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XVI

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Al atardecer decís: buen tiempo, porque el cielo tiene color de fuego; y por la mañana: hoy tormenta, porque el cielo está de un rojo oscuro. Sabéis discernir el aspecto del cielo, ¿y no podéis discernir los signos de los tiempos? ¡Generación mala y adúltera! Busca una señal, y no se le dará otra que la de Jonás.

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Mi opinión: El diccionario, define fariseo como aquel seguidor de una secta judía que aparentaba rigor y austeridad, pero eludía los preceptos de la Ley (los Diez Mandamientos) y, sobre todo, el espíritu de la Ley... o sea, su intención. Popularmente se considera fariseo al que es “más falso que Judas” (o que Bergoglio el masón, diría yo).
 
Estos "beatos de turno", "ciegos que guían a otros ciegos"; de culto vano y preceptos de hombres, cuyo corazón está lejos del Padre; eran (son) supuestamente los expertos maestros, la autoridad político-religiosa de aquello que (ingenuamente, en el fondo), falsificaban generación tras generación (es el agnosticismo de entonces, de hoy, de siempre; lacayo del poder de turno, y en último término -y de ahí lo de ingenuos-, del Malo).
Sacerdotes, rabís… los supuestos entendidos en las Escrituras; de unas sectas y otras (fariseos, saduceos…), eran incapaces de distinguir el Signo de los Tiempos; el momento más relevante de la humanidad, cuando pasaba justo a su lado; aquel tantas veces profetizado. Sabían lo que anunciaban los signos del cielo, pero no entendían los del Cielo. Ahí siguen muchos esperando.
(Jesús según San Juan, 8) "Yo me voy, y me buscaréis y moriréis en vuestro pecado...si no creyereis que yo soy (el que había de venir).
(Jesús según San Mateo, 11) "Bendígote, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y se las has revelado a los pequeños" (los que ven con la razón del corazón, el sentimiento de la Verdad)
 
Sus corazones estaban (están) "ciegos", porque esperaban (esperan) otra cosa, otro mesías, otra salvación, otras expectativas, otra verdad. Jesús no estaba de acuerdo con la adulterada religión de sus padres, con sus preceptos y espíritu (intenciones). Ese ya no era su mesías, porque su religión adulterada ya no era la de Moisés (asusta pensar que, hoy pasaría otro tanto a Jesús). Les invadía el materialismo, tal como nos sucede hoy. Eran incapaces de aceptar lo que les dictaba la razón del corazón como cierto, al escuchar las palabras de Jesús; pues convenía más la razón de estado y la tradición de sus padres (puestas en entredicho, por lo que todo su interés era desacreditar a Jesús; acallarle, anularle). Esta “élite” fue la que levantó a los “progres-masones” de su tiempo, contra Jesús ante Pilatos. Si alguna vez enfrentaron su dios inventado a su propio yo, solo vieron un ateo materialista.
Tuvieron la inmensa suerte de tener las respuestas ante sus narices, y pasaron, no ya de largo, sino sobre su cadáver. Necios engañadores-engañados, que no entendían, que no entienden, que el mensaje que conduce a la vida eterna, no tiene nada que ver con sus religiones "a la carta". Basta comparar las palabras de Jesús con la Cábala, el Talmud, el Antiguo Testamento; e incluso con algunos postulados (cada día más) de la Iglesia Católica (la más tardía en ser infiltrada... de las otras sectas, ni me molesto): salta a la vista. El Vaticano es ya un asilo de ateos masones serviles a la farisea élite talmúdico usurera anglosionísta.
Las palabras de Jesús (el Evangelio) son de primera mano: como su intención es clara, son difíciles de adulterar en conjunto. El resto (o sea, casi todo... incluido lo mío) está más o menos adulterado.
 
Las señales, signos o milagros que hizo el Padre para respaldar a su predilecto, por supuesto, jamás sirvieron de espectáculo para alucinar a un necio. Con todo, les habló de la señal de Jonás (que no sería para alucinarles-contentarles desde luego), para cuando resucitase a los tres días (así como Jonás permaneció ese tiempo en la ballena). Pero, claro, no se puede esperar que un necio creyera, crea, que, realmente resucitó. Porque el hecho de resucitar o los milagros, nada significan sin la intención; y el necio no la entiende o no la quiere entender. Seguramente ni metiendo el dedo en la llaga creería.

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Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos. ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? ¿No comprendéis que no os he hablado de panes?

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Mi opinión:

Se refiere a la mala levadura… el mensaje, la doctrina, los preceptos adulterados (de hombres), que fermentan en el interior de las voluntades, impidiendo que crezcan en la Verdad… echándose a perder para el Padre (cizaña). La de los fariseos y saduceos de ayer; las cien mil caras del agnosticismo del hoy y del mañana (ciegos que dicen ver, y que guían a otros ciegos).
 
"Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre arrojamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces yo les responderé: Jamás os he conocido".
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! No entráis vosotros y a los que intentan entrar no los dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que corréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y, cuando lo tenéis, lo hacéis hijo del infierno, doblemente peor que vosotros!".
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que sois semejantes a los sepulcros blanqueados, que por fuera aparecen ciertamente vistosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así vosotros al exterior parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad".
 
Palabras atemporales las de Jesús, rabiosamente adecuadas al presente; tan vivas y gloriosas como él, en este mismo instante.

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¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
 
Pero vosotros, ¿quién decís que soy Yo?
 
Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado la carne y la sangre, sino mi Padre celestial. Y, por tanto, Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino de los cielos. Y cualquier cosa que ates en la tierra, será atada en los cielos. Y cualquier cosa que desates en la tierra, será desatada en los cielos.

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Mi opinión:

Pedro sintió, porque el Padre que nos habla "sin hablar" en lo escondido se lo hizo saber, que en Jesús todo era verdad: sus palabras, sus obras. Supo en ese instante y sin la menor duda lo que de su boca salió. Como lo pensó, lo dijo
 
Esta pregunta es la clave del cristianismo y del judaísmo, que viene a ser lo mismo. Otra cosa es en que devinieron ambas religiones en la práctica. Sí el Mesías nos dijo que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia de Pedro ¿cómo es que la institución de Pedro ha fallado tanto y tan a menudo? El mismo verbo lo explica: prevalecer… a pesar de los innumerables ataques agnósticos, a pesar de la debilidad de la carne… perdurará el mensaje del Padre: el Evangelio… la clave, que a través de su Hijo predilecto nos legó. Porque la iglesia de Pedro no es el Vaticano de masones revolucionarios como Bergoglio y cía; ni es el estado Vaticano armado medieval, manchado más de una vez de sangre (con razón política o sin ella). La Iglesia de Pedro no es algo físico; son las voluntades de millones de personas que, como Pedro, creen estar en la Verdad del Evangelio, e intentan “vivirlo”. Es tan sencillo y tan difícil, como querer a Dios sobre todas las cosas, al prójimo y a uno mismo.
 
Jesús dijo que sus palabras recorrerían el Mundo hasta el fin de los tiempos, pese a quien pese. Prevalecerían gracias a la iglesia de Pedro, gracias a quienes evangelizan con la palabra o con el ejemplo; como Pedro.
No me cabe la menor duda de que, a pesar de la infiltración agnóstica en la Iglesia Católica, llámese el agnosticismo de turno como se llame; siempre hay cristianos comprometidos dentro de ella, que no solo se conforman con intentar cumplir, como el joven de la pregunta; sino que lo dejan todo para servir al Padre evangelizando, extendiendo su palabra. Es en la Iglesia Católica donde pervive el Evangelio auténtico, y se, por las palabras de Jesús que, por mucho que lo soben, retuerzan, estiren o encojan; no conseguirán nunca oscurecer su luz, acallar su mensaje universal. Porque las palabras son pocas, y el mensaje es tan sencillo que, basta con tener el alma pura de un niño para comprenderlo.
Es mucha la mies y pocos los obreros… auténticos. Y la mies, aunque no sea cizaña, si no se recoge, se pierde.
¿Cómo saber cuál es el buen pastor que, verdaderamente, ata y desata en los cielos? “Por sus obras los conoceréis”.

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¡Apártate de mi vista, Satanás! Eres para Mi escándalo, porque no miras a las cosas de Dios, sino a las de los hombres.

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Mi opinión:

Llegó el momento en que Jesús repetía a sus discípulos que debería ir a Jerusalén, donde sufriría mucho por culpa de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas del templo, que le perseguían, porque no soportaban el ataque de Jesús a las tradiciones talmúdicas que sus padres les trasmitieron: “Yo digo lo que veo en el Padre, y vosotros hacéis lo que oísteis de vuestros padres”, les decía. Y también: “Estudiáis las Escrituras, pues pensáis tener en ellas la vida eterna, y ellas son las que hablan de mí. Pero no queréis venir a mí para poseer la Vida”.
 
Jesús denunció la adulteración agnóstica de las Escrituras. Lo confirmó el “anticristo” Maimónides en el siglo XII cuando afirmó: “Jesús el Nazareno, que sus huesos se pulvericen… convenció a la gente de que era el enviado de Dios para aclarar las perplejidades de la Torá, el mesías anunciado por todos los profetas. El interpretó la Torá y sus preceptos de manera que la llevó a su anulación, a la abolición de todos sus mandamientos y a la violación de sus prohibiciones. Los sabios, de bendita memoria, habiéndose percatado de sus planes antes de que su reputación se extendiera entre nuestro pueblo, le proporcionaron el castigo adecuado”.
Tal es la visión que tienen los Rothschild y su Elite Talmúdico Usurera Anglosionista del cristianismo, puesta de manifiesto igualmente por los famosos Protocolos de la Elite y por el propio Disraeli, intimó de Rothschild cuando afirmó que “La raza elegida se vale de los ateos (antítesis masonas) y de la escoria (proletaria revolucionaria) para acabar con la odiada cristiandad”.
 
Maimónides fue un sabio, que hoy llamarían, de Sion. El y su familia marranearon, haciéndose pasar por mahometanos. Maimónides aparece en el billete de 1000 del estado de Israel, mientras el promotor y artífice de dicho estado, un Rothschild, tan solo en el de 500. El “castigo adecuado” de estos sabios fue el suplicio y la cruz; hoy siguen en ello con su Nuevo Orden impuesto por sus antítesis masonas; persiguiendo el cristianismo auténtico, y hasta su recuerdo. Bien taimadamente, con los masones pseudo liberales capitalistas, bien “a palos” con los masones pseudo socialistas revolucionarios.
 
Ciertamente Jesús les enfrentó a sus contradicciones, como hicieron antes otros profetas. Les llamó ciegos que guían a otros ciegos; que ofrendan al Padre preceptos vacíos de hombres, basados antes en el sacrificio que en misericordia. Así por ejemplo, el intentó de lapidación de la adúltera, que Jesús evitó.
 
Pedro, en una de esas ocasiones en que Jesús les anticipaba su pasión, desesperado al escuchar esa cruel profecía, le respondió: ”Dios no lo quiera Señor, eso no debe pasar”. Y Jesús le respondió a su vez: “¡Apártate de mí vista, Satanás! Eres para Mí escándalo, porque no miras a las cosas de Dios, sino a las de los hombres”. Y es que Jesús sabía que su misión pasaba por que “todo se cumpliera” para complacer al Padre, para demostrarle de que era capaz “el mejor”, su Hijo predilecto por contraposición a tanta humana maldad. El que había venido a servir, a dar ejemplo, a sacrificarse por los demás, antes que a ser servido. Y por ello el buen deseo de Pedro, sin él percatarse, era a la vez una tentación más de Satanás para debilitar la fortaleza de Jesús, humano, el Hijo del hombre. Una vez más se puso de manifiesto la necesidad de elegir entre el Cesar y Dios, entre esta vida tan corta y la Vida eterna en el Padre, entre el mal y el bien. Obvia elección que casi siempre erramos, porque solemos servirnos de otros antes que servirles.
 
Cuando obramos el bien, dejamos que el Padre esté en nosotros. Jesús siempre piensa, siente, obra el bien, y el Padre siempre está en él; y El está en el Padre. Cuando obramos mal, el que está en nosotros es Satanás, como le pasó a Pedro, que pensó antes en salvar a Jesús que en la obra de Jesús, en complacer al Padre. Como aquel otro que desenvainó la espada cortando la oreja del sirviente para evitar que le prendieran. No cabe término medio, “el que no está conmigo, está contra mí”. Hay que pedirle al Padre que nos ayude a discernir la tentación, porque más sabe el Diablo por viejo que por diablo, y a veces, muchas hoy en día, es difícil distinguir el bien del mal. Pedirle que nos ayude a distinguirla, a vencerla, o mejor quizás, a evitarla.
 
Era el Padre el que hablaba por boca de Jesús cuando dijo: Quien quiera salvar su vida (terrenal), la perderá (la eterna), y quien pierda su vida (terrenal) por mi causa, la ganará (la eterna). Pedro quería salvar la vida… esta vida terrenal de Jesús; anteponiéndola a la vida en eterna en el Padre, de la que su Maestro le había hablado. Jesús les había dicho que el suplicio debía cumplirse, pero Pedro fue tentado, y a través suyo Jesús. Cuando el Padre dijo por boca de Jesús: el que quiere a un familiar (o amigo, o discípulo) más que a mí, no es digno de mí… Pedro en ese momento no fue digno del Padre, porque antepuso a su amigo, a su maestro al Padre, a la Verdad. Antepuso la carne al alma, esta vida a la Vida.
 
Jesús vino a lo que vino, y la tentación era no hacerlo. El dolor fue real y la muerte, también. El dolor físico y el espiritual de verse humillado, herido y muerto por los que amaba. De ver como se condenaban. Pero vino a dar testimonio de la Verdad, del bien, de la justicia tal como la entiende el Padre, es decir, tal como es. Vino a dar testimonio del Padre, como estaba escrito. A mostrar el camino hacia EL. Vino a servir, a servirle.

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Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga. Quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda su vida por mi causa, la ganará. Porque ¿qué aprovechará un hombre si gana el mundo entero, y pierde su alma?; o ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? Pues el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con los ángeles de Dios, y entonces retribuirá a cada uno conforme a sus obras. En verdad os digo que hay algunos de los aquí presentes que no verán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su reino.

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Mi opinión:
Se refiere a los mejores, a los que recogen la mies; aquellos que no se conforman con seguir los mandamientos, como le dijo al joven rico el Maestro. A los grandes pescadores de hombres que deciden servir a los demás más que los demás, siguiendo el Ejemplo. Han de negar todo, renunciar a todo, desprenderse de todo, para dedicarse exclusivamente a servir al Padre; hasta el punto de entregar su vida en tormento para dar ejemplo. En resumen, entregar esta vida a cambio de la Vida. Solo la fe en la seguridad de estar en la Verdad, doblegará el instinto de conservación, sacrificando esta existencia a otra prometida sin ninguna garantía. Para los que necesitan meter el dedo en la llaga, también se puede llegar a la verdad por descarte de las mentiras que nos rodean por doquier.

Algunos discípulos de los allí presentes fueron testigos (en esta vida) de la presencia del Hijo tras su resurrección: en su reino, pues ya no estaba sometido a las leyes de este mundo, reino.

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