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XVII

​

" ¡ESTE, ES MI HIJO PREDILECTO, EN QUIEN ME HE COMPLACIDO:

​

ESCUCHADLO !  ".

 

Levantaos, no tengáis miedo. No contéis a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
Elías ha venido ya, pero no le conocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también sufrirá el Hijo del hombre por parte de ellos.

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Mi opinión:

Este fragmento de los evangelios (o sea, del mensaje de Jesús); es el más trascendental, pues es el Padre mismo el que autentifica a Jesús como el Mesías. Se puede creer o no creer; pero si no se cree en este hecho, no se dará crédito al resto, puesto que son tres evangelistas los que coinciden. Nuestro Padre, nuestro Creador… Dios todopoderoso, no se prodiga en hablar a viva voz, y menos ante una variopinta multitud (agnosticismos aparte); por eso me extraña sobremanera que mientras Juan soslaya la Transfiguración en presencia de tres apóstoles ¡y él mismo era uno de los tres!; sin embargo, relata una declamación del Padre ante una turba, que los otros tres ignoran. El evangelio de Juan tiene fragmentos muy emotivos y creíbles, pero tiene también a mi juicio, fragmentos que dudo que sean de San Juan Apóstol, porque, y lo diré sin tapujos, me parecen puro agnosticismo adulterador. ¿Como se va a olvidar nadie, tenga la edad que tenga, de tal prodigio? el Reino de los Cielos ¡presenciándolo! Y lo terminó de arreglar con el Apocalipsis.
No es casual que su evangelio sea, con mucho, el más tardío, justo cuando la agnosis comenzaba a hacer de las suyas. Al contrario que en el de San Mateo.
Creo que merece la pena cotejar a los cuatro evangelistas:
 
Después de predecirles su pasión, Mateo 16, 24
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga. Quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda su vida por mi causa, la ganará. Porque ¿qué aprovechará a un hombre si gana el mundo entero, y pierde su alma?; o ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? Pues el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con los ángeles de Dios, y entonces retribuirá a cada uno conforme a sus obras. En verdad os digo que hay algunos de los aquí presentes que no verán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su reino.
 
Mateo 17, 1
Seis días después, toma Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los sube a un monte alto, a solas. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro brilló como el sol y sus vestidos quedaron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: “Señor, bueno es que nos estemos aquí; si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, una para Moisés y una para Elías.” Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió, y se oyó una voz desde la nube que decía: “Este es mi hijo predilecto, en quien me he complacido: escuchadlo.” Al oír esto, los discípulos cayeron sobre su rostro, presos de un gran temor. Se acercó a ellos Jesús y, tocándolos, dijo: “Levantaos, no tengáis miedo.” Y cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie, sino a Jesús solo.
Al bajar del monte, Jesús les hizo este encargo: “No contéis a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.” Le preguntaron a él sus discípulos: “¿Pues por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?” El respondió: “Elías, ciertamente, viene a restaurarlo todo. Y os digo que Elías ha venido ya, pero no le conocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también sufrirá el Hijo del hombre por parte de ellos.”
Entonces comprendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.
 
 
Creo que Jesús quiere que tres de sus discípulos presencien en esta vida (antes de ver la muerte) al Hijo del hombre venir en su reino (transfigurado); a diferencia del resto de la humanidad, que lo presenciará en el Dia del Juicio Final; cuando los que, anteponiendo el mundo al alma, sean negados por Jesús como ellos le negaron (negando al prójimo y/o al Padre). Es decir, según sus obras.
En Mateo 11, dice Jesús de Juan el Bautista:” Este es de quien está escrito: - He aquí que envío a mi ángel delante de ti, el cual, delante de ti, preparará tu camino -. En verdad os digo que, entre los nacidos de mujer, no ha existido uno mayor que Juan Bautista. Pero el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.” Así, Juan el Bautista es Elías (Mateo 17) y es un ángel nacido de mujer (Mateo 11).
El testimonio de Mateo en cuanto a que el Bautista es Elías, es el mismo que el de Marcos (Pedro); aunque en el de Lucas (Pablo) no se habla de ello. Sin embargo, otra vez el evangelio de Juan "canta", negándolo: según él, al principio de su evangelio el Bautista negó expresamente ser Elías a unos que, casualmente fueron a preguntarle...
 
El relato de Marcos (Pedro) es muy parecido al de Mateo, pero lo "adorna más". Mateo dice que habla a los discípulos, y Marcos matiza que, juntamente a una multitud; Mateo, que retribuirá según las obras; Marcos, que negará a quien le niegue. Sin embargo, el relato de Marcos tiene un gran valor, pues Pedro, su maestro, fue uno de los tres elegidos en el monte junto a Juan y Santiago:
 
Marcos (Pedro) 8, 34
Y llamando a la muchedumbre juntamente con sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga. Quien quiera salvar su vida, la perderá; y quien pierda su vida por mí causa y por el Evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?; ¿qué dará el hombre a cambio de su alma? Quien se avergüence de mí y de mis palabras ante esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los ángeles santos.”
 
Marcos (Pedro) 9, 1
Y les decía: “En verdad os digo que hay algunos de los aquí presentes, que no verán la muerte hasta que vean el reino de Dios que viene en poder.”
Seis días después toma Jesús a Pedro, Santiago y Juan y sube con ellos a un monte alto, a solas, y se transfiguró en su presencia. Sus vestidos se pusieron resplandecientes y muy blancos, como no los puede blanquear ningún batanero en la tierra. Se les apareció además Elías con Moisés y conversaban con Jesús. Entonces dijo Pedro a Jesús: “Rabbí, bueno será quedarnos aquí. Hagamos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.” No sabía lo que decía; porque estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió, y de la nube salió una voz: “Este es mi hijo, el predilecto, escuchadle.” Y al punto, mirando en torno suyo, no vieron a ningún otro con ellos sino a Jesús solo.
Cuando bajaron del monte, les prohibió decir a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos. Y guardaron firmemente en su interior lo sucedido, preguntándose entre sí, que significaría lo de resucitar de entre los muertos. Y le propusieron esta cuestión: “¿Cómo dicen los escribas que debe venir antes Elías?” Y les contestó: “Elías, ciertamente, con su venida primero, restaurará todas las cosas. Mas ¿cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y será deshonrado? Pero yo os digo que Elías ya vino e hicieron con él cuanto quisieron, como está escrito sobre él.”
 
El relato de Lucas (Pablo) en este caso es aún más conciso que el de Mateo, pero a costa de olvidar la duda de Elías. También sorprende que matice sobre lo que hablaban Elías y Moisés con Jesús, cuando al despertar, vieron su gloria.
Otra cosa que parece que olvidó Pablo, aparte del asunto de Elías – Bautista; fueron los días pasados desde el anuncio y la trasfiguración; Mateo y Marcos (Pedro), coinciden en que pasaron seis días, pero por lo visto, Pablo al relatar el suceso a Lucas, lo había olvidado con seguridad, y dijo una cifra aproximada, ocho días; lo cual nos habla de la certeza de los hechos; pues a parte de las diferencias de espacio y tiempo entre las escrituras de los evangelios, aparecen matices como este, que demuestran que no era una lección aprendida de memoria, sino recuerdos personales:
 
Lucas (Pablo) 9, 23
Y decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien perdiere su vida por mi causa, la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si se pierde y daña a sí mismo? Porque quien se avergonzare de mí y de mi doctrina, el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga en su gloria, en la del Padre y de los santos ángeles. En verdad, os digo que algunos de los aquí presentes no verán la muerte hasta que vean el reino de Dios.”
Unos ocho días después de estas palabras tomo a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a hacer oración. Y mientras oraba, su rostro tomó otro aspecto y su vestido se volvió blanco y resplandeciente. Y hablaban con él dos hombres, Moisés y Elías, los cuales aparecían resplandecientes y hablaban de su muerte, que había de tener lugar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño. Y, como se despertasen, vieron su gloria y a a los dos hombres que estaban con él. Y, como ellos se separasen de él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, bueno será quedarnos aquí: hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”; sin saber lo que decía. Estando diciendo esto, vino una nube que los cubrió, y tuvieron miedo, al entrar ellos en la nube. Y de la nube salió una voz que dijo: “Este es mi Hijo, el escogido: escuchadlo.”
Y mientras se oía la voz, quedó Jesús solo. Ellos guardaron silencio, y a nadie dijeron nada de lo que habían visto.”
 
Juan, uno de los únicos tres testigos en toda la humanidad, por lo visto "se olvidó" de relatarlo... y a cambio, relató otra cosa que por lo visto no vieron sus compañeros. No creo que se olvidara: Algunos afirman que fueron distintos juanes, el Apóstol y el evangelista. También podría ser que sus escritos hayan sido más o menos adulterados (modificando, añadiendo o quitando) por otras manos. Yo solo sé, que dudo de la bondad del Apocalipsis (que recuerda sobremanera a las Antiguas Escrituras, con su dios soberbio y vengativo; en las que impera el sacrificio sobre la misericordia: el odre viejo de los culpables) y de parte de ese evangelio, que muchas veces no parece tener nada que ver con los otros tres, ni en la forma ni en el fondo.
Este es el relato de Juan:
 
Juan 12, 20
Había unos griegos de los que habían subido para adorar en la fiesta. Se presentaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le rogaban, diciendo: “Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe va y habla con Andrés; y los dos juntos fueron a decírselo a Jesús. Jesús les dijo: ”Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. En verdad, os digo: si el grano de trigo arrojado a la tierra no muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto. Quien ama su vida, la pierde, y quien la odia en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también mi servidor; si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. Ahora mi alma está turbada, ¿qué diré? Padre, líbrame de esta hora. Pero por eso he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre.” Entonces vino una voz del cielo: “Ya he glorificado y glorificaré de nuevo.” La turba que allí estaba y oyó, decía que había sido un trueno; otros decían, un ángel le ha hablado. Jesús dijo: “Esta voz ha venido, no por mí, sino por vosotros.
Ahora es el juicio de este mundo; ahora va a ser expulsado el príncipe de este mundo. Y yo, levantado de la tierra, atraeré todos los hombres a mí.” Esto lo dijo refiriéndose a la muerte de que había de morir. La turba le replicó: “Nosotros sabemos por la ley que el Mesías vivirá siempre ¿cómo dices tú que es menester que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?” Jesús les dijo: “Por poco tiempo está aún la luz entre vosotros. Caminad en tanto que tenéis luz, para que no os sorprenda la oscuridad; el que camina en la oscuridad, no sabe adónde va. Mientras tenéis luz, creed en la luz, para que lleguéis a ser hijos de la luz.”
Dijo estas cosas Jesús. Después se marchó y desapareció de su vista.
 
 
Así, "a bote pronto" me digo:
 
“Había unos griegos…”, parece sacado de un cuento de hadas“
 
Felipe va y habla…”, parece sacado de una barra de bar
 
¿Quién la odia…? ¿Pide Jesús que se odie en cualquier otra parte? ¿Hay que odiar esta vida? Eso suena a agnosticismo que tira para atrás. La palabra odiar, canta la traviata. Una cosa es ofrecer esta vida, si llega a hacer falta, por Jesús, por el bien, por el Padre; y otra cosa es odiar esta vida. No se debe odiar nunca nada. Aunque en este mundo este la tentación, también está la posibilidad de salvación.
 
“Allí estará también mi servidor…” ¿En que otro sitio se refirió Jesús a “sus servidores”? Más bien hizo hincapié muchas veces de que vino a servir, y no a ser servido. Jesús habla de discípulos, de ovejas… pero nunca de siervos, aunque lo seamos (y hemos de dar gracias por serlo)
 
“Ahora mi alma está turbada, ¿qué diré? ¿Va a decir eso alguien que dijo: si, si, no, no; todo lo demás es del malo?
Ahora mi alma está turbada, ¿qué diré? Parece una frase sacada de un folletín teatral.
 
Padre, glorifica tu nombre.” Entonces vino una voz del cielo: “Ya he glorificado y glorificaré de nuevo.” ¿? O sea, como diciendo: Padre, muéstrate, habla. ¿Le pide Jesús al Padre hacer un signo, un milagro… una señal para… contentar a la turba? Absurdo. “no tendrán otra (señal) que la de Jonás”. Jesús siempre que pidió al Padre un signo, fue para respaldar la Palabra haciendo algún bien; no gratuitamente. Aunque la visión de la Transfiguración del monte, obedece creo, a un premio a los más cercanos a Jesús: Pedro, y los hijos de Zebedeo: Santiago y Juan. Que volvieron a ser los elegidos en Getsemaní, cuando Jesús sintió angustia y pavor (Marcos 14) Y, ¿la turba decía…? ¿que había sido un trueno? otros... ¿un ángel? Y luego la frase del presentador del programa de televisión al respetable público asistente… todo me parece tan falso, tan artificioso. En fin, que ninguno de los otros tres dice nada de esto en sus evangelios.
 
¿Ahora es el juicio de este mundo?
El día del juicio de este mundo no fue en ese momento. El Día del Juicio no lo sabía ni Jesús, como él mismo dijo: Solo el Padre. En todo caso, debería decir, ahora es la redención, el remedio de este mundo.
 
¿Ahora va a ser expulsado el príncipe de este mundo?
El príncipe de este mundo no fue expulsado en ese momento, sigue aquí mientras el Padre quiera; que supongo será hasta el día del Juicio.
 
¿Atraeré a todos los hombres a mí?
A todos los hombres: no. Pues "muchos son los llamados y pocos los elegidos". El Juan que escribió esta parte de su evangelio no creo que sea el mismo Juan que escribió esta otra parte (que si me convence) “Mis ovejas oyen mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”.
 
"La turba le replicó..." ¿pero todos a una, o cómo...? Y, ¿Cómo sabia la turba que el ser levantado, era muerte y cruz, si aún no estaban en esas? (fue tras la entrada triunfal en Jerusalén)
 
Eso de que: “Por poco tiempo está aún la luz entre vosotros" no me cuadra tampoco. Jesús vino a traer la luz, y la luz se quedó con nosotros: es la luz del Evangelio, la luz de su doctrina, su mensaje, su sacrificio, su testimonio, su palabra… la palabra, los deseos del Padre. La luz no era, no es, su persona física, como parece decir este Jesús. La luz se quedó, pero Jesús se fue al Padre: “A los pobres los tendréis siempre, a mí no”. Jesús volvió al Padre, y no volverá hasta el Día del Juicio. El Jesús de esa parte del evangelio de Juan, parece contradecirse mucho con el Jesús imperante en la mayor parte de los cuatro evangelios.
 
"Después se marchó y desapareció de su vista."; redundante, retórico, ocioso, del malo.
 
En resumen, el evangelio de Juan hay que revisarlo con lupa, porque puede ser fuente de agnosticismos. Y el caso es que hay que leerlo, porque tiene partes auténticas memorables. Es por esto último que creo que no es falso, sino que está muy adulterado; intencionadamente; mezclando verdades y mentiras.

 

 

 

 

Os aseguro que, si vosotros tuvieseis tanta fe como un gramo de mostaza, diríais a este monte trasládate de aquí allá, y se trasladaría, y nada os sería imposible. Pero esta clase de demonios no se arroja sino con oración y con ayuno.

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Mi opinión:

Otra vez son tres los discípulos evangelistas los que dan fe de este hecho. Otra vez Juan va por libre, omitiéndolo.
MATEO 17,20 - Cuando llegaron junto a la turba, se le aproximó un hombre, que, arrodillándose ante él, le dijo: “Señor, ten compasión de mi hijo, que es lunático y está mal, pues muchas veces cae al fuego y al agua. Lo he presentado a tus discípulos, y no han podido curarlo. Jesús respondió: ¡Oh generación incrédula y perversa!, ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os voy a sufrir? Traédmelo aquí. Lo increpó Jesús, y salió de él el demonio, y quedó el niño curado desde aquel momento. Entonces se acercaron los discípulos a solas a Jesús, y le dijeron: ¿Por qué no hemos podido nosotros arrojarlo? Y les contestó: “Por vuestra falta de fe: porque yo os aseguro que, si vosotros tuvieseis tanta fe como un gramo de mostaza, diríais a este monte trasládate de aquí allá, y se trasladaría, y nada os sería imposible. Pero esta clase de demonios no se arroja sino con oración y con ayuno.”
 
LUCAS 9,37 - Al día siguiente (de la transfiguración), cuando bajaban del monte, le salió al encuentro una gran muchedumbre. Y un hombre que se encontraba entre la turba comenzó a gritar: “Maestro, ruégote que mires a mi hijo, porque es el único que tengo, y un espíritu se apodera de él y de repente se pone a dar alaridos, y le tira por tierra, haciéndole echar espuma, y difícilmente se va de él, arrojándolo contra el suelo. Pedí a tus discípulos que lo echasen, y no han podido.” Entonces dijo Jesús: “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo voy a estar entre vosotros y os voy a sufrir? Trae acá a tu hijo. Cuando se acercaba, el demonio lo echó al suelo y lo revolcó. Increpó Jesús al espíritu inmundo, y curó al niño y se lo devolvió a su padre. Y todos se maravillaron por la grandeza de Dios.
 
MARCOS 9,14 - Cuando llegaron a los discípulos, vieron a su alrededor una gran muchedumbre y que los escribas disputaban con ellos. Y toda la muchedumbre, al verle, quedó maravillada y enseguida corrió a saludarlo. Y les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Uno de la multitud le contestó: “Maestro te he traído a mi hijo que tiene un demonio mudo; y, cuando se apodera de él, lo arroja por tierra, le hace echar espuma, rechinar los dientes y se queda como sin vida. Se lo he dicho a tus discípulos para que lo echen fuera, pero no han podido.” Entonces él les dijo: “¡Oh generación incrédula!, ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os sufriré? Traédmelo. Y se lo trajeron. Apenas lo vio el espíritu, lo derribó y, cuando estaba en el suelo, se revolvía, echando espuma. Preguntó a su padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?” Contestó: “Desde la niñez, y con frecuencia lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Pero, si tú puedes algo, compadécete de nosotros y ayúdanos.” Y Jesús les dijo: “En cuanto al -si puedes-, todo es posible para el que cree.” Al punto el padre gritó: “Creo, ayuda a mi falta de fe.” Como viese Jesús que acudía la muchedumbre, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando sal del él y no vuelvas a entrar en él.” Y gritando y agitándolo con violencia, salió; y quedó como muerto, de suerte que la mayor parte de la gente decía: “Ha muerto”. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y él se puso en pie.
Cuando entró en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: ”¿Por qué nosotros no hemos podido arrojarlo? Les contestó: “Esta clase no puede arrojarse con nada, sino con oración (y ayuno).”
* En mi biblia (Vulgata Ortells) indica que la palabra ayuno va entre paréntesis, porque la lectura no es cierta, pues falta en algunos manuscritos.
 
Lucas nos indica que este hecho sucedió al día siguiente de bajar del monte, donde los tres elegidos presenciaron la transfiguración de Jesús. Al llegar hasta la multitud, encontraron a los otros discípulos discutiendo con los escribas. No habían podido sanar a un niño con problemas.
En el conciso relato de Mateo, apreciamos el enfado de Jesús por la falta de fe de los discípulos que quedaron esperándole entre la turba: “generación incrédula y perversa” … si algunos de sus discípulos no tenían la fe suficiente, ¿que se podía esperar del resto de esa generación? A solas, Jesús les dijo que con muy poca fe podrían mover montañas. Es Fe en el Padre, que es quien obra cuando le pedimos ayuda de corazón. Quien mejor sirve al Padre, es quien mejor sirve a sus hermanos (al prójimo) y a sí mismo. Ese, es el que tiene más fe en el Padre … en el verdadero bien, la verdadera justicia. Ese es Jesús, nuestro modelo, SU predilecto, el elegido.
El que se “sacrifica” por el bien (como mostró Jesús), justifica el único y verdadero sentido del sacrificio al Padre. El sacrificio al Padre (al bien, al prójimo, a uno mismo) no debe suponer un sacrificio, valga la expresión. El sacrificio al Padre está muy alejado del sacrificio habitual mundano, contrario a la misericordia: “preceptos de hombres”. Por ejemplo, dejar de curar por ser sábado o por ser domingo. Son los sacrificios que no tienen como finalidad el bien ajeno. Jesús dijo: “el que recibe a uno de estos, a mí me recibe”, “el que no está conmigo, está contra mí”. Todo lo que no es misericordia es sacrificio.
Mateo recoge una frase relativa a la oración y el ayuno. Marcos (Pedro) se refiere a la oración, pero lo del ayuno no está comprobado. Y Lucas (Pablo) no hace referencia a esta frase.
 
Jesús, el Padre; contrapone misericordia y sacrificio: “Misericordia quiero y no sacrificio”. El sacrificio de, por ejemplo, curar a alguien en domingo; no es sacrificio; es misericordia: No se hace por obligación, se hace por amor. El buen sacrificio se llama misericordia, no sacrificio. El que se sacrifica por el bien, en realidad, no se sacrifica; practica misericordia, sirve al Padre.
 
Sí, orar y ayunar, suponen un sacrificio, son inútiles. No así cuando se hacen por misericordia, por amor al prójimo, a uno mismo o al Padre. Estamos sirviendo al Padre. Así se entiende la frase de Mateo… de Jesús… del Padre: “esta clase de demonios no se arroja sino con oración y con ayuno”. No es un sacrificio orar y/o ayunar, es misericordia, es amor al prójimo.
 
Lucas vuelve a omitir algo. Marcos, vuelve a echarle más literatura al asunto. Y Juan vuelve a ir por libre, omitiendo en este caso; y en otros añadiendo. Marcos no menciona la mostaza, pero si la oración y (con reservas) el ayuno.
En los tres relatos queda claro el enfado de Jesús por la falta de fe. Se muestra otra vez la humanidad de Jesús. Aunque sea el Padre (que está en el Hijo), el que obra (cuando el Hijo le solicita); es el libre albedrio del Hijo el que siempre hace por agradar al Padre.
Hay que solicitar al Padre; pedirle ayuda: Padre ayúdenos a hacer su voluntad en la tierra; ayúdenos a perdonar a nuestros enemigos, a discernir la tentación, a vencerla, a evitarla …
 
La palabra ayuno no figura en el evangelio de Lucas (Pablo). Si, en el de Mateo; desconozco el por qué. Y en el de Marcos (Pedro), se hace referencia a que falta en algunos manuscritos.
 
El relato de Marcos tiene importancia, porque el padre del niño no intenta engañar a Jesús diciéndole que cree, sin más, desesperado, para que salve a su hijo; sino que acertadamente y con sinceridad, le dice “Creo, ayuda a mi falta de fe”. A riesgo de contrariar a Jesús, reconoce su falta de fe. Es como decir: creo en ti (en lo que anuncias, en lo que enseñas…), pero me falta la fe, (fe en la salvación de mi hijo, en que tienes el poder de salvarle), ayúdame a conseguirla. Estaba pidiendo por su hijo, y por él mismo. Cuando oramos, hemos de pedir de esta guisa. A Jesús, al Padre; no se le puede engañar, sería engañarnos a nosotros mismos.
 
Es lo habitual que alguien muy dispuesto, voluntarioso; quiera, por ejemplo, orar (ayunar); y quiera que no sea un sacrificio, sino una obra de misericordia para con el Padre, el prójimo y uno mismo. Pero que no consiga dejar de sentir y pensar que es un sacrificio por mucho que se esfuerce. En ese caso, hay que pedir sinceramente al Padre que nos ayude a sentirlo así. Pedirle al Padre es una forma de orar.
 
Jesús dijo: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando sal del él y no vuelvas a entrar en él”. El mal de ese niño no era epilepsia ni ninguna otra patología al uso. Era exactamente eso que dijo. Es más, aclaró que hay unos espíritus más poderosos que otros.

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El Hijo del hombre está para ser entregado en manos de los hombres, que lo matarán; pero al tercer día resucitará.

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Mi opinión:

Dijo Jesús "Sé que sois descendientes de Abraham y pretendéis matarme, porque mi palabra no cabe en vosotros. Yo digo lo que veo en el Padre, y vosotros hacéis lo que oísteis de vuestro padre. (...) El padre de quien vosotros procedéis es el diablo, y queréis hacer lo que quiere vuestro padre (...) no hay verdad en él. A mí, en cambio, porque digo la verdad, no me creéis..." 
Es decir, la verdad no cabe en los hijos del diablo. Viven o vivimos en la mentira, en mayor o menor medida, consciente o inconscientemente. Sin embargo, Jesús siempre... pero SIEMPRE; dice la verdad: lo que ve en el Padre. Lo que el Padre le deja ver (quizás es causa o motivo de la identificación). Y si dijo que al tercer día resucitaría, es que resucitó. Jesús sabía cuándo y cómo iba a ser su fin en esta vida; como sabía que Pedro le negaría tres veces antes de que cantara el gallo, igual que sabía que habría un gallo que cantaría para Pedro. Sabía que aquella mujer del perfume sería recordada hasta el fin de los tiempos. Pero ni siquiera el Hijo sabía cuándo sería el día del Juicio, solo el Padre.
 
Esa revelación de la Pasión, y lo que es más importante, de la Resurrección, la recogen los tres evangelistas (Juan como siempre a su aire, escribió su evangelio mucho tiempo después de sucedidos los hechos), y la sitúan adecuadamente en sus recuerdos. Así:
 
Lucas (Pablo) recuerda que Jesús dijo (unos ocho días antes de la transfiguración): “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, y que los ancianos, los príncipes de los sacerdotes y los escribas lo reprueben y que muera y que al tercer día resucite.” Al día siguiente de la transfiguración (tras bajar del monte y sacar el demonio al niño) dijo: “Oíd vosotros esto que digo: el Hijo del hombre está para ser entregado en manos de los hombres.”
 
Y Marcos (Pedro) lo recuerda así: “… caminaban a través de Galilea, y no querían que se enterara nadie, porque preparaba a sus discípulos y les decía: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de hombres que lo matarán. Pero, después de muerto, resucitará al cabo de tres días.” .

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