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XIII

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¿Salió el sembrador a sembrar. Y al sembrar, unos granos cayeron a lo largo del camino y vinieron los pájaros y los comieron. Otros cayeron en pedregales, donde no tenían mucha tierra, y brotaron en seguida, por no tener tierra profunda. Pero cuando salió el sol, los quemó; como no tenían raíces se secaron. Otros cayeron entre espinas, y, al crecer las espinas, los ahogaron. Otros cayeron en buena tierra y dieron fruto: uno, ciento; otro, sesenta; otro, treinta. Quien tenga oídos, que oiga.
 
A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, y a ellos, no. Porque a aquel que tiene se le dará y abundará: y a aquel que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo, no oyen, ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: "Oiréis, pero no entenderéis; miraréis, pero no veréis. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, y sus oídos oyen mal, y han cerrado sus ojos para no ver con los ojos ni oír con los oídos ni entender con su corazón, ni convertirse, ni que yo los sane." Pero dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver las cosas que vosotros veis y no las vieron y oír las cosas que vosotros oís y no las oyeron.
 
Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
Cuando uno escucha la doctrina del reino y no la entiende, es que viene el Maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón: éste es el grano sembrado junto al camino.
El sembrado en pedregales representa a aquel que, oyendo la doctrina, al pronto la recibe con gozo. No hay en él raíces, es hombre de un momento. En viniendo una tribulación o persecución por causa del Evangelio, enseguida se escandaliza.
El sembrado en espinas representa al que oye la palabra, pero la solicitud de este mundo y la seducción de las riquezas sofocan la doctrina y queda sin fruto.
El sembrado en buena tierra significa aquel que oye la palabra y la entiende; éste lleva fruto y produce: uno, ciento; otro, sesenta; otro, treinta.

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Mi opinión:
1 - Si los granos caen a lo largo del camino, no dan fruto; se desperdigan, se pierden. Sucede cuando la luz del Evangelio cae sobre quien la malinterpreta. Atañe a muchísimos. Mala interpretación que puede ser a título individual o por arrastre social agnóstico (inducido hoy en día por el N.O. global). Se recurre por conveniencia, a fragmentos sueltos, sin atender a la idea de conjunto y premisas básicas; cuando no se acude directamente al odre viejo para justificarse (así, los financiados protestantismos). No hay peor ciego que el que no quiere ver. Ni peor mentiroso que quien se engaña a si mismo. Así por ejemplo, Jesús afirmó rotundamente: lo que Dios unió, no se separe; pero so pretexto de ir con los tiempos y con la “liberación” feminista, se machaca incansablemente en los medios, tendiendo manga ancha, y para más inri la Iglesia al tiempo, va cediendo, una tras otra, para no perder audiencia; o sea que, si no les gustan estos principios tengo otros (relativismo masón). Otro tanto sucede con innumerables cuestiones, empezando por supuesto, por el genocidio abortista. El cesar (poder) de turno puede decir misa (fijar, promover, financiar, el fin relativo que más le convenga), pero... a Dios lo que es de Dios.
2 - El Evangelio sembrado en “pedregales”, no tiene apenas raíz. Es como un edificio que, sin apenas cimientos, se tambalea y cae a la mínima. La Palabra es comprendida y aceptada en principio por muchos, pero, “a las primeras de cambio”, se subordina al “sálvese quien pueda”; la voluntad al instinto, esta vida a la otra. Se da cuando no hay compromiso serio, ni “desarrollo interior” de las raíces que dan seguridad y firmeza. Cuando no hay vida cristiana interior, y casi todo se subordina a estímulos exteriores.
Negar a Jesús, es negar su enseñanza. Así, por ejemplo, le niegan infinidad de cristianos que, perseguidos y amenazados, responden con el ojo por ojo, como aquel discípulo que, defendiendo al Maestro, desenvainó la espada cortando una oreja al perseguidor, y siendo recriminado de inmediato por Jesús. ¿Acaso no está claro el Evangelio? Pues la mayor parte de quienes se dicen católicos, se inventarán cualquier excusa o acudirán a los peores ejemplos de la Iglesia para… ¿salir del paso?, muy práctico para sobrevivir aquí: quien quiera ganar esta vida la perderá (la otra), y quien la pierda por mí (o sea por su doctrina, por el bien, amando al enemigo), la ganará (la otra). Cualquiera que haya reflexionado sobre el conjunto del mensaje, se dará cuenta que perderla por él, no significa ni mucho menos, ir a la trinchera. Pero hay muchas formas de negar a Jesús, no hay que llegar tan lejos, el mismo Pedro es ejemplo inmejorable, y por triplicado, de negación a Jesús (al Padre). Así, en un futuro cercano atestado de masones-progres, cuantos “cristianos” negaremos a Jesús para evitar “problemas” (económicos, laborales, familiares, etc.). El Evangelio no es relativo, es atemporal. Al que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante mi Padre.
3 - El sembrado entre espinas, corresponde a quienes anteponen esta vida (su disfrute) a la eterna en el Padre. O sea, el “más vale pájaro en mano que ciento volando”. Dijo Jesús que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, a que un rico “pase a mejor vida”. Riquezas y vicios superfluos (valga la redundancia), casi siempre van vinculados a deseos carnales (instinto animal). Raramente al cultivo del espíritu, y menos aún a la misericordia. ¿Dónde empieza el rico y termina el cristiano de a pie? Es una pregunta que todos deberíamos hacernos; ver si despilfarramos, si malgastamos, que tenemos de superfluo, si acumulamos… si subordinamos el llevadero día a día, al consumo antes que a la misericordia. Quizás no se trata de darlo todo, sino de vivir siguiendo a Jesús en conciencia, tras leerle.
4 - El Evangelio sembrado en “buena tierra” es aquel que se multiplica. Se comprende, se aplica y se vive (hasta morir). El buen cristiano, sigue el ejemplo de Jesús, y con su ejemplo y entrega, sirve de ejemplo a otros muchos.
 
¿Por qué no vemos ni oímos (no entendemos) la mayoría? Porque nuestro corazón se ha endurecido (la insensibilización galopante del Nuevo Orden Anticristiano de Bergoglio y cia, es la mejor y mayor prueba de ello). Hace falta perspectiva para apreciarlo con nitidez.
Jesús cuenta, como auténticos profetas (por la gracia del Padre) y personas justas (buenas), no conocieron la doctrina y misterios del Reino, deseándolo, pues precedieron a Jesús. Nosotros somos por tanto muy afortunados respecto a ellos. Y mucho más culpables que los culpables de aquellas generaciones, pues conociendo el Evangelio, al rechazar a Jesús, rechazamos al Padre, y por tanto a la vida eterna en EL.
Cuando critico a Bergoglio y a la infiltración masónica en la Iglesia Católica, lo último que deseo es dividirla: es lo que pretenden. Hay que permanecer en ella, pero sin renunciar “a un punto” del Evangelio. Por sus obras les conoceréis: la Iglesia de Pedro no es el clero todo, ni la ciudad del Vaticano, ni los templos… son todas aquellas voluntades que creen en el Hijo del hombre, Unigénito del Padre, y uno con EL, en el bien que es la justicia suprema. Bergoglio podrá decir la misa del Pachamama, pero yo seguiré siendo católico (cristiano) aunque él y los suyos no lo sean. La verdad es eterna; tengo, tenemos todo el tiempo del mundo. Y si me equivoco, que Dios me perdone.

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El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero durante el sueño, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando creció el sembrado y echó fruto, entonces apareció también la cizaña: Los siervos del señor fueron y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?. El les contestó: Un enemigo ha hecho esto. Dícenle los siervos: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Les respondió: No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis juntamente con ella el trigo. Dejad crecer las dos juntas hasta la siega; y en el tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo llevadlo a mi granero.

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Mi opinión:

Cuando Jesús dijo "alegraos porque el Reino de los Cielos ha llegado", estaba indicando que él, el Mesías, era el encargado de mostrar el camino hasta el Padre; recogido en el Evangelio. También dijo que la mies era mucha y los obreros, los pescadores de hombres, pocos, para sembrar la Palabra. Al descuido (durante el sueño, o sea, cuando los servidores del bien descansan), los servidores del mal siembran la cizaña: esparcen el mal.
En otra ocasión Jesús dijo: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, y dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! No entráis vosotros y a los que intentan entrar no los dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que corréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y, cuando lo tenéis, lo hacéis hijo del infierno, doblemente peor que vosotros!”.
 
Los hijos del agnosticismo, los hijos del Malo, que siembran la confusión (como dictan los Protocolos de la élite talmúdico-usurera anglosionista), consiguen que muchos yerren el camino. Hoy esa puerta ancha y cómoda, por la que pasa, confiada, la inmensa mayoría, se llama Nuevo Orden; y está diseñada por esbirros masones en la sombra, apareciendo con muchas máscaras, como la de la izquierda redentora, como la del falso progreso (de ahí lo de progres).
Cuando el bien descansa, el mal avanza; y las almas... las buenas voluntades se hechan a perder para el Padre.
 

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El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza que cogió un hombre y sembró en su campo; y, con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando se ha desarrollado, es mayor que las hortalizas, y resulta un árbol, de manera que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.
 
El reino de los cielos es semejante a la levadura que coge una mujer y la mete en tres sacos de harina hasta que todo fermenta.
 

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Mi opinión:

El reino de los cielos muestra el camino angosto hasta el Padre. El Hijo del hombre, sembró la pequeña semilla que el Padre le dio. De la semilla salieron ramas; y los pescadores de hombres con sus palabras y obras, asistidos por el Espíritu Santo del Padre, ramificaron esas ramas por el orbe
 
La semilla se resume en un escueto texto, que perdurará hasta el fin de los siglos, como afirmó Jesús. El Evangelio basta y sobra. Las palabras inútiles confunden, cuando no escandalizan. Llevan a malas interpretaciones, interesadas o no. Jesús advirtió de ello: por vuestras palabras os condenaréis. La Ley y los profetas tan solo anunciaron la venida de Jesús:
"Estudiáis las Escrituras, pues vosotros pensáis tener en ellas la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. Mas no queréis venir a mí para poseer la vida." Buscar en el adulterado odre viejo la verdad lleva a error, pues conduce al odio agnóstico. Su denuncia costó la vida al Salvador, pero sirvió a la consecución de su sacrificio, necesario para la expiación del mal de muchos en esta vida.
Así mismo, muchas veces el clero "rellena el expediente", emplea la retórica y las palabras vacías; que es como rezar sin pensar, sin sentir... de carrerilla. Y otras veces, diciendo la verdad; esta queda escondida, recubierta de cizaña inútil, y se pierde para el que escucha sin entender.
 
El reino de los cielos es el que, en principio, solo es un diminuto sentimiento de estar en la verdad, en el buen camino, al leer a Jesús por primera vez... con detenimiento, con la mente abierta. En algunos, ese sentimiento cala, y va creciendo interiormente conforme se entiende la Palabra con relación al mundo, a lo vivido. La fe... las raíces; van creciendo y se fortalecen, sujetas en su caso al buen terreno (un entorno, por ejemplo, no contaminado con el odre viejo del Nuevo Orden); tal como nos relata la parábola del sembrador: impedirán en su momento el desarraigo de los débiles de espíritu, a los que nos vencen las tentaciones o las amenazas. Es la fe, la que pasa de grano de mostaza, a convertirse en un gran árbol.

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El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, y el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, la cizaña son los hijos del Malo; el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es el fin del mundo, los segadores son los ángeles. Como se ata la cizaña y se arroja el fuego, así sucederá al fin del mundo. Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles y recogerán de su reino todos los escandalosos y a los que cometen la iniquidad y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de los dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su padre. Quien tenga oídos, que oiga.

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Mi opinión:

Por si no había quedado claro…
Esto no lo dice ningún párroco progre, ni ningún papa masón. Esto no lo dice ningún masón iluminado fundador de una secta protestante. Esto no lo cuenta ningún rabí del odre viejo. Esto lo dice ni más ni menos que el Todo; Dios creador, el Padre Bueno por boca de su Hijo predilecto, el Hijo del hombre. La verdad absoluta hablando en plata, para los duros de oído, para los que no lo acababan de “pillar” en la parábola del sembrador. No se precisan siglos de cábalas mágicas para buscar la cuadratura del círculo. Está ahí, en esas pocas líneas. Más claro no lo pudo decir. Es lo que hay. Es la Revelación del futuro, o parte de ella.
 
Sin embargo, pienso que no es el castigo ni el premio lo que debe mover a la voluntad, sino el convencimiento de que se está en la verdad, basta ponerlo en relación con lo que hay por ahí. El Padre no quiere nuestro miedo (eso es cosa del adulterado odre viejo), sino nuestro amor. Y nos da toda una vida, el libre albedrio y la revelación del Evangelio (el reino de los cielos que mencionamos, cuando al rezar el Padre Nuestro decimos venga a nosotros tu reino; o sea, el reino del bien; bien que en el Padre se confunde con la justicia) para encontrarlo. Que recuerde, es en la ocasión en que Jesús habla más claro sobre este tema: no quiere que sea el miedo el que nos mueva; pero tiene que advertirlo. Por el miedo exclusivamente es imposible salvarse, creo. El miedo siento que suele ir de la mano del mal. En todo caso hay que subordinarlo a la misericordia. Hay que procurar ser bueno y después Dios dirá.
Por suerte, el mal suele ir en un “pack”, y el bien en otro normalmente bien diferenciado; y cuando estás convencido (y el Nuevo Orden no ha movido aún tu "centro de gravedad") es muy difícil que te den gato por liebre.
 
Los agnósticos sacarán películas de ángeles y demonios, de momias y vampiros… y muchos, a fuerza de tragárselas todas, si no se tienen las cosas claras, sacarán un buen cacao maravillao, mezclando sin quererlo realidad y ficción, religión y peliculitis. Lo que cuenta es el Evangelio, y en este caso bien conciso no precisa interpretaciones ni añadidos. Una cosa es la palabra de Dios, y otra los cuentos chinos, ein. Quien tenga oídos que oiga.
 
Gracias Jesús por mostrarnos la verdad. Gracias Padre Bueno.
 

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El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo; lo descubre un hombre y lo oculta, y en su alegría va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. También es semejante el reino de los cielos a un mercader que busca perlas finas. Cuando encuentra una de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. También es semejante el reino de los cielos a una red, que se echa en el mar y recoge de todo; una vez llena, la sacan a la orilla y sentados recogen lo bueno en los cestos y arrojan fuera lo malo. Así sucederá al fin del mundo, saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de los dientes.

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Mi opinión:

El reino de los cielos es la Verdad revelada por el Mesías, es un tesoro escondido en este mundo a muchos. Alguien de pronto descubre ese tesoro, la Verdad; lo deja todo y vive en ella.
 
Muchos aún desconocen la Verdad; muchos otros, conociéndola en parte, la archivan y pasan a otra cosa, sepultándola bajo un túmulo de una leyendas y cuentos de hadas. Hay quien de pronto atisba de soslayo la Verdad, pero sigue, sin inmutarse, por el mismo camino que llevaba. Hay quien descubre la Verdad y la mira de frente. De entre estos, son muy pocos los que lo dejan todo y siguen al Maestro, pues la Verdad es incomoda y exige renunciación. Somos muchos más los que buscamos un compromiso que, puestos a matizar, se concreta en un porcentaje de verdad y otro de mentira aceptada como necesaria, para sobrevivir aquí sin renunciar a ciertos placeres; o supuestas necesidades e intereses creados: la familia, los amigos, el trabajo, en un entorno más o menos influido, cuando no dominado por el viejo Nuevo Orden Anticristiano, el agnosticismo de turno, el mal... el Malo. Es el compromiso de la mayoría de los que nos decimos cristianos. El porcentaje, claro, es a primera vista, la clave del asunto desde nuestro punto de vista, pero, ¿lo será para el Padre? El Padre es la verdad, está donde se encuentra lo bueno y lo justo: en el infinito; y solo él sabe si estas nuestras cábalas, tienen algo que ver con la Verdad, con EL. Jesús nos dio, nos reveló una pista: pocos son los que encuentran el camino angosto que conduce al Creador.
 
¿Cómo estar seguros de haber encontrado la Verdad, el sentido a esta vida... es más, de estar en ella? Es como cuando se dice: cuando lo esté, lo sabré sin más. A lo largo de la vida, comparamos, relacionamos; consciente o inconscientemente todo lo que nos va llegando de fuera; así, vamos componiendo un rompecabezas, encajando sucesivamente las piezas mediante el método acierto-fallo. Puede llegar un momento, gracias a la experiencia acumulada y a la capacidad de observación y relación; en que las piezas que nos van quedando, ajusten bien en los primeros intentos, y de pronto el juego se vuelva mas sencillo. Aquel mosaico amorfo del ayer, parece que de pronto va cobrando sentido, y nos permite ver, en lo que ya se aprecia como composición, formas y matices antes invisibles, carentes de sentido.
 
Hay un punto a mi juicio, importante por demás en esas pocas líneas, y es que Jesús contrapone los malos a los justos : "los ángeles separarán los malos de los justos" (no dice, los malos de los buenos o, los justos de los injustos); así pues justo es lo mismo que bueno; y malo es lo mismo que injusto en el reino de los cielos; es decir, en la Verdad, en el Padre. Luego..., el cesar de turno con su verdad relativa de turno; el derecho romano, el anglosajón; jueces, legisladores y demás, que digan lo que quieran.
 

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¿Habéis entendido todo esto? Por esto todo escriba que se hizo discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo.

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Mi opinión:

¿Qué es lo que vale de las viejas Escrituras?(del odre viejo: "oísteis que se dijo a los antiguos… pero yo os digo…")
Eso lo sabe el escriba (experto en ellas) que se hizo discípulo del reino de los cielos (de Jesús). El sabe a la luz del odre nuevo, lo que es válido o no del viejo. Dijo Jesús: La Ley y los profetas (el odre viejo sin adulterar) se resume en el principal mandamiento "Amaras al Señor tu Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo" (nada dijo de venganzas hasta la enésima generación, ni alardes déspotas o vengativos de un dios racista, ni afirmaciones similares, que si aparecen en la Cábala, el Talmud y en montones de textos bíblicos presuntamente cristianos y aceptados por la Iglesia).
Así, interpretar el odre viejo de acuerdo con el reino de los cielos: del Padre; requiere además de paciencia, un tamiz anti-agnosticismos, que separe cualquier tipo de odio o maldad. Basta haber leído a Jesús (solo) y comparar. En el odre nuevo solo cabe el amor, la humildad y la misericordia. Toda enseñanza antigua o moderna que lo niegue es agnóstica, venga de quien digan que venga.
Saulo de Tarso: Pablo (Evangelio de Lucas) era uno de los escribas que se hizo discípulo del Reino del Padre; su evangelio, habrá que leerlo, por tanto, teniéndolo en cuenta. San Lucas, discípulo de San Pablo fue recabando datos en este sentido de su maestro, Pablo. No obstante, el escriba Pablo (Lucas) interpreta. El recaudador de impuestos Mateo, transcribe y pronto: la palabra de Jesús "fresca", sin "reflexiones". Si leo a Lucas que no conoció a Jesús, y que me habla de él a través de Pablo, que a su vez interpreta a Jesús (con conocimiento del odre viejo); estoy reinterpretando. Pero si leo a Mateo, leo "casi" directamente a Jesús. .
 
"Estudiáis las Escrituras, pues vosotros pensáis tener en ellas la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. Mas no queréis venir a mí para poseer la vida." ; "Yo me voy, y me buscaréis y moriréis en vuestro pecado...si no creyereis que yo soy (el que había de venir). El que me ha enviado está conmigo; no me deja solo, porque yo hago siempre lo que le agrada. Si vosotros permanecéis en mi doctrina, seréis realmente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres...todo el que comete pecado, es esclavo del pecado. Sé que sois descendientes de Abraham y pretendéis matarme, porque mi palabra no cabe en vosotros. Yo digo lo que veo en el Padre, y vosotros hacéis lo que oísteis de vuestros padres." (Jesús según San Juan,5 y 8)
 
La tradición (lo que vuestros padres os enseñaron: agnóstica) pesaba más para muchos escribas del odre viejo, que el mensaje justo del Mesías (lo que veo en el Padre) y la evidencia de sus buenas obras, por lo que la mayoría no solo no quisieron creerle, sino que "fueron a por él". Ese odio está documentado por el sabio de Sion Maimónides, que en su momento dijo: "Jesús, que sus huesos se pulvericen, anuló los preceptos y mandamientos del Talmud (tradiciones "tipo" lapidación: el que esté libre de pecado, tire la primera piedra); por ello nuestros sabios le dieron el final que merecía".
La élite talmúdico usurera anglosionista (los lodos resultantes de aquellos polvos) pone la imagen de Maimónides en los billetes de mil del actual estado de Israel (capricho del mecenas Rothschild, que figura en los de 500). Disraeli, masón, íntimo del Rothschild de turno ya indicó el fin último del Nuevo Orden impuesto por sus ignorantes esbirros masones (fin que para la élite no es en absoluto relativo, y cuya hoja de ruta son los mega censurados Protocolos... pesado lastre que "cargaron" sobre los pobres judíos de a pie):"Acabar con el tan ingrato cristianismo".
 
Sacar conclusiones y creérselas es un error en estos temas tan repensados con buena o mala intención. La Iglesia pre-masona de Pedro con todos sus defectos, seguramente es la que menos se equivoca en estos temas de "quien es quien". Pensando en ello, si me dejo llevar, me equivoco seguro, no sé si en mucho o en todo; pero sé que las que cuentan, son las palabras de Jesús, y no las interpretaciones. Por eso las mías no son conclusiones, sino conjeturas. Ayer leyendo a Menéndez Pelayo, me llamó la atención la controversia entre el español Osio y el primer emperador romano que se dijo cristiano; y me dio que pensar de nuevo sobre el agnosticismo y sus orígenes tras Jesús. En esos tiempos, el "quien es quien" trajo herejías, cismas, sectas... empezando por el arrianismo. Vino la tortura y la muerte, no ya por manos de paganos romanos, sino por quienes se hacían llamar cristianos. ¿Gran ceguera o mera estrategia de camuflaje?, ¿acaso no leyeron a Jesús? Seguramente leyeron más del odre viejo que del nuevo, para justificarse... para negarle. Mientras el cristianismo fue una idea (mientras lo sea), arrasó (arrasa). Por la simple fuerza de la verdadera justicia: la bondad… la mansedumbre, la humildad, el servicio, la misericordia... se doblegó la fuerza de la espada romana y su heredada demagogia clásica; pero bastó que el poder de turno tomara "parte en el asunto" volviéndose cristiano, para liarlo todo. Pues al materializar la idea (de espíritu a carne), convirtiéndola en iglesia física, esta ya era influenciable en su cabeza, en sus humanos representantes oficiales, y pasó a representar una parcela de poder imparable, pues se venía de la injusticia y la esclavitud de la inmensa mayoría. Entonces la odiada idea pasó a ser objeto de deseo, como herramienta de dominación. Por fin se podía acabar con la idea y acumular el poder que sustentaba: una creciente masa de creyentes obedientes a sus representantes. El emperador pretendió, y por ello se enfrentó a Osio, acaparar ese poder. Los financiados agnósticos, la maldad apegada al poder visible y oculto, en lugar de ahondar en lo fundamental, uniendo en la misericordia y el amor a las gentes; buscaron matices, hicieron cábalas, interpretaciones convenientes, que pasaron a conclusiones, a dogmas sectarios que sirvieron de división y enfrentamiento, basándose precisamente en lo secundario: las conjeturas.
 
Así algunos, como yo hoy, empezaron a dar vueltas a lo leído, llegando a conjeturas interesadas financiadas por el mal, para convertirlas en conclusiones “irrenunciables” (sobre asuntos indemostrables) que arrastraban masas furiosas (hoy con el Nuevo Orden pasa a diario). Que si Jesús era solo un hombre, que si era un fantasma, que si la trinidad es falsa, etc. etc. etc. ¡Como si eso fuera lo importante del Mensaje! No se trata de no juzgar para no ser juzgado: tanto si eres apóstol de Cristo como si no, el cristiano tiene el compromiso de manifestar la verdad, ponerla en el candelero, a quien la quiera escuchar. Ama a tu enemigo, pero defiende la verdad con perseverancia ante él. El Evangelio define lo que es cristiano: Jesús mismo nos dice que es el Unigénito de Dios; y dice: quien me ha visto, ha visto al Padre; y que es uno con el Padre. La voz del Padre lo manifiesta así. Más claro, el agua. Puedes decir que no lo crees y en tal caso no eres cristiano, pues estas llamando mentirosos a Jesús y a los apóstoles. Pero no te puedes decir cristiano y no creerlo... pero entonces, estos primeros agnósticos a sueldo del poder (oculto o no) escogían los retales que les venían bien de aquí y de allá (casi siempre del contradictorio odre viejo) para respaldar sus destructivas teorías. Para un verdadero cristiano las conjeturas no cuentan; el Evangelio es lo que cuenta, sin acritudes con los que buscan interesadamente desde dentro y desde fuera caldear los ánimos, la división y el enfrentamiento. Es de suponer leyendo a Maimónides y compañía, que los escribas desautorizados y los paganos romanos doblegados por esa idea que conquistaba naciones, no se quedaron de brazos cruzados. Antes al contrario, maestros de la conspiración, tuvieron (y tienen sus herederos) mucho que ver con los ataques continuos contra el cristianismo. Del falso cristiano contra el cristiano. Ellos ya no podían resistir cara a cara, y comenzó (o tal vez debería decir, continuó) la conspiración de conspiraciones.
 

Jamás está justificado ofender al prójimo, pero es especialmente incoherente hacerlo en defensa del cristianismo; y más aún cristiano contra cristiano, ahí falla algo gordo. ¿No entendieron que el Padre espera que nos queramos? ¿No lo dijo suficientes veces, ni lo suficientemente claro Jesús? Por interpretaciones subjetivas se mataba y torturaba (como al centenario Osio, si hemos de creer a Menendez Pelayo). Quien obra así, (en este caso el emperador romano) es el peor enemigo de lo que dice defender. Lo realmente importante, lo objetivo, es aquello en que se resume la Ley y los Profetas, como nos reveló Jesús; que no precisa divagaciones profundas "tipo" arrianismo, ni magia, ni acertijos, ni cábalas. Asequible a todos, es lo que hay que hacer, es lo que hay que ser para servir... al Padre.
 
Dijo Jesús, como os voy a explicar las cosas de la otra vida, si no entendéis las de esta. Mis conjeturas solo son muestra de mi ignorancia y curiosidad. Quiero pensar que es como orar, como puede hacer cualquiera, en intimidad con Jesús, con el Padre. Espero saber alguna vez la verdad. Empiezo y termino:
Jesús está a la derecha del Padre en la Vida, mientras que el Bautista (dijo Jesús), el mejor nacido de mujer, es el último en la Vida (Jesús se hacía llamar el Hijo del hombre, porque entiendo es la parte humana de Dios). Entonces es de suponer que entre Jesús y el Bautista hay otras criaturas del Padre no humanas (no nacidas de mujer) ¿ángeles?, que están antes que el Bautista y después de Jesús. Siendo Jesús punto y aparte, según palabras del propio Padre: su predilecto, lo mejor de la creación, hasta el punto de tomar EL mismo forma y sentido humano en Jesús mediante su espíritu (santo). Así, el Padre está en Jesús y Jesús en el Padre. Así el todo puede estar en una ínfima parte del todo: en espíritu.
Cuando hablo de primeros y últimos, es inevitable pensar lo que Jesús nos reveló: los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos. La bondad y la humildad, la verdadera justicia del Padre, es la clave para entender que hay que servir antes que ser servidos, para estar más cerca y no más lejos del Padre. Jesús es la forma que tomó (que toma) el Padre, que es "el todo": el ser o energía que ocupa toda la nada (No sé quién se sacó de la manga al anciano "típico" de la Capilla Sixtina... supongo que al hablar del Padre todos piensan en la sabiduría asociada a la vejez; supongo que no se suele pensar que la representación humana del Padre es el Hijo, su creación primera, en la que se complació; supongo que Padre se asocia más a creador o padre de todo). A través de Jesús, unos pocos vieron al Padre; y a través de él, verán los elegidos al Padre Bueno en su momento. Nos es inevitable, asociar los hechos a un tiempo, pero si el tiempo como el espacio son obra del Padre atemporal, son su creación: Jesús siempre fue y será... uno con el Padre; y antes que cualquier otro ser creado. El Espíritu Santo (que no una paloma) del Padre (que no un anciano), del todo, obra en Jesús. Con todo, Jesús estuvo, como un humano más, por un periodo de tres días (el mínimo establecido por el Padre para su servidor perfecto) allí donde esperan los muertos a la espera del Juicio. El Padre no quiso hacer excepción, pues es justo: bueno. Toda la creación está contenida en el Padre; pero el Padre solo quiere quedarse con lo bueno. Una de sus criaturas (adorarás al Señor tu Dios y al él solo servirás) con poder y, sin duda, libre albedrío, sembró el mal en su reino.
Todas conjeturas mías, lo que cuenta son las palabras de Jesús. La vara para medir al buen pastor.

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Solo en su tierra y entre los de su casa es menospreciado el profeta.

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Mi opinión:

Jesús parece que no habla de si mismo en particular, sino que se refiere a los profetas en general (profetas de verdad, no charlatanes). La explicación es intuitiva, si el “profeta” nos es desconocido, podríamos pensar que haya algo en su vida que se nos escapa; y ese misterio dar pie a la duda de que, efectivamente pueda ser distinto, especial y saber cosas que desconocemos. Sin embargo, si el profeta es "un conocido", tendemos a dar por sentado que no hay nada especial en él que le distinga de los demás y de nosotros mismos; ningún “fantasma” que le otorgue conocimientos distintos a los nuestros. Parece que estamos oyendo: Pero… ¿cómo pueden decir que es un profeta, si es el hijo de María y de José el carpintero… si es de aquí de toda la vida? ¿Cómo va a saber esas cosas si ha estado aquí con nosotros siempre? Ese es el menosprecio que va de la mano de la familiaridad, y que alejó a muchos de los que a lo largo de treinta años convivieron con Jesús en su entorno. Simplemente no le prestaron oídos. Es más, la mayoría de las personas pensaríamos que alguien que predice el futuro, es un cuentista sin más. Pero Jesús no se limitaba a predecir; es el conjunto de su enseñanza, obras, vida, muerte y resurrección a la Vida, lo que da testimonio de él: “Yo no busco mi gloria...Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada vale; quien me glorifica es mi Padre, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero no lo conocéis; yo, en cambio, lo conozco. Y si dijera que no lo conozco, sería, un mentiroso.”
Quien le juzgara por sus predicciones solo, estaba lejos de la fe. Predicciones y milagros carecen de sentido sin la fe: "tu fe te ha salvado"
 
¿Pero por qué sabía estas cosas Jesús, que vivió como uno más entre aquellos durante treinta y tantos años? ¿De dónde le vino ese conocimiento que nadie aparentemente le enseñó? Del Espíritu Santo del Padre (del Padre): "El que me ha enviado está conmigo; no me deja solo, porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando el diablo le tentó, quizás no supo que se enfrentaba a su Creador, hasta que el Padre por boca de Jesús le sacó de su ceguera. Cuando llegó el momento, para agradar al Padre, Jesús salió a la luz pública, arrastrando masas; y cuando llegó el momento, entregó su vida terrenal, para que se recuerde el deseo de nuestro creador hasta el fin de los tiempos: que nos queramos los unos a los otros como hermanos, hijos de un mismo Padre. El Espíritu (Santo) del Padre obró en él, y Dios Padre se hizo humano en Jesús. Nuestro propio creador estuvo entre nosotros como uno más. Sufrió por manos de los pecadores, sus criaturas echadas a perder.
 
El Espíritu del Padre está siempre en el pensamiento de Jesús (como está a veces en quienes tienen fe y mientras lo desean).
Cuando Jesús apenas dueño de si, clama al Padre en la agonía ¿por qué me has abandonado?, no es el Padre el que habla.
Cuando Jesús dice a Felipe, “tanto tiempo juntos y aún no sabes quién soy. El que me ha visto, ha visto al Padre… Si me habéis conocido, habéis conocido también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Las palabras que yo os digo, no las digo por mi cuenta, y el Padre, que permanece en mí, EL es quien obra”. Es el Padre el que habla.
En esta vida, en aquel tiempo, el Espíritu Santo del Padre obró, actuó a través de… tomó forma, se encarnó en… Jesús. Sin embargo, es necesario el libre albedrio de Jesús para dar valor a sus actos a los ojos del Padre, y es el que permite al Padre obrar en él cuando la situación lo requiere. Así, cuando el Padre “toma el mando” y obra, por ejemplo, un milagro, no se anula el libre albedrio del Hijo; es porque ambos coinciden… son uno.
 
El Espíritu Santo del Padre es aquel que, cuando entras en la intimidad de tu aposento y oras "está allí, en lo escondido”, escuchando desde nuestro interior. No somos perfectos como Jesús, en el que el Padre se refleja; no somos uno con EL; pero nos quiere (siempre me choca el pronombre personal aplicado al todo Padre, pero no tenemos otra cosa).

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