top of page

VI

​

Mirad que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos, pues de otra suerte no tendréis recompensa ante vuestro Padre el de los cielos. Por tanto, cuando hagas limosna no la anuncies a son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser honrados por los hombres; en verdad os digo que tienen ya su recompensa. Cuando haces limosna, que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha; que tu limosna quede oculta, y tu Padre, el que ve en lo escondido, te premiará.

​

​

Mi opinión: Jesús no vino a "salvar a justos sino a pecadores". A veces damos limosna y pensamos que, algunos al vernos, darán también: Hemos dado ejemplo. Jesús, sin embargo, se refería a aquellos cuya bondad era…es, interesada (y por tanto no es tal bondad, antes, al contrario), pues la intención es presumir ante los hombres. Hoy en día no es el caso normalmente entre las buenas gentes, ya que la propaganda masona (anticristiana) se ha ocupado de demonizar el cristianismo entre la progresía, y presumir de serlo está mal visto, y más que lo estará, cuanto más avance el Nuevo Orden.
 
Sin embargo, estas palabras de Jesús, si son plenamente aplicables a aquellas organizaciones masonas “tapadera” de aparente altruismo y criminal fin, pues están a las órdenes de la élite talmúdico usurera anglosionista a través de sus masonerías, empezando por las ONGS y la propia ONU con sus filiales. Al servicio último de Lucifer, del mal: El verdadero fin, con unos medios, en este caso, engañosos. Así, la machacona propaganda televisiva que presenta a niños escuálidos se destina en su mayor parte a combatir su nacimiento y similar: eugenesia y eutanasia; dejando una pequeña parte para aparentar.
 
El verdadero cristiano hace el bien por el Padre, porque el Padre es el bien. Y así nos lo reveló el Hijo. Que es uno con el Padre. El Padre que está en todas partes y en todo tiempo; y “ve en lo escondido” en cada uno de nosotros, cuando queremos que esté. Y sabe, no solo antes que nosotros, sino desde siempre… todo. Pero ha de cumplirse, y hemos de elegir, porque nosotros no lo sabemos. Hay cosas que ni siquiera sabía el Hijo cuando estuvo con nosotros, y así lo dijo (por ejemplo, el día del Juicio).

​

​

​

​

​

​

Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que tienen ya su recompensa. Tú cuando ores, entra en tu aposento, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está allí, en lo escondido; y tu Padre, el que ve en lo escondido, te premiará.

​

​

​

Mi opinión: Hay que pedirle al Padre, que está ahí, "en lo escondido", confesarse a él, porque elegidos o no, EL es la Verdad y la Vida. Pedirle que su Espíritu Santo esté a nuestro lado para guiarnos. Y hay que dar gracias a nuestro hermano mayor Jesús, por mostrarnos al Padre Bueno.
 
“Da al que te pida, no rechaces al que pide que le prestes”, el que da al necesitado, es como si a Jesús mismo le diera, tal como dijo en otra ocasión. Está tan claro que no hace falta añadir más. Ya dijo lo que había que hacer para vivir conforme a Dios y lo necesario para buscar la perfección.

​

​

​

​

​

​

Y cuando oréis, no digáis palabras inútiles, como los paganos; que se figuran van a ser oídos por su abundancia de palabras. No los imitéis; porque sabe vuestro Padre de que cosa tenéis necesidad antes de que vosotros le pidáis.

​

Mi opinión: No estamos acostumbrados a hablar ante quien sabe, antes que nosotros mismos, si realmente somos sinceros. Ante quien recuerda todas las cosas que ya olvidamos y todas las que desconocemos. Hay que ser muy humilde y muy consciente de la insignificancia de uno mismo cuando se dirige a la omnipotencia en la intimidad del pensamiento. Solo podemos dar gracias de que siempre esté ahí, a nuestro lado, si realmente queremos que esté. El desea complacer y desea ser complacido, desea querer y ser querido. No lo sabríamos claramente de no ser por Jesús. Muchas veces pensamos que seremos incapaces de cambiar a mejor, en cosas que no nos gustan de nosotros mismos. No hace falta decir a qué tipo de cosas me refiero. El Padre Bueno quiere que se lo pidamos y pongamos de nuestra parte, para complacernos y para ser complacido. Que insistamos hasta conseguirlo.
 
De lo que no cabe duda es de que la retahíla de oraciones "a cien por hora", tipo rosario sin pensar y sin sentir, más que orar, es lo contrario: una burla o un sacrificio inútil ("misericordia quiero y no sacrificio"). Es el peligro de recitar siempre las mismas oraciones, que al poco, ni las pensamos, ni las sentimos... hay que desmenuzarlas, buscar palabras alternativas, aplicarlas al presente, a nosotros. Si nos limitamos a repetir, el Padre verá por enésima vez la ancestral repetitividad de la estúpida tradición sin sentido, en el mejor de los casos. Jesús insistió: al hablar, al actuar o al pensar, hay que ser tan parco como sincero, al menos en situaciones notables... ¿y que más notable que hablar con el creador?. La verdad no necesita adornos. Los adornos, las máscaras, los disfraces, la retórica.... son una distorsión, que puede ser agradable, pero que en general; como el ocio, lleva a la decadencia y a la adulteración de la concisa verdad. ¿Por ello no deberíamos adjetivar? Creo que no solo se puede, sino que se debe. El adjetivo matiza, precisa, concreta... completa y ensalza la capacidad del ser humano, como digno a veces de trascender en el Creador. Si hay que ir más allá de la simpleza, no quedándose corto; tampoco hay que pasarse de la raya, pues la redundancia, el ocultamiento, la distorsión, el engaño... fragmenta, confunde, altera, etc. Hay que buscar (decir, hacer, pensar) la justa medida para intentar obrar de acuerdo a la verdad; matizándola según el propio entendimiento. Y conste que, con toda certeza, me sobra en lo escrito más de lo que yo quisiera ofrecer al Padre. Pero hay que "mojarse", y pedirle que nos muestre la diferencia.

​

​

​

​

Vosotros oraréis de esta manera: "Padre nuestro que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Venga tu reino, Hágase Tu voluntad, también en a tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy. Y perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del Malo".

​

​

Mi opinión: No soy nadie para poner o quitar una coma a las palabras de Jesús, pero, me gusta pensar (de acuerdo con el conjunto de su doctrina), en los matices que quizás me pueden ayudar a comprender su significado más exactamente. Por suerte, el español es un idioma rico en matices:

Padre Bueno, santificada sea su memoria (y por tanto, su mención). Por favor, denos fuerza de voluntad para traer a este mundo la suya: Venga a nosotros su reino (de misericordia; el de los cielos), para que se haga su deseo (por el nuestro) en esta vida como en la Vida.

Denos el sustento de cada día hoy.

Perdónenos, como nosotros en este momento perdonamos a nuestros hermanos (denos fuerza de voluntad y sabiduría para perdonarles siempre).

No nos deje caer en la tentación (líbrenos del Malo; del mal que dejamos entrar en nuestro interior); ayúdenos a discernirla y denos fuerza de voluntad para vencer la debilidad que nos somete; más líbrenos de mal (exterior: el que habita en algunos de nuestros hermanos y de las pruebas del Encargado, del guionista de las pruebas).

Es una interpretación pasajera, fruto de una reflexión personal; que puede estar equivocada en todo o en parte. Y por tanto hay que conservar siempre en la memoria el original siempre. Afortunadamente, el Mensaje es tan claro y conciso que, en el fondo, no tiene vuelta de hoja.
El mensaje de Jesús es coherente y sólido en los cuatro evangelistas, por eso, estamos seguros de que la diferencia con lo que realmente dijo, es mínima, y tan solo achacable a las sucesivas interpretaciones, trascripciones y traducciones. A pesar de que el Nuevo Orden Masón Anticristiano se cuida mucho de ir dándole la vuelta progresivamente al Odre Nuevo. No obstante, ya dijo Jesús que (como aguja en un pajar) sus palabras estarían "rodando" hasta el fin de los tiempos, lo que quiere decir que la Elite Talmúdico Usurera Anglo Sionista Novus Ordo Seclorum con sus sectas protestantes y masónicas, no conseguirá erradicarlo ni ocultarlo nunca por completo, aunque visto lo visto quizás termine circulando "tal cual" en la clandestinidad.

 

 

​

​

​

 

Si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis al prójimo, vuestro Padre no os perdonará vuestras ofensas.

​

​

​

Mi opinión: "...si no perdonáis, vuestro Creador no os perdonará vuestras ofensas". El mensaje es conciso y claro.
No perdonar no implica odiar, aunque puede ser la antesala. En caliente es difícil perdonar, incluso en pequeñas discusiones cuando nos sentimos maltratados, pero, dijo Jesús en otra parte del Evangelio, "haz cuanto antes la paz".

Hay que vencer el orgullo ultrajado, pero decir lo siento "suena a" perder la razón, y no es así; antes al contrario. Una cosa es el enfado, y otra, el motivo que lo provoca. Así se dirá: siento haberme enfadado, (o mucho mejor aún, no enfadarse nada) aunque siga reprobando la conducta que motivó dicho enfado; si es, analizándolo, creo estar en la verdad. Pero no basta con decírselo (y a sin malas caras), tengo que decírmelo y sentirlo de veras.
 
Hoy tuve ocasión de experimentar esta situación esperando (en medio de un ambiente enrarecido por las quejas ocasionadas por la falta de empleados y asientos), mi turno en una oficina del Banco de Santander, cuando una empleada coló justo delante de mis narices a un cliente importante por delante de todos; y sin ningún disimulo; No fue solo el enfado, sino que, de pasarlo por alto, al ser el siguiente, quedaba por imbécil... y reaccioné mal. Debí recordar al Maestro y evitando el enfado, y con buenas palabras, mostrar mi opinión y decepción. Habría que haber dicho tranquilamente, y a ser posible, con una sonrisa, la concisa verdad "usted va a cometer una injusticia"; y cuando me respondió alguna memez, ofendiendo mi inteligencia, haberle respondido: "usted está cometiendo una injusticia, pero no va a conseguir que me enfade con usted, allá con su conducta". Pero no lo hice así. A pesar de lo trivial del asunto, la indignación es una pesada losa que nos impide obrar bien, pidiendo disculpas por el enfado (que no por la reclamación). Y esa mala conducta mía para con el prójimo ha quedado ahí sin resolver, lo cual es mucho peor que el hecho en si, atendiendo a las palabras del Padre.
Hoy obré mal a sabiendas de que el enfado no iba a cambiar nada; tan solo por desahogo o "derecho al pataleo". Pero tampoco estaría justificado de haber servido para evitar la injusticia.
 
Si una tontería así, merece tantas líneas y abriga tal calor al recordarla, que decir de situaciones infinitamente más "graves". Debería ser capaz de reaccionar bien, en casos tan sencillos por comparación con otros más peliagudos que tarde o temprano se presentarán en la vida. Resolver bien estas pequeñeces, debería prepararnos para afrontar injusticias mayores. ¿Si no se saltar un metro, como voy a saltar tres? Puede ser una suerte el tener la ocasión de pedir perdón a quien nos ofende, y decirlo a la cara en casos así, de modo que cuando llegue algo más "gordo", al menos no lleguemos a odiar. Y con ayuda del Padre incluso, con el entrenamiento, podamos perdonar también.

​

​

​

​

​


Y cuando ayunéis, no os pongáis tristes, como los hipócritas, que desfiguran sus rostros, para que se vea que ayunan: en verdad os digo que ya tienen su recompensa. Tú, por el contrario, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que no te vean los hombres que ayunas, sino tu Padre, el que está en lo escondido: y tu Padre, el que ve en lo escondido, te recompensará.

​

Mi opinión: Hoy en día, apenas se practica ya el ayuno y, aunque Jesús especificó ”Misericordia quiero y no sacrificio”; en este capítulo lo da por bueno, siempre y cuando sea una ofrenda de autodisciplina intima (no publica... lo especifica claramente), en honor al Padre; para honrarlo, para recordarlo con sumo respeto. Para ello sirve el “viejo” ayuno o, cualquier otra disciplina que no atente contra los deseos del propio Padre; deseos que el Hijo puso de manifiesto en los Evangelios (el odre nuevo frente al adulterado odre viejo… con sus agnósticos sacrificios humanos, “tipo” Abraham).
Cuando escribo estas líneas, vísperas de Semana Santa; no puedo evitar pensar en todo el folclore que existe en torno a las procesiones y a su barroca parafernalia. No me cabe duda de que mucho de eso encaja como un guante en las palabras de Jesús: “en verdad os digo que ya tienen su recompensa”. Pero quiero pensar y creo, habrá muchos también que participen “íntimamente”, en medio del bullicio y el fasto, sintiéndolo de veras. .
 
Se me ocurre que, una buena ofrenda que agradaría al Padre, sería imponernos cada mañana la autodisciplina de imitar la conducta de Jesús en la medida de lo posible, preguntándonos como reaccionaría él en las situaciones cotidianas que se nos van presentando.
 
Al comienzo del capítulo 6, Jesús dice “no hagáis vuestra justicia delante de los hombres…”, y seguidamente se refiere a:
- Dar limosna, es decir, ayudar al prójimo necesitado
- Orar, es decir, confesarse al Padre
- Perdonar a quien nos daña, es decir, al enemigo
- Ayunar, es decir, auto disciplinarnos (ofrendar nuestra fuerza de voluntad, nuestro control) para honrar y agradar al Padre
- Ser generoso y desprendido con los necesitados, por contraposición a la avaricia del que acumula riqueza, ignorando o despreciando la necesidad ajena (de nuestros hermanos).
A esas acciones bondadosas llama Dios Padre “hacer justicia”, y no a las que estamos acostumbrados en los tribunales al uso (muchas veces distintas o contrarias a la bondad, a la misericordia). Así pues, justicia y bondad tienden a confundirse en el Reino de los Cielos, del Padre.

​

​

​

​

​

No atesoréis para vosotros en la tierra, donde la polilla y herrumbre destruyen y donde los ladrones perforan los muros y roban; atesorad, más bien, para vosotros en el cielo donde ni la polilla ni herrumbre destruyen y donde los ladrones no perforan los muros ni roban; porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.

​

Mi opinión: Creo que cuando dice corazón, se refiere al alma, al espíritu... a la voluntad (como queramos llamarlo) que mueve nuestros actos; todo lo intangible que nos define (y que también se acumula, por lo visto, como un tesoro para los elegidos). Aquello que nace de la carne, pero que no muere con la carne; lo que trasciende a este mundo, donde todo tiene su plazo y su tiempo.
 
Así pues, Jesús, nuestro hermano mayor que nunca miente, nos revela que el corazón, el alma o espíritu… de los elegidos por el Padre, terminará por estar allí donde se acumula el bien sembrado, el verdadero tesoro eterno. Estar con; permanecer en, el Padre; que es el único que no tiene principio ni fin.
Una vez más Jesús pone de manifiesto que, la instintiva carne vinculada a este caduco mundo (pero necesaria para albergar, desarrollar, poner de manifiesto al “corazón", al alma, al espíritu); es el lastre, el freno, el animal a controlar. Las debilidades de la carne esclavizan el alma, el corazón, el espíritu de muchos; de la inmensa mayoría. Nos atan a este mundo caduco e imperfecto, donde la polilla, la herrumbre, los ladrones… destruyen. Malográndose el alma y cuerpo.

 

 

 

​

​

La lámpara del cuerpo es el ojo; si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti es tinieblas, que grandes serán las tinieblas.

​

Mi opinión: Con el ojo, captamos una gran parte de la realidad que nos rodea. Y la captamos gracias a la luz que, reflejada desde la materia, viene a parar a las pupilas. Pero la luz de la que habla Jesús, es la verdad, y entra en el cuerpo a través del alma (espíritu, corazón, voluntad, albedrío...) que pueda percibirla. La luz de la que habla Jesús, es la verdad, es él, es el Padre a través de él: el espíritu santo del Padre.
El alma inmaterial, energía, voluntad... en esta vida, está recluida en el cerebro, en el cuerpo, en la carne. Allí nace pura del Padre, y se va manchando con los charcos del camino, con el roce de la carne que la alberga. Cuando el cuerpo muere, nadie sabe si permanece junto a los despojos, o donde va a parar, hasta el día del Juicio. Sabemos que el Hijo desde su muerte, estuvo muy poco en algún sitio (y al tercer día resucitó de entre los muertos), pero algo; hasta volver al Padre en cuerpo y alma. Nuestros restos seguirán aquí hasta el día del juicio, y nuestra alma entre los muertos (quizás entre las otras)... Solo Dios sabe cómo y cuánto. A propósito, mañana es Jueves Santo...


Pero volviendo a sus palabras; un alma sucia (como ojos con tinieblas), no verá la verdad, no comprenderá ni sentirá la Palabra. La luz no entrará en ese cuerpo. No la verá aunque pase ante sus narices. Y no solo no la verá, sino que quizás odiará que otros digan verla; y quizás crea ver luz en las tinieblas. Los masones (ateos digan lo que digan) se jactan de recibir la luz de Lucifer (el portador de la luz = demonio); luz que dicen, de la ciencia y la razón. Su móvil es la lucha contra lo que consideran superstición cristiana, el atraso de los pueblos. De ahí la burla del gnosticismo: haber elegido a Lucifer, el padre de la mentira, para encarnar "su dios" ateo. La soberbia de los masones que dicen servir a la luz de la lechuza, de la razón; se esconde; como esconden sus intenciones, para llevar al pueblo (profano) al "buen camino", alejándolo de la malvada superstición cristiana. Esconden la mano que, no dudará en emplear medios criminales para llegar a "la buena causa", a su buen final: el fin relativo que justifica cualquier medio, cualquier maldad. Tan sencillo como perverso.
Y siguiendo con los argumentos del Malo: La racionalidad suprema humanista, es del individuo, dios auténtico de la creación (que en realidad no es tal, sino solo un accidente fortuito, un ciclo mecánico sin principio ni fin). Y todo basado en la selección natural: La supremacía del más fuerte. Ingeniosa filosofía del Diablo, hábilmente urdida por las cábalas de los Sabios de Sion (el no va más de la superstición agnóstico cabalística) para sus obedientes e ignorantes esbirros ateos. Impregnada de sus propios fantasmas...
 
El fin tapadera "científico-técnico-racional" de las masonerías de izdas y dchas, y de sus amos anglo sionistas (judíos marranos/labradores arrendatarios asesinos) no es más que la conveniencia coyuntural del Cesar de turno (llegados a este punto/2020, esos amos/élite que dominan este mundo/vida), cambiante según su interés. Y justificará el sacrificio y la destrucción del "otro", empezando por el débil y el cristiano, (amparados por el Odre Nuevo/Nueva Alianza), que osan ir contra el Novus Ordo, la tradición/traición talmúdica, el (adulterado) Odre Viejo del Malo. El Mal contra el Bien, en fin.
 
Dijo Jesús, según San Juan:   "...Dios no envió el Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. Quien cree en él no se condena, pero el que no cree, ya está condenado, porque no cree en el Hijo Unigénito de Dios. Y ESTA ES LA CONDENACION:  QUE LA LUZ VINO AL MUNDO Y LOS HOMBRES AMARON MAS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas (los medios, la mano oculta...). TODO EL QUE HACE EL MAL, ODIA LA LUZ (por ejemplo el secreto masón) y no viene a la luz, para que no sean criticadas sus obras (por ejemplo la obediencia masona). Pero el que obra el bien viene a la luz para que se vea ( para que TODOS VEAN: profanos y masones... ¡atención al secreto y obediencia, masones que os decís cristianos! ) que sus obras están hechas conforme a Dios." Conforme al Padre Bueno Creador. Que no solo siente y entiende de sentimientos, sino que los creo de la nada y nos los regaló. Para nada un ciclo mecánico salido de la nada.

​

​

​

 

​

Nadie puede servir a dos señores: porque odiará a uno y amará al otro; o seguirá a uno y despreciará al otro: no podéis servir a Dios y a las riquezas.

​

​

Mi opinión:   Es Viernes Santo. Casualmente, acabo de ver una película dedicada a la vida de San Francisco de Asís… con independencia de los adornos y distorsiones que el sucio capital financiador del film haya podido introducir; solo me interesa lo fundamental y evidente, que parece ser conmovió a San Francisco y a muchos otros (pues la lectura de las palabras de Jesús está al alcance de todos):
Jesús dejó clarísimo que, los “bienes” materiales, antes que ayudar a la salvación del alma, son un grave inconveniente (atan nuestro espíritu a este mundo); inconveniente mayor, en proporción directa a su cantidad. Y es evidente: mientras exista la necesidad en el prójimo, que todo exceso en la nuestra (necesidad), debería repartirse, para ayudar al más necesitado. En realidad, es lo que predican los movimientos revolucionarios de corte comunista (los nazis anglo sionistas, en su ansia de predominio, secularizaron la doctrina cristiana y la adulteraron por enésima vez), pero, la gran diferencia es que estos coartan la libertad y emplean la violencia; imponen (pues en realidad son un arma del cesar, más útil antes que las bombas); mientras que el "verdadero" cristiano reparte por convicción, y nunca, bajo ningún concepto, obliga o se obliga. Porque para el verdadero cristiano, la justicia a impartir en este mundo recae sobre él mismo en primer lugar y por delegación, y en último término solo es del Padre, que la administrará en su momento. No solo hay que compartir, sino que, no ha de ser un sacrificio, sino una suerte, una bendición, pues es acumular un tesoro en el Padre.
 
Si yo no conociera las palabras de Jesús; si no tuviera fe en otra vida… estoy totalmente seguro de que no podría encontrar jamás, una filosofía tan adecuada a un ser superior como la que brota de las enseñanzas del Maestro. Pero visto desde la perspectiva de competitividad humanista-daltoniana-darwinista inculcada en los últimos siglos, esto parece una utopía, un imposible: solo caben las dictaduras de los más fuertes; tan sutiles que ni se perciben.

Solo desde una profunda educación continuada por generaciones en valores basados en el cristianismo, cabe plantearse el sacrificio personal y voluntario por los demás; un cristianismo auténtico que jamás fue mayoritario. Pero creo que nunca desde hace dos mil años, hemos estado más lejos de conseguirlo, alejándonos por momentos. Y esta es la condenación, que la luz vino al mundo y elegimos las tinieblas. Se promueve ahondar justo en el mal camino con el viejo Nuevo Orden anticristiano.
 
Como decía Jesús, su pequeño rebaño; realmente pocos se salvarán (serán muchos como dijo Daniel, pero pocos con relación al total), y no porque no estemos avisados (aunque pocos se han molestado en ver más allá de los sermones domingueros). Yo, soy cobarde, y no renuncio a lo que tengo. Me aterra ser una carga para otros, humillarme (pero el que se humilla, será ensalzado) para pedir… Mi excusa es ¿Cómo puedo ayudar, si necesito ayuda? Me conformo con vivir sobriamente, pero me queda el remordimiento del bien que podría hacer con lo que tengo acumulado para conseguir seguridad en el mañana. Soy cobarde, pues Jesús nos pidió confianza en la provisión del mañana.
La doctrina es servir. Algunos misioneros lo conseguirán. Me viene a la memoria la foto de Lefebvre joven entre los niños africanos... pero me agarro al clavo ardiendo: a la conversación con el joven, para albergar alguna esperanza: “Si quieres entrar en la Vida, guarda los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra al padre y a la madre...
 
y amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Querer a todos como a mi mismo… ¿eso no implica dar dé de comer al que no tiene, como lo haría conmigo mismo? ¿o de vestir? ¿o de cuidar? No puedo arreglar el mundo, pero si debería intentarlo con los que están más cerca: 
Estoy fuera, es la verdad. "Mal de muchos, consuelo de tontos..."
 
Y añadió Jesús :  “Y si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Ven y sígueme.” Perfecto, San Francisco.

 

Para entrar, hay que compartir. Pero para buscar la perfección, y estar entre los mejores hay que dar hasta la vida. Un cura progre me diría que no hay que exagerar, ni que tomar las cosas al pie de la letra: error (o peor). Estamos hablando de las Palabras del Padre, no son relativas ni moldeables.
 
Creo que con independencia de su trascendencia, el Cristianismo supera cualquier otro concepto social de convivencia conocido, sin punto de comparación. Es tan perfecto como los interesados deseen.

​

​

​

​

​

​

​

​

No os angustiéis por vuestra existencia, qué comeréis o que beberéis; ni por vuestro cuerpo, cómo vestiréis; ¿no vale la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad a las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni reúnen en los graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta: ¿no valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vosotros por angustiarse puede alargar un codo su existencia? ¿Y del vestido por qué os angustiáis? Aprended de los lirios del campo cómo crecen; no trabajan ni hilan. Y yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Y si a la hierba del campo que hoy existe y mañana es arrojada al horno, así la viste Dios, ¿cuánto más a vosotros desconfiados? No os angustiéis diciendo: ¿Qué comeremos? ¿o qué beberemos? ¿con qué nos vestiremos? Porque todo esto buscan los gentiles, y vuestro Padre celestial sabe lo que necesitáis. Buscad primero el reino y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura. No os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana se cuidará de sí: bástale a cada día su trabajo.

​

​

Mi opinión:   Hay que buscar - "primero" - el reino y la justicia (misericordia)... la verdadera Vida y la verdadera Justicia del Padre:  Sus Mandamientos. Lo demás es secundario; y les será dado a los que tengan la fe suficiente.

​

​

​

​

​

​

bottom of page