, y al que también se le conoce por sus obras.
Este mundo, donde todo es caduco; también es caduco. Esta vida, pasará; y con ella, sus leyes de selección; las del instinto animal. Sin embargo, la auto selección del Reino de los Cielos, cuyo conocimiento pleno ya está a nuestro alcance desde hace más de dos mil años; prevalecerá.

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¿Amigo, para que has venido?: Trata de amigo al que cualquiera consideraría como su peor enemigo, pues no hay peor desengaño que el de un amigo falso, y más con tal traición. Podemos estar seguros de que Jesús no pronuncio esa palabra con ironía, con segundas.
Pon tu espada en su sitio: A su amigo, que le quiere salvar, le critica por hacerlo mal; por resistirse al mal.
Como a un ladrón habéis venido a prenderme, con espadas y palos: El mal, ante la falta de argumentos o de otra solución, se impone por la fuerza, cualquier tipo de fuerza. A escondidas de los que buscan la verdad, que aunque son la mayoría, no tienen medio de evitar que el Mal les sustraiga la Verdad; con alevosía, premeditación (conspiración) y nocturnidad. Nada ha cambiado, emplean a la confiada escoria Disraeli Rothschild contra los que critican sus mentiras y abusos. Por eso desde los clásicos pre nazis, el cesar busca un pueblo sumiso, obediente por inepto, por simple, por desconocedor de la verdad y de la Verdad. De ahí viene la descristianización islámica Paneurop(e)a Calergui, por culpa (lo sepan o no) de los ateos masones de ambas antítesis (democracias y organizaciones internacionales marioneta), lacayos de los labradores asesinos de turno (anglosionismo endogámico).
Para que se cumplan las escrituras: Para el Creador el tiempo no existe, pues forma parte de la creación; por eso todo está ya escrito para el Padre.

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Tú lo has dicho; y os digo que un día veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y venir sobre las nubes del cielo.

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Mi opinión:
El Cristo, además de ser el Hijo del Propietario del terreno arrendado (donde espera sembrar buenos frutos), fue profeta de esta vida; adelantó algunos acontecimientos que se van sucediendo inevitablemente; breve resumen del futuro que nos espera para servir y prevenir a los elegidos, pues sus palabras son atemporales; y estarán con nosotros hasta el Fin de los Tiempos. Así, hoy tantos pseudo sacerdotes recuerdan sus palabras, tergiversándolas; no se si conscientes o no de ser parte de esa maldad futura que el Cristo describía.
De no ser por quien fueron dichas, estas palabras no solo cuesta creerlas, sino que hasta cuesta imaginar lo que describen, pues en el ancho mundo tal escena no puede repetirse en todo lugar al tiempo, y mucho menos para todo el género humano (desde el principio hasta el final): Una vez más, nada será como imaginamos; y sin embargo todo será; lo que se elucubre al respecto es baldío e innecesario (aunque es casi inevitable echara a volar la imaginación); no debería ser motivo de conflicto, basta saber que sucederá. Palabras que dijo a alguien que, ya ahora es polvo, y mucho más en aquel día del Juicio donde quizás sólo seremos espíritus expectantes (puestos a imaginar). Sin embargo, los elegidos no serán desechados, sino que nacerán a una Vida nueva; inimaginable igualmente, pues por ejemplo dijo que no habrá diferencias de sexos, cada cual servirá como el más humilde, y habrá un rey y señor para todos, que no será el que más manda sino el que más sirve. Nada de democracia; no hará falta: el Rey, sirviendo a sus siervos, servirá al Creador, que siempre obra en él (siempre "en otro plano/realidad" resumen de todos).
 
Cuesta imaginar ver venir al Cristo sentado a la derecha del Poder sobre las nubes, en "presencia de todos": imposible verlo con "nuestros ojos"; creerlo con la lógica de la razón o de la experiencia aprendida; la única que conocemos. Nada será como imaginamos, pero será exactamente así. Puestos a imaginar para “cuadrarlo”, habríamos de ver venir al Cristo sin necesidad de ojos, de los sentidos que nos han acompañado desde que nacimos (pues no los tendríamos); y quizás no estaríamos en un tiempo ni lugar alguno, como si ocurriera todo en nuestro propio interior; tal como nos habla el Padre (en lo escondido de nuestro pensamiento: escondido a nuestros sentidos); pero, ¿es necesario un cerebro material para generar un pensamiento? Si, en esta vida, en este Mundo; sí. Evidentemente es difícil resistirse a la tentación de echar a volar la imaginación; pero es un gran error darle un mínimo de crédito; pues solo cuentan como ciertas las palabras del Cristo. Ya nos dijo que si no somos capaces de entender esta vida, huelga intentar explicar lo que está más allá de ella; absurdo es buscar interpretaciones en base a nuestra experiencia aquí o a la ciencia ficción manoseada en mil películas del Malo.

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El Padre, el Poder, el Creador, Dios... no es como lo pintó Miguel Angel en la Capilla Sixtina; no es un anciano venerable y sabio; esa es otra abstracción mundana. El hecho de que estemos hechos a su imagen y semejanza, puede referirse a nuestra capacidad de elección entre el bien y el mal, algo que no está al alcance del resto de las criaturas, dominadas por los instintos básicos de supervivencia.
El Padre es todo, pues la nada no existe; solo el Padre es. Solo puede haber un principio creador. Pero aun siendo inconmensurable, su Espíritu santo no ocupa espacio ni materia, puede estar en cualquier ser; en cualquier humano que lo desee de verdad; y siempre (por su deseo) en el Hijo predilecto. Estuvo en una zarza ardiente ante Moisés, en una nube sobre un monte con los tres apóstoles; está en los elegidos ante el suplicio, cuando dan testimonio en cualquiera de nosotros si le encontramos. El Padre quiere ser el Hijo por (obra y gracia de) su espíritu santo; pero el hijo no puede ser el Padre; es tan solo el contenedor humano mediante el que se expresa el Padre; mediante el que nos sintió y nos quiso personalmente desde nuestra propia perspectiva; en todo caso como nuestro creador que es, nos conoce mejor que nosotros mismos sin comparación. Sin embargo, ambas identidades: Padre e Hijo son solo una, pues el pensamiento del Padre está en el pensamiento del Hijo, se muestra y expresa en él; y como el cuero sigue al pensamiento, es el Padre quien obra.
En el Hijo está Dios, pero Dios es infinitamente más que el Hijo: es el que le glorifica (le da divinidad, que viene de dios). El espíritu del Padre puede estar en el Hijo, pero el del Hijo no puede estar en el Padre sino por deseo del Padre. El Hijo oraba al Padre (y nos pide que oremos al Padre con él); pero el Padre habla por su boca, en su pensamiento. Si pudiéramos ver al Hijo, como le vieron los Apóstoles, estaríamos viendo a un hermano humano, y al tiempo, obrando en él a nuestro Creador, pues por su gusto se mostró así; como Moisés le vio en una zarza parlante. Cuando oramos mirando al Cristo, hemos de discernir y ser conscientes de que nuestra oración
va dirigida al Padre, dándole gracias por habernos enviado a su Hijo predilecto para orientarnos en el buen camino.

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El Hijo es la cara humana del Padre por deseo del Padre creador (el Hijo siempre le busca y le encuentra pues en él se complació para que así fuera); su voz, sus ojos, sus manos: "El que me ha visto (y escuchado), ha visto (y escuchado) al Padre; que no es un anciano, ni "solo" es el Hijo; pues es Todo: nada es/existe ajeno al Padre (y si lo hubiere, el Padre no sería ese, sino otro); ni siquiera la nada es ajena al Padre.
El espíritu santo (del Padre) no ocupa lugar físico; está en "lo escondido, en los cielos, en el aire": en cada uno; en cada alma. El Malo (en esta vida) también está presente en lo escondido, como actor necesario, limitado (por deseo del Padre) a este mundo tamiz, pues en él cumple su función. De la magnitud del Padre fuera de esta vida, nada sabemos.

 

El Padre reinará sobre los elegidos (que podrán ser llamados sus hijos) a través del Hijo (predilecto, en quien se complació cuando lo creó). 
En todo caso, es evidente que a esta reflexión le sobran muchas palabras, sino todas; no hay que dejar de recordar que solo las palabras del Maestro (del Padre) son dignas de crédito; son la vara de medir con la que detectar pasadas y futuras adulteraciones: por sus obras los conoceréis (a unos y a otros). Probablemente el más puro de los cuatro evangelios es el de Mateo; el más sólido y sin ninguna contradicción respecto a los dos mandamientos fundamentales (que son tres, pues se cita al Padre, al prójimo y a uno mismo).

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La cohorte (con el tribuno, dice solo Juan involucrando a los romanos) y guardias de los pontífices y de los fariseos que apresaron al Mesías, lo llevaron directamente al pseudo juicio nocturno en casa del sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y ancianos (la élite conspiradora de turno de labradores arrendatarios asesinos, sembradores de odio mediante mentiras). Los pontífices y todo el Sanedrín fabricaron entonces la acusación que daría fin a la amenaza que les desenmascaraba ante el pueblo (poco antes Jesús les denunciaba públicamente en el Templo): bastaba preguntarle la Verdad para acusarle ante testigos pues sabían que Jesús no mentiría (para salvar la vida, como hicieron tantos impostores como Sabbatai Zeví o Mahoma).
¿Y el evangelio de Juan? casi siempre por libre, descubriendo datos que los otros tres desconocían (linternas, armas, antorchas, desvanecimiento colectivo, Pedro es el de la espada y no lo menciona Lucas el discípulo de Pedro, oreja "derecha" pegada a Malco..., era la casa de Anás, el "suegro" de Caifás, sumo pontífice "aquel año",); y siendo entonces un jovenzuelo que no estaba presente, recuerda todos esos detalles precisos o milagrosos, difíciles de creer por gratuitos, que ninguno de los otros tres mencionan. Y lo recuerda después de tanto tiempo; ¿no vuelve a ser sospechoso su evangelio, o parte de él, por demás?; ¿no da la impresión de que quiere diluir la culpa de la élite judía de turno, compartiendo la culpa con los invasores romanos?. Y ya de paso justifica su asesinato, que diría el élite de turno Maimónides, cuando Caifás dice que, que es mejor que muera solo un hombre por todo el pueblo. ¿No parece más bien el evangelio de Caifás y cia?; con la monserga que fructificará hasta la saciedad: el fin justifica todo medio (el virus, las vacunas; la eugenesia y la eutanasia; la mentira, el mal, el sacrificio en fin). Si todo ha sido más de lo mismo.

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Caifás: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios anunciado?
Jesús: Tú lo has dicho; y os digo que un día veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder, venir sobre las nubes del cielo.
Caifás: Has blasfemado, no hay más que hablar. ¿Que os parece?; preguntó a los conjurados: Reo de muerte, respondieron a coro.
Si le hubieran considerado un loco, no le habrían prestado atención; pero le temían cervalmente; como el que engaña y se engaña, teme a la Verdad.

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